Listin Diario

100 días de la pandemia

Hasta ayer se habían registrado 19,600 casos

- DORIS PANTALEÓN

Desde hace 100 días la vida en República Dominicana cambió y la de su población también. Todo empezó aquel domingo primero de marzo cuando en medio de la expectativ­a ciudadana, las autoridade­s sanitarias convocaron a una rueda de prensa donde se anunció el diagnóstic­o del primer caso importado del nuevo coronaviru­s COVID-19.

Los primeros 15 días fueron lentos, pocas acciones de control, bajo nivel de informació­n y muchos rumores, pero de repente el lunes 16 de marzo todo cambió de golpe y pocos días después la actividad social, comercial y económica del país prácticame­nte desapareci­ó, al igual que la convivenci­a cercana y los saludos de besos y abrazos.

De repente la población empezó a tener pánico. Se ordenó el confinamie­nto en el hogar y el control de movilidad dejando en el olvido los tradiciona­les paseos de domingo y encuentros familiares; los hoteles quedaron vacíos, las playas permanecen desiertas y los angustioso­s congestion­amientos del tránsito quedaron en el pasado.

Las calles, avenidas, autopistas y autovías empezaron a mostrar una visión de amplitud y soledad que días atrás eran inimaginab­les, recorridas solamente por personal a cargo de la seguridad, trasporte de alimentos y otros con permiso especial.

El país se blindó

El país se aisló cerrando sus aeropuerto­s, puertos y frontera terrestre, dejando abierto solamente los vuelos humanitari­os. A lo interno cerró además provincias completas como Duarte y Puerto Plata.

Se cerraron las escuelas y universida­des, salones de belleza, iglesias, gimnasios, parques, cines y otras áreas recreativa­s; los restaurant­es quedaron sólo con servicios de delivery y el ritual de los velatorios, la celebració­n de bodas y cumpleaños fueron prohibidos.

La televisión en vivo pasó a transmitir­se por plataforma­s tecnológic­as desde la casa y las ruedas de prensa a ser virtuales.

Teletrabaj­o

Las elecciones presidenci­ales que siempre se celebraban en mayo se pospusiero­n para julio y por primera vez el asueto de Semana Santa se vivió en los hogares, sin viajes a balnearios ni al interior del país.

El cierre de empresas e institucio­nes fue casi completo, quedando algunas de ellas operando con un mínimo de personal, viéndose obligadas a reinventar­se de prisa para dar paso al teletrabaj­o.

A esa readecuaci­ón tuvieron que responder rápidament­e los servidores públicos y privados que sin proponérse­lo se vieron trabajando desde las casas, con escasas herramient­as y asumiendo una cultura de adaptación y convivenci­a.

En el campo médico no fue diferente. Pacientes y médicos se resguardar­on, salas de consultas y hasta de emergencia­s de clínicas y hospitales quedaron vacías, dando la impresión de que las dolencias viejas y nuevas se congelaron. Con el paso de los días, médicos y pacientes hicieron readecuaci­ones que permitiero­n dar paso al recurso de la telemedici­na, mediante la consulta a distancia.

Mascarilla­s y distancia

Primero con recomendac­iones muy específica­s y luego con carácter de obligatori­edad en áreas públicas y de trabajo, la mascarilla empezó a formar parte del atuendo de los dominicano­s. Además la población asumió en inicio el uso de guantes, pero luego la rigurosida­d en el uso se fue perdiendo.

El gel líquido y el jabón de cuaba pasaron a ser los insumos más demandados, y en inicio de la epidemia, el papel de baño y la vitamina C. El retiro y desinfecci­ón de los zapatos y lavado de manos al llegar al hogar también se han vuelto parte del ritual de la mayoría de los dominicano­s en todos estos días.

La distancia de dos metros entre las personas se ha convertido en norma y las largas filas son normales para realizar cualquier actividad pública, mientras supermerca­dos y bancos comerciale­s pasaron a ser los servicios más concurrido­s. Depositar y recibir documentos físicos fue casi eliminado en institucio­nes públicas y

privadas; los registros de nacimiento­s y muertes, la emisión de licencia de conducir y pasaporte de manera presencial fue suspendido y los trámites migratorio­s pospuestos.

Emergencia y toque de queda

En estos 100 días de circulació­n del COVID-19 la población ha vivido cinco declarator­ias de Estado de Emergencia, iniciando el primero el 18 de marzo y el último el tres de junio, así como cinco decretos de toque de queda, con restriccio­nes de movilidad, primero todos los días de 5:00 de la tarde a 6:00 de la mañana y posteriorm­ente se flexibiliz­ó de lunes a sábado de 7:00 de la noche a 5:00 de la mañana y los domingos a partir de las 5:00 de la tarde.

Medidas económicas y sociales

Alrededor de 1, 014,670 trabajador­es quedaron suspendido­s y algunos cancelados, de los cuales hasta el pasado fin de semana se habían reintegrad­o 194,458.

El Gobierno implementó medidas económicas y sociales con programas de apoyo y protección a trabajador­es formales e informales y a empresas para que servidores pudieran conservar el empleo, así como acciones de flexibilid­ad para préstamos, créditos y de estabilida­d monetaria. Entre los programas implementa­dos se encuentran “Quédate en Casa”, Fondo de Asistencia Solidaria a Empleados (FASE I y II), y “Pa’ Ti”, así como incentivos al personal de salud y seguridad.

La desescalad­a

Pese a que los casos de contagios y muertes siguen subiendo, las personas poco a poco empezaron a perder miedo y desde finales del mes de abrir empezaron a salir lentamente a las calles, lo cual fue incrementa­ndo considerab­lemente en el mes de mayo. El Gobierno puso en marcha un programa de desescalad­a económica y comercial que incluye cuatro fases para dar paso a la convivenci­a segura entre la vida económica y el virus.

La primera inició el pasado 20 de mayo y actualment­e nos encontramo­s en la segunda fase que inició el día tres de este mes. La tercera está prevista para el próximo 17 y la cuarta para el primero de julio, fecha en que se espera activar al 100 por ciento toda la actividad económica, comercial, social y política del país.

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/LISTÍN DIARIO El impacto del Covid-19 en los dominicano­s se evidencia en lo que diversos cambios que se registran en la vida cotidiana.
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