Muerda el contexto y cada personaje estrechará su mano
No memorice nombres inconexos, adéntrese en los contextos y no solo será contertulio de los personajes, ellos mismos le explicarán sus circunstancias.
Comparando contextos aprendemos más que memorizando nombres y fechas. Le presento a Fray Jerónimo Savonarola, carismático predicador dominico. Durante meses atacó al papa Alejandro VI (1492 – 1503), los escándalos de la curia romana y los vicios de los Medicis florentinos. Aprovechando una invasión francesa de Italia y la huída de los Medicis, Savonarola creó en Florencia una república religiosa e intolerante. ¡Se le adelantó al Calvino de Ginebra más de cuarenta años! La gente quemaba en hogueras: vestidos indecentes, representaciones mitológicas y obras consideradas inmorales.
En 1517, Lutero no quería romper con el papa, sino dar a conocer sus tesis y debatirlas. Estando excomulgado, reafirmó valientemente sus ideas en la Dieta de Worms en 1521 delante del hombre más poderoso del XVI: Carlos V, paladín del catolicismo.
Lutero se murió en su camita en 1546, en cambio, el dominico Savonarola fue ahorcado y quemado en 1498, ¿Qué había cambiado, o en qué estaba la diferencia entre un rebelde en Florencia y otro en los territorios alemanes? Savonarola vivió en una Italia formada por diversas unidades políticas sobre la cuales el papado todavía influía decisivamente. A pesar de haber escrito a los príncipes contemporáneos contra Alejandro VI, Savonarola y sus planteamientos solo eran conocidos en Florencia. Bastó que Alejandro VI declarase que si no castigaban al dominico, Florencia quedaría sin sacramentos y sin actividad comercial.
En el caso de Lutero, gracias a la imprenta, todo el que supiera leer en los principados alemanes conocía sus planteamientos antes del mes de promulgados. Además, la nobleza alemana estaba harta de los impuestos del papa y del emperador y ambicionaba las prósperas tierras en manos de religiosos y obispos. Los amigos de Lutero hicieron bien en “secuestrarlo” luego de la Dieta Worms, sabían que corría peligro. Cerca de su muerte en 1558, Carlos V se arrepentía de haber guardado su palabra de no hacerle daño a Lutero: “mucho erré en no matar a Lutero… erré, porque yo no era obligado a guardarle la palabra por ser la culpa de hereje…”. Al dominico reformador Savonarola, lo condenó el papa; al hereje Lutero, ¡lo salvó el Emperador!
El autor Es ProfEsor asociado PucMM dE la mmaza@pucmm.edu