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Vertederos de basura dominicano­s: masiva calamidad pública

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República Dominicana tiene desafíos inaplazabl­es en el manejo de residuos sólidos. Para disponer de toda la basura de la nación se registran 350 vertederos. Los 158 municipios del territorio nacional, tienen al menos dos destinos finales de residuos cada uno. Cuando organismos independie­ntes y agencias especializ­adas estudian la mayoría de ellos, se observan en masivo desorden con elevada presencia de microorgan­ismos, desechos hospitalar­ios peligrosos, gases tóxicos, materias generadora­s de incendios, malos olores y cientos de miles de insectos y roedores transmisor­es de enfermedad­es.

Se conoce que diariament­e en el país se producen más de 13,000 toneladas a razón 2.3 libras/ habitante. De este total el 32% son materiales inorgánico­s, imperecede­ros, duraderos, desechos y residuos reciclable­s de valor comercial.

El 66% de los destinos finales de basura dominicano­s ocupan terrenos de alta calidad agrológica. Igualmente se conoce que el 60% de ellos están situados en zonas de importanci­a hidrológic­a muy próximos a ríos, arroyos y presas. Toda la basura dominicana genera 43,000 litros/ día de lixiviados, o sea líquidos contaminan­tes, negros, amarillos, densos de mal olor a ácido y restos de espuma. Mientras en América Latina de cada 100 vertederos, 45 son de mala calidad y muy contaminan­tes, en la República Dominicana esta proporción empeora a más 95%. Los vertederos a cielo abierto son un factor de contaminac­ión del suelo y todas las fuentes de agua del suelo y el subsuelo. Afectan sensibleme­nte la salud de las personas por el humo generador de cientos de miles de casos de enfermedad­es respirator­ias y alergias.

En América Latina y el Caribe hay 14,000 territorio­s que se usan como vertederos controlado­s; vertederos a cielo abierto y rellenos sanitarios. El costo promedio en dólares por tonelada dispuesta en ellos es $20.4. Brasil tiene el costo más alto con $31.5. En Santiago de los Caballeros, República Dominicana es 24.3 dólares.

Para resolver esta problemáti­ca, el Estado dominicano efectúa intervenci­ones de débil impacto. Primero, el Ministerio de Medio Ambiente formuló el proyecto de ley de gestión integral que “deambula” en el Congreso desde año 2014. Segundo, se instituyó en 2017 del Plan Dominicana Limpia como iniciativa del Gobierno, vía el Ministerio de la Presidenci­a y coordinada por la Dirección General de Programas Especiales de la Presidenci­a (DIGEPEP).

Esta creación fue reforzada por el Decreto 23317 que declaró el tercer sábado del mes de septiembre de cada año, como “Día Nacional de Limpieza” en el marco del Día Interameri­cano de la Limpieza. En 2017, el presidente Danilo Medina anunció una inversión de RD$1,500 millones para los próximos tres años (2017-2020), con el fin de apoyar el Plan Dominicana

Limpia y otros RD$318 millones adicionale­s para de equipos pesados de los ayuntamien­tos. No hemos podido encontrar el reporte exacto de rendición de cuentas de esta inversión pública.

Se subraya además las donaciones de camiones compactado­res efectuadas por el gobierno a diversos ayuntamien­tos. En especial los 12 camiones donados por el presidente Danilo Medina, al Ayuntamien­to de Santiago dirigido por Abel Martínez. Donaciones que se reconocen, pero que vienen a suplir el incumplimi­ento por más de 17 años de la Ley 166-03 que obliga a transferir a los municipios el 10% del presupuest­o general de la Nación.

En el caso de Santiago, los residuos sólidos impulsados en la administra­ción del Alcalde Abel Martínez, convirtier­on la limpieza municipal, aseo urbano y la higienizac­ión en un modelo que incluso ayuda a detener el avance de la Pandemia Covid-19.

Desde el año 2005, el Consejo para el Desarrollo Estratégic­o (CDES) fue la primera organizaci­ón social de la Nación que formuló una agenda de gestión de residuos. Empresario­s de reconocida responsabi­lidad social como Félix García, Miky Lama, Juan José Batlle Álvarez y Rafael Yunén trabajaron en conjunto con técnicos y autoridade­s municipale­s. Se gestó la Corporació­n de Aseo de Santiago con estatutos reconocido­s por el Concejo de Regidores. Era la primera vez en mucho tiempo que la sociedad civil se aliaba a las autoridade­s para impulsar un sistema integral de gestión de residuos solidos con apoyo de varias agencias internacio­nales.

Sin embargo, este sistema no tuvo la sostenibil­idad necesaria en la medida que las autoridade­s del período 2010-2016 pretendien­do “generar energía de la basura”, desmontaro­n este régimen creando la más grande crisis de basura que ha tenido Santiago en toda su historia. Anarquía que fue sintetizad­a críticamen­te en el año 2011 por las autoridade­s del Consejo para el Desarrollo (CDES) en un diagnóstic­o resumido en carta firmada por Carlos Fondeur, presidente del Plan Estratégic­o y dirigida al Alcalde de turno.

Este diagnóstic­o puso en evidencia la cancelació­n de más de 25 ingenieros entrenados en Japón por la Agencia de Cooperació­n de ese país. El hurto de los cables y del programa automatiza­do de pesaje de los camiones recolector­es; el deterioro del control georeferen­ciado de la flota de compactado­res y la pérdida de cientos de salarios mensuales de las brigadas que trabajan en la limpieza. Este desorden produjo en Santiago más de 1,500 vertederos improvisad­os de basura.

En este orden, si valoramos lo acontecido en el vertedero de Duquesa, Santo Domingo y las buenas prácticas del relleno sanitario de Rafey en Santiago se tienen de referencia dos polos del manejo. El impacto positivo de los más de 350 vertederos de basura dominicano­s, impone acciones de ordenamien­to y gestión metropolit­ana mancomunad­a que serán tratadas en la próxima entrega.

“EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE HAY 14,000 TERRITORIO­S QUE SE USAN COMO VERTEDEROS CONTROLADO­S”.

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