Se avecina una crisis de deuda para los países pobres
Desde Angola hasta Jamaica, pasando por Ecuador y Zambia, los países pobres han visto sus finanzas destrozadas por la pandemia.
El presidente de Tanzania ha pedido a “nuestros hermanos ricos” que cancelen la deuda de su país. Bielorrusia se desvió hacia un incumplimiento cuando no pudo obtener un préstamo de 600 millones de dólares de Rusia. Líbano ha emprendido su primera reestructuración de la deuda. Y Argentina ha incumplido por novena vez.
Las bajas tasas de interés de la última década dieron lugar a una alianza poco probable entre países pobres e inversores internacionales. Los gobiernos, las empresas estatales y otras compañías pudieron recaudar dinero, de manera relativamente barata, para financiar su crecimiento, mientras que los inversores que buscaban mejores rendimientos de los que obtenían en su país engulleron esa deuda. Como resultado, los países en desarrollo deben cantidades de dinero sin precedentes a los inversores, gobiernos y otras instancias fuera de sus fronteras: 2.1 billones de dólares para países clasificados por el Banco Mundial como de “bajos ingresos” e “ingresos medio-bajos”.
Ahora, la pandemia está desgastando esa alianza. La actividad económica se ha detenido. Los gobiernos deben miles de millones de dólares en intereses y pagos de capital, que de repente se han encarecido por la volatilidad en los mercados de divisas, mientras que los costos de la salud pública se disparan. Y los inversionistas no tienen ánimo de condonar.
“La última vez que tuvimos tantos países, que probablemente se hundieran al mismo tiempo fue en los 80”, afirmó Mitu Gulati, profesor de Derecho de la Universidad Duke, en Carolina del Norte, que estudia las deudas de los países.
Resolver esas deudas llevó años de negociaciones, medidas de austeridad y un estancamiento del desarrollo económico. Pero la crisis de deuda que amenaza hoy podría ser aún más difícil de solucionar.
Durante mucho tiempo, los países pobres pudieron obtener préstamos de instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, o de los gobiernos de sus socios comerciales. Pero en los últimos años , su deuda, generalmente en forma de bonos, se ha hecho popular entre las empresas de inversión privada. Los fondos de inversión, a su vez, la colocaban en fondos de pensiones de clientes, oficinas familiares y fondos cotizados en bolsa. Y esas entidades tienen sus propias reglas, lo que complicará cualquier esfuerzo para negociar términos más fáciles.
Hay mucho en juego: la disputa de varios años de Argentina con un grupo de fondos de cobertura, incluyendo a Elliott Management de Nueva York, es un recordatorio de lo que puede suceder cuando un país falla en los pagos de la deuda. Los fondos de cobertura compraron bonos argentinos, poco antes de que el país incumpliera sus obligaciones en 2001, y buscaban el reembolso total “incluso llegando al grado de incautar un buque naval argentino”, en lugar de resolverlo mediante una reestructuración de la deuda. Cuando las partes finalmente llegaron a un acuerdo en 2016, Elliott recibió casi el 400 por ciento de su inversión original, según funcionarios argentinos.
Los inversionistas privados han comprado más deuda que las instituciones de préstamo oficiales en países latinoamericanos, de Asia Oriental y países emergentes de Europa.
El Fondo Monetario Internacional ya ha ampliado dos programas de préstamos de emergencia, y más de 100 países se han inscrito. Los programas ayudarán a corto plazo, explicó Ramin Toloui, subsecretario del Tesoro durante el gobierno de Obama, pero se requerirá mucho más para mantener solventes a los países pobres. El FMI ha estimado la necesidad actual total de los países prestatarios en 2.5 billones de dólares.
En marzo, los líderes del Banco Mundial y del FMI suspendieron los pagos de 76 países que deben grandes pagos a China. Unas semanas después, el Grupo de los 20, gobiernos de grandes economías y bancos centrales, incluidos Estados Unidos, Alemania y China, respaldaron una suspensión de pagos.
Esas organizaciones han hecho un llamado a los inversionistas privados a que se unan a la suspensión.
El Instituto de Finanzas Internacionales, un grupo mundial de este sector, tardó cuatro semanas en ofrecer una propuesta. El 28 de mayo, el grupo informó que cada inversionista decidiría si aceptaba una moratoria, y que cualquier pago de intereses omitido se añadiría al pago de capital de los prestatarios. Los países saldrían de la moratoria con más deuda de la que tenían.
Inversionistas privados no tienen ánimo condonador.