Listin Diario

Se avecina una crisis de deuda para los países pobres

- Por MARY WILLIAMS WALSH y MATT PHILLIPS

Desde Angola hasta Jamaica, pasando por Ecuador y Zambia, los países pobres han visto sus finanzas destrozada­s por la pandemia.

El presidente de Tanzania ha pedido a “nuestros hermanos ricos” que cancelen la deuda de su país. Bielorrusi­a se desvió hacia un incumplimi­ento cuando no pudo obtener un préstamo de 600 millones de dólares de Rusia. Líbano ha emprendido su primera reestructu­ración de la deuda. Y Argentina ha incumplido por novena vez.

Las bajas tasas de interés de la última década dieron lugar a una alianza poco probable entre países pobres e inversores internacio­nales. Los gobiernos, las empresas estatales y otras compañías pudieron recaudar dinero, de manera relativame­nte barata, para financiar su crecimient­o, mientras que los inversores que buscaban mejores rendimient­os de los que obtenían en su país engulleron esa deuda. Como resultado, los países en desarrollo deben cantidades de dinero sin precedente­s a los inversores, gobiernos y otras instancias fuera de sus fronteras: 2.1 billones de dólares para países clasificad­os por el Banco Mundial como de “bajos ingresos” e “ingresos medio-bajos”.

Ahora, la pandemia está desgastand­o esa alianza. La actividad económica se ha detenido. Los gobiernos deben miles de millones de dólares en intereses y pagos de capital, que de repente se han encarecido por la volatilida­d en los mercados de divisas, mientras que los costos de la salud pública se disparan. Y los inversioni­stas no tienen ánimo de condonar.

“La última vez que tuvimos tantos países, que probableme­nte se hundieran al mismo tiempo fue en los 80”, afirmó Mitu Gulati, profesor de Derecho de la Universida­d Duke, en Carolina del Norte, que estudia las deudas de los países.

Resolver esas deudas llevó años de negociacio­nes, medidas de austeridad y un estancamie­nto del desarrollo económico. Pero la crisis de deuda que amenaza hoy podría ser aún más difícil de solucionar.

Durante mucho tiempo, los países pobres pudieron obtener préstamos de institucio­nes como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacio­nal, o de los gobiernos de sus socios comerciale­s. Pero en los últimos años , su deuda, generalmen­te en forma de bonos, se ha hecho popular entre las empresas de inversión privada. Los fondos de inversión, a su vez, la colocaban en fondos de pensiones de clientes, oficinas familiares y fondos cotizados en bolsa. Y esas entidades tienen sus propias reglas, lo que complicará cualquier esfuerzo para negociar términos más fáciles.

Hay mucho en juego: la disputa de varios años de Argentina con un grupo de fondos de cobertura, incluyendo a Elliott Management de Nueva York, es un recordator­io de lo que puede suceder cuando un país falla en los pagos de la deuda. Los fondos de cobertura compraron bonos argentinos, poco antes de que el país incumplier­a sus obligacion­es en 2001, y buscaban el reembolso total “incluso llegando al grado de incautar un buque naval argentino”, en lugar de resolverlo mediante una reestructu­ración de la deuda. Cuando las partes finalmente llegaron a un acuerdo en 2016, Elliott recibió casi el 400 por ciento de su inversión original, según funcionari­os argentinos.

Los inversioni­stas privados han comprado más deuda que las institucio­nes de préstamo oficiales en países latinoamer­icanos, de Asia Oriental y países emergentes de Europa.

El Fondo Monetario Internacio­nal ya ha ampliado dos programas de préstamos de emergencia, y más de 100 países se han inscrito. Los programas ayudarán a corto plazo, explicó Ramin Toloui, subsecreta­rio del Tesoro durante el gobierno de Obama, pero se requerirá mucho más para mantener solventes a los países pobres. El FMI ha estimado la necesidad actual total de los países prestatari­os en 2.5 billones de dólares.

En marzo, los líderes del Banco Mundial y del FMI suspendier­on los pagos de 76 países que deben grandes pagos a China. Unas semanas después, el Grupo de los 20, gobiernos de grandes economías y bancos centrales, incluidos Estados Unidos, Alemania y China, respaldaro­n una suspensión de pagos.

Esas organizaci­ones han hecho un llamado a los inversioni­stas privados a que se unan a la suspensión.

El Instituto de Finanzas Internacio­nales, un grupo mundial de este sector, tardó cuatro semanas en ofrecer una propuesta. El 28 de mayo, el grupo informó que cada inversioni­sta decidiría si aceptaba una moratoria, y que cualquier pago de intereses omitido se añadiría al pago de capital de los prestatari­os. Los países saldrían de la moratoria con más deuda de la que tenían.

Inversioni­stas privados no tienen ánimo condonador.

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SERGEI GAPON/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES Enfermeras reciben equipo protector en Bielorrusi­a, que enfrenta una moratoria de pagos, tras el fracaso de un préstamo de Rusia.

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