El diseño ficción aborda los problemas irreales
Si te quieres casar en el pueblo de Lithopia, tendrás que informar a los satélites. Primero, un dron identificará a la feliz pareja por reconocimiento facial. La transacción se registrará, utilizando criptografía, en un libro mayor de cadena de bloques, como un “contrato inteligente”.
Si compras una casa, un comprador y vendedor harán un ritual de transferencia haciendo rodar monedas gigantes impresas en 3D. Las monedas contienen litio, extraído en secreto por los ciudadanos. La sociedad litopiana es un modelo de estado de vigilancia cordial, gobernado por gestos humanos, una cadena de bloques y litio.
El proyecto conceptual “Lithopy” es una sátira del bitcoin y la fiebre del litio en la República Checa para satisfacer la demanda europea de las baterías de automóviles.
Esta visión de las presiones de la industria tecnológica existe como una muestra en el pabellón checo de la Trienal de Milán de 2019; como un portal en internet en curso; como código informático en GitHub, un depósito global para software de código abierto; como una película multicanal; y como un artículo académico para una sociedad informática.
“Lithopy”, creado por Denisa Kera, investigadora de la Universidad de Salamanca, España, y Petr Sourek, un dramaturgo, forma parte de un creciente movimiento llamado diseño ficción, que aplica el diseño a situaciones especulativas de tipo ciencia ficción. “Tenemos una nueva generación de contadores de historias, cuyo proceso creativo se asemeja más a los arquitectos y científicos”, explicó Karen Wong, subdirectora del New Museum de NY.
El diseño ficción ha sido el campo de los diseñadores e investigadores que intercambian ideas con hackers clandestinos, activistas políticos y escritores de ciencia ficción. Está llegando a los laboratorios de los tecnólogos y, tal vez, a los hogares de las personas.
El ejercicio del diseño ficción implica resolver un problema imaginario y puede incluir películas, objetos, sitios en internet, libros o bocetos.
En este sentido, algunas obras parecen tener mucho en común con el diseño fílmico de las películas futuristas. “Blade Runner” o “Minority Report”, por ejemplo, son admiradas por su meticulosa extrapolación de la tecnología a mundos del futuro cercano.
De manera similar, la serie de películas conceptuales de diseño ficción de Keiichi Matsuda “Augmented (Hyper) Reality”, de 2010, imagina la evolución, de lo que entonces eran los primeros experimentos en realidad aumentada. Muestra una interfaz digital que coloca un fondo de pantalla a toda nuestra experiencia del mundo, llena de anuncios y mensajes de amigos. Hoy, inmersos en nuestros mundos digitales, se siente como si pudiéramos estar siguiendo la trayectoria de Matsuda.
Algunos diseños ficción son claramente contrafactuales. La artista Patricia Piccinini crea obras que son a la vez impactantes y científicas: representó a Australia en la Bienal de Venecia de 2003 con “We Are Family”, una escultura realista de una madre y sus bebés, cuyos cuerpos tenían forma de cerdo, pero sus rostros y expresiones eran humanos.
A medida que nuestro mundo actual se vuelve cada vez más irreconocible, estos escenarios, en los que se toman como hechos imposibilidades extravagantes y distópicas, tienen un atractivo. ¿Cómo podrían sobrevivir las especies a las plagas, a los cambios climáticos o incluso a la extinción? Las respuestas del diseño ficción demuestran nuestra capacidad de adaptación: un mensaje para nuestros propios tiempos surrealistas.