La mies es mucha
Este pasaje del Evangelio, siempre me ha llamado la atención. Me he sentido siempre como parte de esos trabajadores de la Viña del Señor, que no trabajo mucho por el Reino como hubiera querido. Y durante esta Pandemia, lo he pensado mucho más. Me siento como el siervo inútil al que el Señor llama la atención. Pienso que la oración debe de ir acompañada de la acción, y en estos momentos solo me ocupo de la oración, pues, ni la Comunión he podido recibir durante estos meses de Pandemia. Y ya la Oración Espiritual, que rezo con el Papa Francisco desde su Capilla privada en su residencia de Santa Marta, día tras día, me resulta muy poco. Le pido al Señor cada día que esta Pandemia termine pronto, aunque siempre se dice que durará mucho tiempo, que debemos acostumbrarnos a vivir en esta circunstancia mucho más. El tiempo pasa, y nos ponemos más viejos, e impacientes de no llegar a ningún lado. Le pido a los discípulos a quienes Jesús envía hoy dándoles autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia que tenga misericordia de nosotros. El nos manda: “a que no vayan a tierra de gentiles, ni entren en las ciudades de Samaria, sino vayan a las ovejas descarriadas de Israel. Vayan y proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis.” Amén