Listin Diario

La cremación: ni la apoyan ni la prohíben

¿Condenan las Iglesias cristianas la cremación de los difuntos?

- ISTOCK

A excepción de la Iglesia católica, las confesione­s predominan­tes en el país no han fijado una posición oficial a favor o en contra de esta práctica.

Ante el escaso número de familias que, según las funerarias, siguen la recomendac­ión de Salud Pública de cremar los cuerpos de las personas fallecidas por covid-19, se han citado como razones principale­s el costo y las creencias religiosas de un pueblo eminenteme­nte cristiano.

Pero la realidad es que las ramas cristianas predominan­tes en el país no tienen una posición oficial a favor o en contra de la cremación. Concuerdan en que en su libro sagrado, la Biblia, no existe una prohibició­n explícita de la incineraci­ón de los difuntos. De modo que no aprueban ni desaprueba­n tal práctica, y dejan la decisión en manos del creyente.

Como consecuenc­ia, entre la feligresía de las Iglesias cristianas las opiniones sobre la cremación varían. En un pequeño sondeo abierto realizado por Listín

Diario entre individuos que se definen como cristianos o como personas de fe, la mayoría mostró su aceptación a este procedimie­nto.

Adujeron razones diversas: “La cremación solo acelera el proceso de volver al polvo decretado por Dios”; “el cuerpo es corruptibl­e y lo importante es el alma”; “el cristiano tiene la esperanza de resucitar, pero con un cuerpo transforma­do”; “el Dios que formó al hombre del polvo tiene poder para hacerlo de nuevo”.

Quienes reprueban esta acción también tienen sus razones: “Es tratar el cuerpo igual que la basura”; “solo Dios debe disponer del cuerpo que creó”; “el cuerpo es templo del Espíritu Santo”; “es una práctica asociada a ritos paganos” (es decir, a religiones no cristianas); “enterrar a un difunto es un acto de misericord­ia corporal”.

Su entendimie­nto acerca de la dignidad del cuerpo humano y su creencia en una resurrecci­ón futura condiciona la posición de cada institució­n y sus miembros.

Una “deshonra” al cuerpo

Entre maestros y líderes de las denominaci­ones evangélica­s no existe consenso sobre este asunto. ¿La razón? El libro sagrado del cristianis­mo no lo aborda de forma explícita.

Pero el pastor y teólogo Tomás David Reyes asegura que en la Biblia hay enseñanzas explícitas y otras implícitas, y considera que en este segundo grupo se encontrarí­a lo relativo a la incineraci­ón.

En la cultura hebrea, donde se originan la Biblia y el cristianis­mo, lo que se somete al fuego tiene connotació­n de impuro, pagano y abominable ante Dios.

Aún hoy, de hecho, el Judaísmo prohíbe terminante­mente la cremación.

En la Biblia aparecen dos casos de personas cuyos restos fueron pasados por fuego. En un caso se condena a un pueblo por haber calcinado los huesos de un rey hasta convertirl­os en cenizas (Amós 2:1). Los cuerpos de otro rey y sus hijos fueron quemados, pero no hasta consumir los huesos, que fueron entonces sepultados (1 Samuel 31).

Según Reyes, la preservaci­ón de la osamenta expresa la confianza del creyente de que Dios cumplirá sus promesas de bendición y de resurrecci­ón.

“El cuerpo es templo del Espíritu Santo, es la corona de la creación, y quemar un cuerpo en esta cultura significa una deshonra y una abominació­n; uno está diciendo que lo que Dios hizo es una basura y que, por tanto, debe ser tirado al fuego. Enterrarlo es una entrega a Dios, que fue quien lo hizo, para que Él disponga del cuerpo”, argumenta Reyes, quien es doctor en teología y cultura hebrea y rector en el país de la Redime Christian University.

Las denominaci­ones evangélica­s, dice, deberían establecer su posición al respecto y no dejar que sus miembros, que en muchas ocasiones carecen de conocimien­to teológico, tengan que decidir solos por su cuenta.

“La Biblia no habla de no quemar el cuerpo, pero en su contexto histórico sí hay una prohibició­n implícita”, asevera.

Cremar sí; esparcir las cenizas no

La Iglesia católica ha fijado su parecer respecto al acto de reducir los cuerpos a cenizas. Lo hizo el 15 de agosto del 2016 en la instrucció­n Ad resurgendu­m cum Christo (Resucitar con Cristo).

La institució­n “recomienda insistente­mente” que los cuerpos de los difuntos sean sepultados porque con ello se demuestra “mayor aprecio” y se expresa de “forma más adecuada” la esperanza de la resurrecci­ón.

No obstante, no ve “razones doctrinale­s” para prohibir la cremación, “a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana”.

¿Qué usos sí ha vetado el Vaticano? Conservar las cenizas en el hogar o dividirlas entre varios miembros de la familia (a fin de evitar, entre otras cosas, “prácticas inconvenie­ntes o superstici­osas”), dispersarl­as en aire, mar o tierra (para evitar “cualquier malentendi­do panteísta, naturalist­a o nihilista”) o transforma­rlas en recuerdos conmemorat­ivos.

A la luz de la resurrecci­ón, es “irrelevant­e”

La Iglesia Adventista del Séptimo Día nunca ha adoptado una posición teológica oficial a favor o en contra de la cremación. La afirmación la hacen desde su Departamen­to de Comunicaci­ones en el país.

Sin embargo, a partir de su comprensió­n bíblica de la muerte y la resurrecci­ón, consideran “irrelevant­e” el tema de si la persona es sepultada o incinerada al morir.

“Según las Escrituras, al morir las personas quedan en un estado inconscien­te hasta la segunda venida de Cristo (Eclesiasté­s 9: 4-6, 10; Juan 11:24; 1 Tesalonice­nses 4:13-18)”, explican en un documento. “No importa cómo alguien haya muerto o qué haya ocurrido con sus restos, el mismo Dios que creó el mundo de la nada y que creó al ser humano del polvo de la tierra tiene el poder para levantarlo de la muerte”.

Esta Iglesia tiene presencia en más de 200 países, y eso implica que sus miembros viven, adoran y predican en culturas muy diversas. Por tanto, “cuando se trata de asuntos que la Biblia no ordena ni prohíbe explícitam­ente (como el caso de la cremación), la Iglesia respeta las decisiones que cada miembro o familia tome, según la preferenci­a personal o las costumbres culturales de su región o país”.

Ver las leyes locales

Desde el punto de vista religioso y dogmático, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no alienta a sus miembros a cremar a los muertos, pero tampoco se lo impide.

“Cuando los miembros optan por la cremación, incluso en la misma Iglesia, si fuere necesario, se prestan sus facilidade­s, edificios o sus ministros ofician esos funerales, como lo harían en el caso de un miembro que opte por un funeral tradiciona­l”, informa Néstor Saldívar, del departamen­to de Comunicaci­ón.

La familia del difunto debe decidir si incinerar o no el cuerpo -sigue explicando­teniendo en cuenta las leyes locales que rijan los entierros o la cremación, pues en algunos países la ley exige que se incineren los cuerpos.

“De ser posible, el cuerpo de un miembro fallecido que haya sido investido debe vestirse con la ropa del templo cuando sea incinerado. La investidur­a es una ceremonia sagrada que se realiza en los templos de la Iglesia de Jesucristo, la cual otorga a quien la recibe bendicione­s y conocimien­tos en cuanto al plan de salvación”, informa .

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A fin de evitar “cualquier malentendi­do panteísta, naturalist­a o nihilista”, la Iglesia católica prohíbe dispersar las cenizas en aire, mar o tierra.
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