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FISIOPATOL­OGÍA DEL COVID-19

Es un hecho que las tasas de letalidad por COVID-19 aumentan ante ciertos factores como la edad y las enfermedad­es crónicas.

- DRA. EVANGELINA SOLER

Es un hecho que las tasas de letalidad por COVID-19 aumentan ante ciertos factores como la edad y las enfermedad­es crónicas.

La enfermedad inicia cuando el virus llega al or- ganismo a través de partículas aerosoliza­das o por contacto de super cies contaminad­as en

contacto directo a boca, ojos o nariz. En ese mo- mento se inicia el periodo de incubación que va de 1 a 14 días, con una media de 4 -7 días.

Este virus monocatena­rio pertenece a la fami- lia de los ARN, al igual que los demás coronaviru­s. Tiene la apariencia de corona visto por microscopi­a electrónic­a, con una envoltura redonda dotada de glicoprote­ínas en sus extremos con diámetro de 60 - 140 nm, con algunas diferencia­s en su estructura genómica, pero con un 79% de similitud al SARS- CoV y un 50% al MERS.

A su entrada al organismo se aloja en la mucosa nasal y en la orofaringe y desde su llegada propi- cia tres fases de la enfermedad, siendo la primera la fase temprana. La segunda, la fase donde el virus afecta al pulmón y la tercera fase de reacción de hi- perrespues­ta in amatoria.

Al igual que el SARS- CoV, el SARS- CoV 2 utiliza los receptores de la enzima convertido­ra de angiotensi­na 2 (ECA 2) para la replicació­n viral (5). Estos re- ceptores están distribuid­os en todo el organismo, siendo el pulmón, el endotelio vascular, riñón, co- razón y tracto gastrointe­stinal los tejidos de mayor expresión de la carga viral, de ahí se comprende la gran viremia una vez se encuentra en la fase pulmo- nar, donde son atacados los macrófagos alveolares, monocitos y linfocitos, especialme­nte las células T auxiliares (T helper cells) y celulas NK (natural killer), en sentido general, produciend­o la disminució­n im- portante del recuento de estas últimas a medida que la enfermedad muestra su estado de progresión.

Por otra parte, los neutró los polimorfon­ucleares incrementa­n, además de otros reactantes de fase aguda, como la proteína C reactiva, ferritina, TNF, IL-6, IP-10, MCP1, MIP1A, produciend­o lesión directa al parénquima pulmonar con vasodilata­ción y una exagerada permeabili­dad vascular.

A medida que avanza la enfermedad, alrede- dor del séptimo día, se genera en los pacientes la llamada tormenta de citoquinas, donde la IL-6 y la IL-8 juegan un papel prepondera­nte, resultando de la gran actividad de los neutró los activados. La evaluación de estos biomarcado­res va a producir en el tejido pulmonar una gran diferencia­ción en cuanto a la insuficien­cia respirator­ia representa­da por un grupo de síndromes de distrés respira- torio agudo (SDRA). En la etapa más grave de la enfermedad se ha podido identi car un estado de hipercoagu­labilidad sanguínea producto de la reacción in amatoria exagerada y daño al endotelio vascular por acción directa de la IL-6, lo que propicia la supresión del sistema brinolític­o, con elevados niveles del díme- ro- D y brinógeno, en presencia de tiempo parcial de tromboplas­tina activado casi normal.

En estos pacientes que presentan hipoxemia se- vera, a pesar de compartir la misma etiología (SARSCov 2), la presentaci­ón es variable y se ha asociado a diferentes factores incluyendo la gravedad de la infección y la respuesta inmune del huésped. Es por esto que se han podido identifica­r patrones dife- rentes del COVID-19, clasifican­do un grupo como fenotipo H. Estos pacientes presentan un gran shunt derecha-izquierda, alta elastancia, alto peso pulmonar y capacidad de reclutamie­nto, quienes además responden bien a la ventilació­n mecánica con alto PEEP.

El otro grupo identifica­do es el fenotipo L, con pulmones de bajo peso, baja elastancia, baja

relación ventilació­n perfusión y baja capacidad de reclutamie­nto. Esto se traduce clínicamen­te a hipoxemia grave, asociado a disnea severa, los cuales se benefician y responden mejor al oxíge- no con alto flujo. En los reportes de biopsia se encontró escaso número de pacientes con daño alveolar difuso, exudado fibrinoso, descamació­n de neumocitos y formación de membrana hialina, hallazgos típicos del SDRA. A nivel cardíaco se puede evidenciar que el virus participa con una mala regulación de los receptores de la ECA 2, debido a la respuesta in amatoria y el daño tisular cardiaco, los cuales se pueden identi - car con biomarcado­res, como troponina I y BNP ele- vadas, así como datos ecocardiog­rá cos de dicha agresión miocárdica. A nivel renal, un porcentaje de los pacientes con COVID-19 presentó insu cien- cia renal aguda (IRA), dado en parte a la tormenta de citoquinas, a la desregulac­ión de los líquidos, la rabdomioli­sis, la afectación cardiaca y la sepsis en sentido más ampliado.

Adicional a todo lo expuesto anteriorme­nte, se han realizado estudios que buscan identi car los factores que in uyen sobre la expresión del gen de la enzima convertido­ra de angiotensi­na 2, reve- lando que su regulación positiva está asociada al tabaquismo, diabetes e hipertensi­ón, condicione­s que se encuentran estrechame­nte asociados con un mayor grado de severidad en la enfermedad por COVID-19.

La obesidad es otra afección considerad­a como factor de riesgo, ya que estos pacientes presentan mala ventilació­n por trastornos restrictiv­os, un au- mento del estrés oxidativo, resistenci­a a la insulina y un importante deterioro de la respuesta inmune ante agentes infeccioso­s.

Sin embargo, también se han estudiado obser- vaciones inesperada­s de que el asma y otras enfermedad­es alérgicas no son indicadore­s de severidad en la enfermedad por COVID-19, basándose en la hipótesis de que existe una expresión reducida del gen ECA2 en las células de las vías respirator­ias de estos pacientes y, por lo tanto, una disminució­n de la susceptibi­lidad a la infección. La obesidad es otra afección considerad­a como factor de riesgo

A pesar de que en la siopatolog­ía de la infección por el SARS-CoV 2 no se contempla directamen­te la de ciencia de vitamina D, se ha demostrado que las células epiteliale­s respirator­ias pueden convertir la vitamina D en su forma activa, aumentando las cito- quinas antiin amatorias involucrad­as en la respues- ta inmune a los virus respirator­ios, reduciendo las concentrac­iones de citoquinas proin amatorias que producen la in amación que daña el revestimie­nto de los pulmones, lo que lleva a la neumonía. La evidencia que respalda el papel de la vitamina D en la reducción del riesgo de COVID-19 asoció que el brote ocurrió en invierno, un momento en que las concentrac­iones de 25-hidroxivit­amina D (25 (OH) D) son más bajas y este dé cit contribuye al síndro- me de di cultad respirator­ia aguda. Se considera de- ciencia de vitamina D a valores inferiores a 20 ng/ ml, siendo el rango ideal entre 40-60 ng/ml.

Es un hecho que las tasas de letalidad por CO- VID-19 aumentan ante ciertos factores como la edad y las enfermedad­es crónicas, los cuales a su vez están asociados con una menor concentrac­ión de vitamina D.

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