INTRODUCCIÓN
Desde la aparición del SARS-CoV en 2002 y su propagación en 32 países el mundo ha experimentado el brote de MERS-CoV en el 2012 y ahora el SARS-CoV-2. Desde nales de di- ciembre del 2019 fueron reportados en China, en la ciudad de Wuhan, los primeros casos del nuevo co- ronavirus en personas relacionadas a los mercados de mariscos y pronto se convirtió en brote que a po- cos días se fue comportando como clara epidemia afectando a varios países.
Fue declarada como pandemia el 11 de marzo del 2020 por la OMS cuando momento en que se registraban más de 118,000 casos en 114 países y alrededor de 4,291 fallecimientos, de los cuales más del 90% se concentraba en tan solo cuatro países, principalmente China y la República de Corea; mientras que en otros 57 países solo habían noti - cado 10 casos o menos.
El coronavirus SARS-CoV-2 pertenece a un grupo de virus de la familia de los coronaviridae, siendo este el séptimo en aparecer, productor de la en- fermedad COVID-19. La familia de los coronavirus existe desde hace varios años y se caracteriza por producir desde un resfriado común hasta procesos neumónicos y síndromes de distrés respiratorio.
De esta familia se encuentran los alpha corona- virus (NL63 y 229E) y los beta coronavirus, como el HKU1, 0C43M, SARS- CoV; el MERS-CoV y el SARS- Cov-2. Los tres últimos se han caracterizado por una
presentación agresiva y rápida progresión de la en- fermedad y la alta tasa de mortalidad. Se presenta como una zoonosis asociado a ciertas especies como el murciélago, camello, cerdos y los pangolines.
Todos los casos de epidemias recientes muestran que los coronavirus imponen una amenaza continua para los seres humanos a medida que emergen de manera inesperada y con rápida propagación. Dado que el SARS-CoV-2 se ha expandido tan rá- pidamente, todavía no se han realizado su cientes estudios sobre cómo su sistema inmunitario puede reaccionar especí camente ante el nuevo coronavirus y cómo esto puede variar de una persona a otra.
Sin embargo, se sabe que la respuesta inmune a los coronavirus desencadena una respuesta inmune adaptativa prolongada contra estos. También se ha evidenciado que en personas con el síndrome res- piratorio agudo severo (SARS-CoV), los anticuerpos especí cos se mantuvieron durante un promedio de 2 años, con una reducción signi cativa de títulos de inmunoglobulina G en el tercer año (5). Aunque se trate de otro coronavirus, estos hallazgos han ge- nerado teorías de la potencial duración de inmuni- dad tras la exposición al nuevo coronavirus.
En una publicación reciente sobre un modelo animal donde se estudiaron cuatro monos Rhes- us expuestos previamente a SARS–CoV–2, tras la remisión de síntomas y generación de anticuerpo especí cos positivos, se expuso de nuevo a dos
2 de los monos a la misma concentración de SARS– CoV–2 (6). En estos dos especímenes no se observó cargas virales en hisopos nasofaríngeos o anales ni replicación viral a los 5 días después de la nueva exposición, lo que permitiría sugerir una respuesta inmunitaria protectora en la fase de recuperación.
No obstante, más recientemente aun, se habla de la inmunidad de rebaño o una inmunidad colectiva, pero para que esta estrategia sea efectiva se requie- re que aproximadamente el 60% de la población se vuelva resistente, ya sea al infectarse y recuperarse o al obtener una vacuna.
Una explicación al fenómeno de re-positivización sugerida en reportes de casos es que durante la fase de recuperación podría haber una oscilación en los resultados de las pruebas de PCR a coronavirus, indi- cando que después del alta hospitalaria, existe la po- sibilidad de que un número pequeño de pacientes clínicamente asintomático aún pueda portar una pe- queña cantidad de virus que es difícil de detectar.
Actualmente todos los conocimientos y es- fuerzos están inclinados a desarrollar una vacuna contra COVID-19 con la esperanza de que pronta- mente se puedan controlar los casos nuevos y a su vez, crear inmunidad prolongada ante el riesgo de posibles reinfecciones.
En marzo, la compañía Moderna comenzó a probar su vacuna de ARN mensajero (ARNm) en un ensayo clínico en fase I en Seattle, Washington.
El estudio incluye 45 voluntarios sanos, de entre 18 y 55 años, que reciben dos inyecciones con 28 días de diferencia.
En la Universidad de Queensland, en Australia, los investigadores están desarrollando una vacuna mediante el cultivo de proteínas virales en cultivos celulares, comenzando las etapas de pruebas pre- clínicas a principios de abril.
La Universidad de Oxford, por su parte, está lle- vando a cabo un ensayo clínico con más de 500 par- ticipantes que comenzó a nales de abril, utilizando un virus modi cado para activar el sistema inmune. O ciales de Oxford informaron que la vacuna tiene un 80 por ciento de potencial de éxito y podría estar disponible a partir de septiembre.
Pese a esto, es posible que la vacuna no esté dis- ponible a todo público hasta dentro de 12 o 18 me- ses, ya que se deben seguir todos los lineamientos requeridos para completar las últimasfasesdelosensayosclínicos.