El futuro luce sombrío para muchos en EUA
Brendan Hermanson, de 51 años, trabajador de la construcción durante 30 años, ha superado la pandemia sano y con trabajo. En su casa en Milwaukee, Wisconsin donde vive con su hijo mayor, intenta ignorar la política hostil del país y se pregunta si debería molestarse en votar nuevamente por el presidente Donald J. Trump, en noviembre o “sentarse y ver cómo se desmorona todo”.
En los suburbios de Filadelfia, Basil Miles, de 27 años, no está tan cómodo. Le preocupa su capacidad para mantener a su familia después de que lo despidieron de su trabajo, en el servicio de comidas, por el coronavirus. Recientemente no acudió a una cita con el médico en la ciudad porque le temía a los vigilantes blancos armados, que amenazaban a los manifestantes negros en la zona.
“No sabes lo que va a pasar después”, expresó Miles, que es negro. “Todavía hay protestas, y todavía hay cosas a las que les prenden fuego”.
A Miles y Hermanson los separan 1.100 kilómetros, llevando vidas separadas por líneas de raza, edad, ideología e ingresos. Sin embargo, hay una opinión que ambos comparten: el experimento estadounidense se tambalea.
“Me parece que estamos muy cerca de un desplome”, apuntó Hermanson, que es blanco.
Con una elección presidencial crucial, que se celebrará el 3 de noviembre, los debates políticos, eventos de campaña y luchas políticas habituales se han desvanecido para los electores, golpeados por una crisis de salud pública, luchando con una recesión económica e hirviendo de furia por las desigualdades raciales.
Con decenas de millones de desempleados, más de 116.000 muertos por el coronavirus al 16 de junio y miles de personas manifestándose en las calles, los estadounidenses ven sus preocupaciones personales y decisiones políticas, a través de una lente sorprendentemente existencial —llorando el pasado, preocupados por el presente y temerosos del futuro.
En entrevistas con más de dos decenas de electores en estados