Regresan a trabajar, en dos ruedas
PARÍS — A medida que Francia flexibilizaba una de las cuarentenas por coronavirus más estrictas de Europa el mes pasado, trabajadores urbanos se dispersaban por París durante la noche. Colocaron barreras viales, a lo largo de los carriles para automóviles y pintaron símbolos de bicicleta amarillos sobre el asfalto. En la mañana, se habían establecidos kilómetros de “ciclovías de corona”, repletos de gente que regresaba al trabajo.
Entre ellos estaba Christophe Tafforeau, de 52 años, director comercial en una agencia de capacitación laboral.
“Esta es la primera vez que he llegado a mi oficina en bicicleta, pero no quiero arriesgarme a usar el transporte público”, confesó Tafforeau, que acababa de completar un trayecto de 20 minutos, cruzando París para llegar a su trabajo cerca de la Bastilla. “Estoy en proceso de aprender a hacer que la bicicleta sea mi medio principal de traslado”.
A medida que las ciudades europeas salen de sus confinamientos, las bicicletas juegan un papel crucial para poner en movimiento a la fuerza laboral. Los gobiernos intentan revivir sus economías de una profunda recesión, pero no pueden depender por completo del transporte público para trasladar a los trabajadores, debido a la necesidad de distanciamiento social. Al menos en las zonas urbanas, las bicicletas son de repente, un componente poco probable para reactivar el crecimiento económico.
Francia, Italia, Gran Bretaña y sus vecinos están acelerando inversiones en nuevas infraestructuras para ciclistas y planes para hacer que la gente pedalee.
En los alrededores de París, los residentes pueden recibir hasta 500 euros (unos 554 dólares) en subsidios para comprar una bicicleta eléctrica y un reembolso de 50 euros para reparar una vieja.
Los proyectos de alquiler de bicicletas públicas registran una demanda récord. Al surgir nuevas ciclovías todos los días, las ventas de bicicletas se han cuadruplicado en las ciudades europeas, que decretaron el fin de los confinamientos en el hogar.
“Esta crisis ha dejado claro que necesitamos cambiar la forma en que vivimos, trabajamos y nos movemos”, enfatizó Morten Kabell, director ejecutivo de la Federación Europea de Ciclistas. “En la era del distanciamiento social, la gente desconfía del uso del transporte público y las urbes no pueden admitir más automóviles. Así que están mirando a la bicicleta, como un modo natural de movilidad para el futuro”.
Las ciudades europeas han reducido la capacidad en metros, autobuses y trenes suburbanos en hasta un 80 por ciento. Tan solo en París, alrededor de 10 millones de personas se aglomeraban todos los días en el transporte público antes de la cuarentena; hoy el sistema solo permite 2 millones para conservar el espacio entre los pasajeros.
A medida que Francia se preparaba para levantar las órdenes de confinamiento, Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, ordenó a los equipos de trabajo que crearan ciclovías emergentes alrededor de París y sus suburbios periféricos lo más rápido posible, con el objetivo de añadir 50 kilómetros este mes, siguiendo las vías del metro y los trenes suburbanos existentes.
Tafforeau compró una bicicleta usada, el día en que Francia levantó su cuarentena. “Cuando ves a la gente en el transporte público que no respeta las medidas sanitarias de seguridad, da miedo”, comentó. “El riesgo cero no existe, pero puedes minimizarlo, usando la bicicleta”.
Stephane Cueff, propietario de Au Réparateur de Bicyclettes, dijo sentirse alentado al ver una marea creciente de nuevos ciclistas que se lanzan a las calles.
“La bicicleta siempre ha sido parte de Francia”, afirmó Cueff. “Si hay un lado positivo del virus, puede ser que estemos replanteándonos cómo vivimos, y recuperemos algo de lo que habíamos perdido”.