Listin Diario

La gran ‘revolución’ de los palillos chinos

- Por AMY QIN

En Chilli Kitchen, en Pekín, los platos de Sichuan, tan picantesqu­e dejan la boca adormecida, se presentan al estilo familiar. Con palillos rojos, los comensales se sumergen en cuencos humeantes de wontons de cerdo, bañados en aceite aromático de chile y ajonjolí, y hurgan en bandejas llenas de chiles rojos secos para desenterra­r jugosos trozos de pescado asado.

Compartir la comida es una caracterís­tica principal de la forma en que los chinos transmiten afecto. Los padres eligen bocados selectos y los colocan en los platos de sus hijos como expresión de amor; los hijos les sirven a los abuelos para mostrar su respeto; y los jefes lo hacen en un gesto de generosida­d hacia sus empleados.

Ahora aumenta la preocupaci­ón de que la prolongada tradición del país de compartir comida, también pueda acelerar la propagació­n del coronaviru­s. El gobierno se ha centrado en un utensilio ubicuo: los palillos chinos.

La mayoría de comensales chinos toman su comida de platos comunales, con el mismo par de palillos que luego usan para comer, o para servir a otros. Hundirlos repetidas veces en el plato es la norma. Pero el gobierno espera cambiar los hábitos al instar a las personas a usar un segundo par de palillos —solo para servir.

Las agencias de noticias del estado lo llaman la “revolución de la mesa del comedor”. Algunos restaurant­es y cafeterías han seguido la sugerencia. Ofrecen descuentos a los comensales que usan palillos para servir.

En Pekín, Bai Yiwen, uno de los propietari­os de Chilli Kitchen, relató que, desde su reapertura a mediados de abril, más de la mitad de los grupos que acuden a sus restaurant­es han pedido palillos para servir, en comparació­n con menos del 5 por ciento antes de la pandemia.

“Antes, la gente sentía que usar palillos para servir era una molestia”, dijo Bai, de 31 años. “Pero ahora, todos se están dando cuenta del problema y poco a poco se acostumbra­n”.

Aún así, la resistenci­a es fuerte. Liu Peng, de 32 años, un consultor, indicó que aunque en los últimos meses se había acostumbra­do a usar mascarilla­s, él y sus amigos no habían cambiado sus hábitos alimentici­os.

“Quizás, usar palillos para servir es más higiénico, pero comer es el momento para que todos nos

Temores por el virus vs. cultura de compartir la comida.

relajemos, y no queremos que nos molesten con esas pequeñas reglas”, afirmó Liu. Además, razonó, el nuevo coronaviru­s es tan contagioso que los palillos para servir no van a detener su propagació­n.

En toda Asia se lanzaron campañas similares para promover el uso de palillos para servir, después del brote del síndrome respirator­io agudo severo, o SARS, a principio de la década de 2000.

El impulso ganó fuerza en Hong Kong, donde cerca de 300 personas murieron durante aquel brote. Pero la campaña apenas se notó en China continenta­l.

A menos que se promulgue una ley específica, cambiar los hábitos será una batalla cuesta arriba.

Para Shu Xiao, de 27 años, profesora en Yuxi, una ciudad en la provincia suroeste de Yunnan, las cenas grupales pueden ser desconcert­antes. Shu dice que su familia ha usado palillos para servir en casa desde el año pasado.

Cuando sale a cenar con sus amigos, no tiene el valor para pedir juegos de palillos adicionale­s, confesó. En cambio, trata de comer solo de las partes de los platos menos tocadas por sus compañeros, y combate el impulso de pensar en la cantidad de bacterias que circulan por la mesa.

“Mis amigos ya piensan que mi familia es un poco rara por usar palillos para servir en casa”, manifestó. “Así que sigo la corriente, aunque en mi corazón siempre protesto un poco”.

 ?? GIULIA MARCHI PARA THE NEW YORK TIMES ?? Compartir la comida con tus propios palillos es una señal de intimidad. Palillos para servir en una mesa en Chilli Kitchen, en Pekín.
GIULIA MARCHI PARA THE NEW YORK TIMES Compartir la comida con tus propios palillos es una señal de intimidad. Palillos para servir en una mesa en Chilli Kitchen, en Pekín.

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