La tauromaquia enfrenta retos de supervivencia
ALMADÉN DE LA PLATA, España — Estaba previsto que Extremeño, un imponente toro negro que pesa más de media tonelada, luchara hasta morir el próximo mes, en la plaza toros de la ciudad española de Valencia.
En cambio, el coronavirus le dio a Extremeño, de 4 años, una inesperada oportunidad de vivir. La fiesta de Valencia fue suspendida, junto con gran parte de una temporada española de corridas de toros, que se prolonga de marzo a octubre.
Aunque España puso fin a su estado de emergencia por el Covid-19, los criadores de toros y matadores acusan al gobierno de izquierda del país, de querer usar la epidemia como acelerador para la eliminación permanente de las corridas de toros, de conformidad con los deseos de los activistas por los derechos de los animales.
“Me parece deplorable que la fiesta del pueblo español se haya politizado tanto”, dijo Aurora Algarra, propietaria de Extremeño y una de las pocas mujeres que dirigen una granja de toros. “Ahora nos encontramos bajo un ataque tremendo del gobierno de España, pero al menos esta crisis nos ha unido, frente a la adversidad, de una manera que no había visto antes”.
Algarra se había preparado para enviar 70 toros a los ruedos este año. En su lugar, la suspensión de actividades la llevó a enviar a 30 de ellos al matadero. Gana alrededor de 400 euros, o 450 dólares, por la carne de cada animal.
Por ahora, Algarra conserva a Extremeño, con la esperanza de que las corridas de toros puedan reiniciarse pronto. Un criador puede ganar miles de euros, proporcionando seis toros para una corrida tradicional. La fiesta de la Pamplonada, que fue cancelada este año, paga hasta 15.000 euros por cada uno, afirmó.
La fiesta taurina no solo se ha visto atrapada por fuertes vientos cruzados políticos y económicos en España, sino que también ha sido denunciada por activistas, que la consideran una tortura pública de animales. En 2013, después de que la crisis financiera también perjudicó a las corridas de toros, el gobierno conservador declaró a las corridas de toros, como parte del patrimonio cultural de España.
Paralizados por el coronavirus, los matadores se han adentrado en el debate de España sobre la tauromaquia, en las redes y en las calles.
“Ahora tenemos un gobierno en España que ve al coronavirus como una oportunidad para eliminar las corridas de toro”, afirmó Andrés Roca Rey, un matador peruano que se unió a una manifestación en Sevilla el 13 de junio, cuando los partidarios protestaron en varias ciudades españolas. Más tarde, la industria indicó haber recibido la promesa del ministro de Cultura, de que las corridas de toros quedarían excluidas, de una ley prevista, que protegería a los animales del maltrato.
Aún así, Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del gobierno y líder del partido de extrema izquierda Unidos Podemos, dijo en el Parlamento en mayo, “me incomoda enormemente que algo se reivindique como una práctica cultural, que no puedo evitar ver como se le hace mucho daño a un animal”, indicó.
La mayoría de las encuestas sugieren que España está profundamente dividida sobre el tema.
Roca Rey, de 23 años, comentó que 16 de sus 17 corridas el año pasado tuvieron localidades agotadas. Algunos fans más jóvenes, comentó, se sienten atraídos por el ruedo, porque es una tradición española. “Muchos fans más jóvenes quieren ahora identificarse con su país y entienden que ver una corrida de toro tiene que ver con acoger la cultura de España y definitivamente no con ver sufrir a un animal”, aseveró.
Ana Belén Martín, una política de Pacma, un partido que defiende los derechos de los animales, apuntó que las corridas de toros han ido en declive y que se encaminaban a una muerte natural, con o sin Covid-19. El año pasado, se realizaron 1.424 fiestas taurinas en España, en comparación con 2.684 en 2009, según el gobierno.
Sin embargo, Martín dijo que la crisis por Covid-19 no debería convertirse en una razón para extender un salvavidas a las corridas de toros. “Esta es la cultura de nuestro pasado, no la de la sociedad que queremos construir, enfocada en compasión y empatía, en lugar de gente que aplaude, mientras ve agonizar a un animal”, enfatizó..