El otro virus de América Latina: la corrupción
queridos, es inmoral”.
Las investigaciones en torno al fraude han llegado a los niveles más altos de gobierno. El ex ministro de Salud boliviano está bajo arresto domiciliario, en espera de ser enjuiciado por cargos de corrupción, después de que el ministerio pagó a un intermediario más millones que el costo real de 170 ventiladores —que ni siquiera funcionaban correctamente.
En Brasil, que tiene el segundo mayor número de muertes por coronavirus después de Estados Unidos —y recientemente superó el millón de casos reportados— los funcionarios gubernamentales de, al menos siete estados, están bajo investigación por presunta malversación de más de 200 millones de dólares en fondos públicos, durante la crisis.
En Colombia, el inspector general está investigando los informes de que más de 100 donantes de campañas políticas recibieron contratos lucrativos para proveer suministros de emergencia durante la pandemia.
El jefe de la policía y el ministro del Interior de Perú renunciaron después de que sus subordinados compraron desinfectante diluido y mascarillas endebles para los agentes de la policía, que luego comenzaron a morir a tasas alarmantes por el virus. Los fiscales están investigando los vínculos entre los oficiales de la policía y los proveedores del equipo para determinar si confabularon para defraudar al gobierno.
Armillón Escalante, un agente de la policía en Lima, afirmó que a él y sus colegas les dieron cubrebocas tan delgados como papel. “Realmente no teníamos protección”, confesó Escalante, que trabajaba vigilando para se respetaran las medidas de distanciamiento social en un mercado atiborrado, junto con otros tres agentes, que desde entonces murieron por el virus.
Escalante se infectó en abril y pasó tres semanas intubado en el hospital. Aún sufre dolor en los pulmones y le falta el aire. “No me siento igual que antes. Esta enfermedad ha dañado mis órganos”, comentó.
Cuando los fiscales peruanos comenzaron a investigar la compra de equipos de protección, desapareció la evidencia en un edificio de la policía en Lima. Las cámaras de seguridad aparentemente no funcionaban ese día.Más de 11.000 policías se han infectado y 200 han muerto, reporta el gobierno, obligando el cierre de algunas comisarías.
Al declarar un estado de emergencia, varios países suspendieron algunas regulaciones que rigen los contratos públicos. “Tienes las condiciones ideales para hacer lo que se te dé la gana”, explicó Eduardo Bohórquez, director de Transparencia Internacional México, una organización anticorrupción sin fines de lucro. “Hay menos transparencia y cero supervisión independiente del congreso”.
El sistema hospitalario federal en México devolvió ventiladores defectuosos que había ordenado al hijo del jefe de la Comisión Federal de Electricidad, después de que una organización de vigilancia local reveló que el gobierno había acordado pagar 85 por ciento adicionales a la opción más económica.
Días antes de la fallida fuga de Salcedo de Ecuador, los agentes de la policía realizaron un operativo en la casa de un ex presidente, Abdalá Bucaram. Descubrieron miles de cubrebocas y pruebas de coronavirus.
Salazar apuntó que los fiscales sospechan que un grupo delictivo, que incluye a Salcedo, Bucaram y sus familiares, han cobrado en exceso por equipos médicos a los hospitales desde 2018. El año pasado, indicó Salazar, vendieron a un hospital miles de bolsas para cadáveres por 148 dólares cada una, cuando solo valían unos 11 dólares. Salcedo “también ha sido proveedor durante la contingencia sanitaria”, relató Salazar.
Los investigadores sospechan que las pruebas y las mascarillas estaban destinadas al hospital Teodoro Maldonado Carbo en Guayaquil, una ciudad muy golpeada por el virus.
“Para nosotros, los médicos en primera línea, es indignante ver este nivel de corrupción. Ver cómo estos contratos sobrevalorados consumen los presupuestos que deberían destinarse al equipo de protección es simplemente indignante”, expresó Alex Vivas, médico en ese hospital.
En la casa de un ex presidente hallan miles de mascarillas.