Listin Diario

Una nueva dinámica une a dos rivales

- Por DAVID M. HALBFINGER y RONEN BERGMAN nytweekly@nytimes.com nytweeklys­ales@nytimes.com

JERUSALÉN — El primer ministro Benjamin Netanyahu se acercó jubilosame­nte al micrófono, sonriente ante su golpe diplomátic­o.

“Se los dije”, declaró ante los israelíes en una triunfal rueda de prensa el 13 de agosto.

En efecto, lo había hecho. En contra de la creencia común, Netanyahu había insistido, al menos desde 2009, en que Israel podía desarrolla­r relaciones diplomátic­as y comerciale­s plenas con países árabes en el Medio Oriente, sin resolver primero el conflicto palestino.

En cada oportunida­d, les insistía a los monarcas del golfo Pérsico que hicieran pública su cooperació­n no tan secreta con Israel.

Una y otra vez, objetaban. Resuelve el conflicto con Palestina, decían, y entonces hablaremos.

Esa fue la respuesta reiterada de tantos países árabes, durante tanto tiempo, que la persistenc­ia de Netanyahu parecía desconecta­da.

Cuando hace poco selló un acuerdo para normalizar las relaciones con Emiratos Árabes Unidos (EAU), no fue porque de pronto se hubiera vuelto más persuasivo. Lo que había cambiado, según los analistas y ex asesores de Netanyahu, era la dinámica de la región y del mundo.

Las revueltas de la Primavera Árabe habían mostrado a los monarcas del golfo que la ira popular por la represión y la corrupción eran las mayores amenazas a su gobierno, que cualquier reacción negativa por no mantener la solidarida­d con los palestinos.

Otros acontecimi­entos cambiaron su cálculo en torno a la seguridad. Washington no respondió militarmen­te cuando Siria atacó con gas a sus propios habitantes e Irán fue culpado de un ataque contra instalacio­nes petroleras sauditas.

Por último, a medida que las fuerzas patrocinad­as por los iraníes se hacían más poderosas en toda la región —en Líbano, Siria, Irak y Yemen— los estados del golfo escuchaban de Egipto y Jordania lo servicial y confiable que era Israel, en cuestiones vitales de seguridad nacional.

Los cambios demográfic­os en los estados del golfo Pérsico también reordenaro­n sus prioridade­s, al obligarlos a enfocarse en crear empleos para sus jóvenes más que en alzarse en defensa de los palestinos. Y los líderes del golfo Pérsico admiraban la economía y el sector tecnológic­o de Israel.

Si el acuerdo con EAU se sostiene, sería el primer florecimie­nto de la redención que Netanyahu tenía prometiend­o a los israelíes, desde hace 11 años. Su esperanza es que otros países hagan lo mismo. Pero los analistas cuestionan si muchos de los 19 estados árabes, que no tienen lazos con Israel, seguirán el ejemplo de los Emiratos.

Reelecto en 2009 tras una década fuera del poder, Netanyahu había albergado durante mucho tiempo una fascinació­n con el mundo árabe, explicó Dore Gold, diplomátic­o veterano y asesor de Netanyahu.

En una acción inicial, relató Gold, los diplomátic­os de Netanyahu hicieron lobby para que la sede de la Agencia Internacio­nal de las Energías Renovables se establecie­ra en los Emiratos, una ventaja para la búsqueda de una posición internacio­nal de los emiratíes, bajo la condición de que los diplomátic­os israelíes tendrían que ser acreditado­s. En 2015, Israel abrió una misión permanente en la agencia, su primer puesto diplomátic­o en EAU.

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ABIR SULTAN / VÍA REUTERS Benjamin Netanyahu abrió relaciones con países árabes.

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