Una nueva dinámica une a dos rivales
JERUSALÉN — El primer ministro Benjamin Netanyahu se acercó jubilosamente al micrófono, sonriente ante su golpe diplomático.
“Se los dije”, declaró ante los israelíes en una triunfal rueda de prensa el 13 de agosto.
En efecto, lo había hecho. En contra de la creencia común, Netanyahu había insistido, al menos desde 2009, en que Israel podía desarrollar relaciones diplomáticas y comerciales plenas con países árabes en el Medio Oriente, sin resolver primero el conflicto palestino.
En cada oportunidad, les insistía a los monarcas del golfo Pérsico que hicieran pública su cooperación no tan secreta con Israel.
Una y otra vez, objetaban. Resuelve el conflicto con Palestina, decían, y entonces hablaremos.
Esa fue la respuesta reiterada de tantos países árabes, durante tanto tiempo, que la persistencia de Netanyahu parecía desconectada.
Cuando hace poco selló un acuerdo para normalizar las relaciones con Emiratos Árabes Unidos (EAU), no fue porque de pronto se hubiera vuelto más persuasivo. Lo que había cambiado, según los analistas y ex asesores de Netanyahu, era la dinámica de la región y del mundo.
Las revueltas de la Primavera Árabe habían mostrado a los monarcas del golfo que la ira popular por la represión y la corrupción eran las mayores amenazas a su gobierno, que cualquier reacción negativa por no mantener la solidaridad con los palestinos.
Otros acontecimientos cambiaron su cálculo en torno a la seguridad. Washington no respondió militarmente cuando Siria atacó con gas a sus propios habitantes e Irán fue culpado de un ataque contra instalaciones petroleras sauditas.
Por último, a medida que las fuerzas patrocinadas por los iraníes se hacían más poderosas en toda la región —en Líbano, Siria, Irak y Yemen— los estados del golfo escuchaban de Egipto y Jordania lo servicial y confiable que era Israel, en cuestiones vitales de seguridad nacional.
Los cambios demográficos en los estados del golfo Pérsico también reordenaron sus prioridades, al obligarlos a enfocarse en crear empleos para sus jóvenes más que en alzarse en defensa de los palestinos. Y los líderes del golfo Pérsico admiraban la economía y el sector tecnológico de Israel.
Si el acuerdo con EAU se sostiene, sería el primer florecimiento de la redención que Netanyahu tenía prometiendo a los israelíes, desde hace 11 años. Su esperanza es que otros países hagan lo mismo. Pero los analistas cuestionan si muchos de los 19 estados árabes, que no tienen lazos con Israel, seguirán el ejemplo de los Emiratos.
Reelecto en 2009 tras una década fuera del poder, Netanyahu había albergado durante mucho tiempo una fascinación con el mundo árabe, explicó Dore Gold, diplomático veterano y asesor de Netanyahu.
En una acción inicial, relató Gold, los diplomáticos de Netanyahu hicieron lobby para que la sede de la Agencia Internacional de las Energías Renovables se estableciera en los Emiratos, una ventaja para la búsqueda de una posición internacional de los emiratíes, bajo la condición de que los diplomáticos israelíes tendrían que ser acreditados. En 2015, Israel abrió una misión permanente en la agencia, su primer puesto diplomático en EAU.