Brasil tiene un rol central en las vacunas
RÍO DE JANEIRO — La respuesta caótica al coronavirus en Brasil, donde ha ocasionado la muerte de más de 105.000 personas, ha convertido a la experiencia del país en una advertencia. Pero los investigadores de vacunas vieron una oportunidad única.
Con un contagio generalizado, una gran reserva de expertos en inmunización, una infraestructura sólida de manufactura médica y miles de voluntarios para realizar pruebas clínicas, Brasil ha surgido como un jugador potencialmente vital en la carrera mundial por acabar con la pandemia.
Tres de las investigaciones de vacunas más prometedoras y avanzadas en el mundo cuentan con científicos y voluntarios en Brasil, según la Organización Mundial de la Salud.
El gobierno, que tantos conflictos enfrenta, espera que sus ciudadanos estén entre los primeros en ser inoculados. Y Brasil podría fabricar la vacuna y exportarla a los países vecinos.
“Me siento muy optimista”, manifestó Dimas Covas, director del Instituto Butantan, un productor farmacéutico, que con Sinovac de China, realiza uno de los estudios que ha llegado a la tercera etapa de investigación, en la que se prueban vacunas potenciales en 9.000 personas. “Brasil será uno de los primeros países en tener la vacuna”.
También se ha reclutado a unos 5.000 brasileños para apoyar las pruebas de vacunas realizadas por AstraZeneca, una empresa farmacéutica británica y sueca, en colaboración con la Universidad de Oxford. Otros 1.000 voluntarios fueron reclutados para probar una vacuna desarrollada por Pfizer, empresa con sede en NY.
Algunos voluntarios reciben la vacuna potencial y otros un placebo, pero deben estar en un lugar donde haya suficiente virus circulando, como para que se pueda poner a prueba la eficacia de la vacuna.
Brasil, donde el virus ha infectado a más de 3.3 millones de personas, será el único país, además de Estados Unidos, que jugará un papel importante en tres de los principales estudios. La cantidad de casos lo ha convertido en el país más afectado del mundo, después de Estados Unidos. El presidente Jair Bolsonaro, que se contagió del virus en julio, ha calificado a la enfermedad como una “gripecita” y ha rechazado cuarentenas y confinamientos. También nombró a un general del ejército, sin experiencia médica, al frente del ministerio de Salud, después de que dos ministros tuvieron desacuerdos con él por su desdén hacia la ciencia.
El sistema de salud pública de Brasil tiene uno de los mejores programas de inmunización en el mundo en vías de desarrollo. Pero en 2019, por primera vez en 25 años, no cumplió su meta de inoculación de ninguna de las vacunas que suele proporcionar.
Un logro en materia del coronavirus podría impulsar el sector de las vacunas. También podría darle más fuerza a las instituciones científicas, que cuentan con científicos de clase mundial, pero sufren recortes presupuestarios.
Katherine O’Brien, directora de inmunización de la OMS, recibió con beneplácito las inversiones de Brasil en la producción de vacunas para la COVID-19. Pero afirmó que los acuerdos bilaterales,
Científicos, con muchos casos para probar las vacunas.
como en los que Brasil está involucrado, de todos modos son un riesgo. “Algunos países tendrán suerte. Otros tendrán acuerdos con candidatos que fracasarán y no lograrán nada”, afirmó O’Brien.
Brasil, con una población de cerca de 210 millones de personas, tiene la capacidad para producir unos 500 millones de vacunas al año. Ha firmado dos acuerdos para obtener acceso preferencial a una vacuna. Uno, entre el Instituto Butantan del estado de Sao Paulo y Sinovac, proporcionaría a los brasileños 120 millones de dosis para principios de 2021. El segundo, entre Bio-Manguinhos del gobierno federal y AstraZeneca, garantiza el acceso a 100 millones de dosis de la vacuna para el próximo año.
Denise Abranches, una cirujana dental, fue de las primeras en ofrecerse como voluntaria para recibir la vacuna. “El mundo nos mira en busca de respuestas y esta es una vacuna que podría ayudar a todos en el planeta”.