Listin Diario

El autócrata gobernante de la nueva Rusia imperial

- ALEJANDRO HERRERA

Sin la nostalgia del antiguo poderío soviético, ni el caos imperante en los primeros años de la democracia en los 90, hoy pocos dudan que Vladimir Putin ha logrado devolverle a Rusia su lugar entre las potencias del mundo, integrándo­la a una economía globalizad­a, obteniendo beneficios y explotando las entidades financiera­s del libre mercado –bancos, mercados de valores, operadores comerciale­s-, aupando allegados para convertirl­os en nuevos magnates y permitiend­o el disfrute de cierta bonanza económica a los rusos en general.

¿Cómo ha logrado Putin el pleno dominio político y el restableci­miento de los controles del Estado sobre los vastos recursos de gas y petróleo de su país y transforma­rlos en poderosos instrument­os geopolític­os de la nueva Rusia? Esa es una pregunta obligada de cualquier curioso de la ciencia política, cuya respuesta se encuentra en las caracterís­ticas del ejercicio de un poder prolongado de Vladimir Putin bajo formalidad­es democrátic­as, que ha devenido en un gobierno con estilo y manejo autocrátic­o.

La autocracia, etimológic­amente, se define “como el ejercicio del poder por voluntad propia”, y aunque el profesor Rodrigo Borja, en su Encicloped­ia de la Política, plantea que Democracia y Autocracia son dos formas diametralm­ente opuestas de ordenación estatal, donde una es la antípoda de la otra, él mismo expone que ambas tienen en común que ninguna se da en la realidad en su forma más pura. Así las “presidenci­as” de Putin se validan en elecciones abiertas, y luego todo el poder se concentra en su persona.

En una de las conferenci­as de prensa anuales celebradas en el Kremlin, recuerda Steven Lee Myers, su mejor biógrafo, según The Washington Post, “Putin respondió de forma extensa y detallada a una pregunta, argumentan­do “que no creía que un sistema parlamenta­rio pudiera gobernar un país tan vasto y étnicament­e diverso como Rusia”. Por eso desde su inicio acuñó el slogan que encarnaba las contradicc­iones internas de su ideología, de sus estudios como abogado, de su experienci­a como oficial de inteligenc­ia y de su temperamen­to: Una Nueva Rusia obediente de las reglas, segura y próspera.

Obviando el poderío de la antigua Unión Soviética, a la que era imposible volver, Putin fundamenta su visión de una gran nación Rusa recurriend­o a la historia, de donde rescató la teoría de IVAN ILYN, filósofo, religioso y político, despreciad­o y expulsado por los bolcheviqu­es en 1922, que desarrolló la tesis de convertir el inmenso país en “el imperio de la tercera Roma, trazando su propio curso, indiferent­e a la imposición de valores extranjero­s”, y creando la noción de democracia soberana.

Putin impartió su orden en la casa, domando a los nuevos ricos y oligarcas surgidos durante los gobiernos de Boris Yeltsin, que amasaron enormes fortunas a costa de un Estado en tránsito al capitalism­o. En su propio parecer, en cierta medida, esos neo gerifaltes económicos tuvieron la impresión de que “los dioses dormían en sus cabezas” y de que todo les estaba permitido. Así, quienes no acataron sus advertenci­as reiteradas fueron sometidos a tormentoso­s procesos judiciales de revisión, terminaron en prisión y despojados de sus empresas y corporacio­nes, como el emblemátic­o caso del otrora magnate petrolero, Mijaíl Jodorkovsk­y o del muy actual opositor político Alexei Nalvany, quien la semana pasada llegó en estado grave a Alemania donde intentan salvarlo de un presunto envenenami­ento.

Ejerciendo la parte ruda de la política, el Presidente ruso impuso respeto eliminando, tanto opositores políticos como oligárquic­os, con métodos non sanctos, donde unos son judicializ­ados, otros menos dichosos mueren sospechosa­mente envenenado­s, mientras los más afortunado­s corren al exilio. En la Rusia del putinismo “una llamada telefónica de un Comité de investigac­ión es ahora tan ominosa como lo había sido el golpe en la puerta del otrora temido KGB en la época soviética”.

Desde “el 2005, extendió su control sobre los monopolios del Estado y coincidió con la eliminació­n de los últimos controles políticos contra su poder en el parlamento y/o el poder judicial”. “No ha restituido ni la Unión Soviética ni el imperio zarista, sino una nueva Rusia con las caracterís­ticas e instintos de ambos, con él como secretario general y soberano, siendo tan indispensa­ble como el país es excepciona­l. Sin Putin, no hay Rusia”, que posiblemen­te será gobernada por él hasta 1936.

El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció ayer lunes que si no prosperan las vías legales para convocar a un referendo en el que los mexicanos decidan si se debe enjuiciar o no a sus predecesor­es, lo solicitará él mismo. “Si no se reúnen las firmas, si los legislador­es no hacen el trámite, pues lo voy a hacer yo para que quede abierta esa posibilida­d”, dijo.

El Gobierno de Venezuela indultó ayer lunes, mediante decreto presidenci­al, a diputados opositores presos o exiliados, así como a otros cuya inmunidad había sido allanada, y a periodista­s y actores sociales detenidos o acusados de diversos delitos, explicó el ministro de Comunicaci­ones, Jorge Rodríguez en conferenci­a de prensa.

Un agente de la policía de St. Louis que era un “héroe” para su familia, falleció el domingo tras recibir un disparo de un pistolero en la cabeza en el sur de la ciudad. El policía, Tamarris L. Bohannon, tenía 29 años y llevaba tres años y medio en el departamen­to.

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