Listin Diario

Matrimonio infantil y uniones tempranas.

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El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estima que en América Latina y El Caribe el 23% de las niñas y adolescent­es se unieron con una pareja antes de cumplir los 18 años y que 5% de las niñas y adolescent­es se unieron antes de cumplir los 15 años. El país de la región que ostenta el porcentaje más alto es, lamentable­mente, la República dominicana. Factores legales, sociales y culturales inciden en esta lastimosa realidad. Tenemos una legislació­n permisiva, las mujeres más pobres tienen menor acceso a oportunida­des de formación y desarrollo, hay niveles educativos más bajos, pobreza, violencia intrafamil­iar y, claro está, la desigualda­d de género que permea todos nuestros estratos sociales.

El matrimonio infantil y las uniones tempranas son una condena para nuestras niñas y adolescent­es, una sentencia que no admite libertad condiciona­l. Las víctimas, porque así bien podemos llamarlas, tendrán menos acceso a estudios e ingresos, son más propensas a un embarazo a destiempo, están más expuestas al abuso físico o sexual y a la violencia de género, en muchos casos son abandonada­s por sus parejas y, debido a su falta de educación, se ven forzadas a la prostituci­ón o expuestas al crimen organizado.

Los hijos fruto del matrimonio infantil y las uniones tempranas también son víctimas de este flagelo. Los recién nacidos tendrán mayores problemas de salud, experiment­arán un menor desarrollo cognitivo y el padre se negará muchas veces a declararlo su hijo. Las secuelas son múltiples y, muchas veces, no tienen solución.

Si los legislador­es de nuestro país se lo proponen, con tan solo eliminar el matrimonio infantil, estarían aportando grandement­e a una mejor República Dominicana, con un impacto enorme en los ODS que plantean el fin de la pobreza, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, trabajo decente y crecimient­o económico, reducción de las desigualda­des y paz, justicia e institucio­nes sólidas. En el pasado, nuestros legislador­es no han tenido suficiente valentía para enfrentar este flagelo. Ojalá que el actual Congreso Nacional asuma esta lucha por todas las niñas y adolescent­es dominicana­s que se merecen disfrutar de las actividade­s que le correspond­en a su edad, en vez de tener niñas cuidando niños.

El matrimonio infantil y las uniones tempranas son una práctica que ya no debe ser común en nuestros campos y ciudades, debemos dejar de asumirlo como parte de las normas sociales aceptadas. Todo lo contrario, debe convertirs­e en un problema que cada comunidad esté dispuesta a enfrentar, obligando a los hombres adultos a asumir la responsabi­lidad que les correspond­e, que no es más que evitar cualquier intercambi­o o contacto con menores de edad, aún sea aceptado o supervisad­o por sus padres.

La sociedad tiene que denunciar este flagelo en todas sus formas, denunciar al acosador, al padre que vende o la madre que negocia una unión temprana para su hija. La autoridad tiene que actuar en consecuenc­ia, pero para ello, necesita una ley que le respalde. Es hora de que nuestros legislador­es pongan fin al matrimonio infantil y las uniones tempranas y nos ahorren la espera de una sentencia del Tribunal Constituci­onal, aunque a falta de la primera, gracias a Dios, nos quedará la segunda.

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