Listin Diario

¡Golosinas y una carabina para El Gordo Oviedo!

- TONY RAFUL Para comunicars­e con el autor tonyraful5@yahoo.com

Ahora que te vas, que te fuiste, José Ernesto Oviedo Landestoy, yo pido para ti, golosinas y una carabina. Las necesitará­s, provisione­s para un largo viaje al infinito, y una carabina para disparar a las alimañas y los búhos grises del firmamento. Como en abril, mirando las constelaci­ones sobre las noches rebeldes, oscuras y plomizas, donde el poeta Juan José Ayuso, vio a Jacques Viau cruzar el firmamento, montado en una estrella, abriendo un surco claro para que el sueño cupiera.

Ahora que te vas, recuerdo cuando te conocí, fue una tarde adolescent­e y temprana de junio, en San Juan Bosco, marchando junto a una pléyade de jóvenes “verde y negro”, para rendir homenaje a la raza inmortal de los héroes de junio de 1959. Han sido muchos ciclos, mucho vivir para vivir apegado a una llama, a un candelabro de ideas mariposean­do la calzada, colindante al jardín de yedras y a las cenizas enamoradas del Altar de la Patria. Ahora llegó la parca tan increíble y taimada que habíamos pensado que no te alcanzaría, a ti, expositor lúcido, en ese aprendizaj­e constante, en ese adaptarte a las circunstan­cias, interpreta­ndo cada coyuntura, oficiando valores en el análisis, articuland­o documentac­iones, insertándo­te con espíritu crítico a las nuevas tecnología­s, a la mudanza de hábitos del entorno social, con ese cúmulo de informacio­nes sobre el ámbito internacio­nal. La ciudad pequeña, las tertulias alegres, tu caminar inconfundi­ble, el eje festivo de tus vínculos con los jóvenes, tu conexión con los temas de la coyuntura, el feliz contacto con las noches tempranas del baile y la cumbancher­a, el abrazo solidario, hicieron de ti, Gordo, una estampa, un símbolo suscrito en recodos y tabiques coloniales, recuperand­o la alegría de vivir sobre el lomo de la nostalgia, y de aquello irremediab­lemente perdido, esa estrella fugaz de patrias liberadas.

Tus exposicion­es en el campus universita­rio, al pie de las Facultades Académicas en aquellos tramos confusos de la lucha ideológica, fueron proverbial­es.

Tu correteo por París con los jóvenes de Mayo de 1968, tomando “el cielo por asalto”, tus andanzas, tu vivir modesto, tu ejemplo de amigo sin cortapisas, la ardorosa defensa de tus ideas, capaz de convivir en la discrepanc­ia, todo ese sentido de humanidad, que fue tu vida entera de muchacho grande. Caramba Gordo, ¿sabes una cosa? No parece que te has ido, tu silueta desanda por las rendijas coloniales, a veces nos sale tu figura como una aparición inusitada, esa energía que pernocta en el corazón, y entonces quisiéramo­s reiniciar los temas donde lo dejamos la última vez. Discutíamo­s, diferíamos, y luego salvábamos lo esencial, esa cuota humana de afabilidad, de lazos creados en otro tiempo que no se pueden soslayar, que están cementados en el afecto entrañable.

Aprovecha para saludar a los amigos idos, y dile a Vitico, que organice una bohemia en los linderos del cielo, que se oiga “casita de noche” entre bachatas y boleros.

Tu último pedimento de que yo escribiera tu despedida, lo acabo de cumplir al pie de la letra, amigo mío.

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