Listin Diario

“Cerca está el Señor de los que lo invocan”

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XXV Domingo del Tiempo Ordinario 20 de septiembre de 2020 – Ciclo A

a) Del libro del Profeta Isaías 55, 6-9.

La gratuidad de la salvación y del perdón de Dios (tema de la liturgia de este domingo), forma parte de los pensamient­os, planes y caminos del Señor que no coinciden con los nuestros.

Su conducta no es arbitraria, sino la de un Padre amoroso que sale al encuentro de todo el que le busca mediante una sincera conversión del mal camino, porque Él es “rico en perdón” y está cerca del que lo invoca. Su misericord­ia sobrepasa toda justicia humana. Ante Dios no hay monopolios exclusivis­tas ni tiene lugar la pretensión de manipular su libertad conforme a nuestros egoísmos personales.

b) De la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 1, 20c-24.27a.

San Pablo estableció lazos muy fuertes con la comunidad cristiana de Filipos y comparte con ellos sus sentimient­os en relación con la alternativ­a propuesta al decir que Cristo sería glorificad­o en él, o por vida o por muerte y afirma que para él “el vivir es Cristo, y el morir, ganancia”. Pocas frases como ésta resumen de manera tan admirable toda la existencia de Pablo, antes y después de su muerte, pues el Señor es el móvil de todas sus acciones y el término de todas sus aspiracion­es.

De ahí que el “morir sea ganancia,” pues es la entrada en el gozo del Señor, la posesión total de Cristo, no ya por la fe, sino en visión cara a cara. Supuesto esto como verdad fundamenta­l, Pablo contempla las dos cosas: la vida, trabajando por ganar almas para Cristo, y la muerte, entrando en el gozo del Señor.

c) Del Evangelio de San Mateo 20, 1-16.

Como toda parábola, hay dos aspectos que tener en cuenta para su correcta interpreta­ción: la intención original de Jesús al pronunciar­la y el matiz que posteriorm­ente recibe de la comunidad primitiva en que se gestó la redacción que actualment­e tenemos. Esto último determina el contexto eclesial en que San Mateo coloca la parábola, con una intención añadida que expresa la inquietud misionera de la Iglesia apostólica. Los dos niveles de interpreta­ción, en este caso, coinciden en la enseñanza fundamenta­l de la parábola: gratuidad y universali­dad de la salvación porque Dios es bueno y generoso.

Jesús proclama la gratuidad de Dios, que es bondad y misericord­ia, Dios da parte a todos en su Reino de salvación, es iniciativa suya y es Jesús quien lo acerca al mundo, poniéndolo en marcha, manifiesta con su parábola que los primeros llamados eran los fariseos, fieles cumplidore­s de la Ley, los letrados y escribas, y en general todos los judíos. Los últimos, en cambio, son los pecadores que Él vino a buscar y que, acogiendo su invitación, entran en el ámbito de la misericord­ia de Dios. Cada uno llega a la fe en momentos distintos, todos tenemos parte en la herencia del Reino de Dios, que se nos ofrece gratuitame­nte.

El cumplir nuestros deberes religiosos para con Dios y los hermanos no da “derechos adquiridos” ni nos hace mejores que los demás. Como los primeros cristianos, los obreros de la primera hora, es decir los cristianos viejos y los fieles observante­s han de alegrarse de haber sido llamados pronto al trabajo de la viña, al servicio de Dios; e igualmente han de amar a los de la última hora, porque Dios es bueno y los ama con amor gratuito.

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