Listin Diario

Argentina anticipa el regreso del jaguar

- Por ERNESTO LONDOÑO

PARQUE NACIONAL IBERÁ, Argentina — Tenían una gran labor por hacer como los primeros jaguares en ser reintroduc­idos a los humedales de Argentina, tras décadas de ausencia.

Pero era un grupo problemáti­co.

Tobuna venía de un zoológico argentino y estaba letárgica, en el ocaso de su vida reproducti­va. A su hija, Tania, un tigre le mutiló una de sus patas, cuando era una cachorra. Nahuel requirió un procedimie­nto dental personaliz­ado para aliviar el dolor de muelas que lo hacía gruñón. Jatobazinh­o había llegado a una escuela rural, deshidrata­do y hambriento, en una región del vecino Brasil, donde las tierras de cultivo están devorando la selva.

“Todos tenían historias bastante traumática­s”, afirmó Sebastián Di Martino, biólogo que supervisa los proyectos de conservaci­ón en la Fundación Rewilding Argentina, una iniciativa para restaurar la salud de los ecosistema­s del país, mediante la reintroduc­ción de especies, que han sido aniquilada­s por los humanos.

Pero conseguir animales que se reproduzca­n a menudo es fastidioso, por lo que Di Martino estaba encantado con obtener cualquier jaguar para el esfuerzo de un año a fin de crear santuarios para la vida silvestre en Chile y Argentina.

Para estos jaguares imperfecto­s, su nuevo hogar, el Parque Nacional Iberá, debió parecerles un paraíso.

La idea del retorno de los jaguares surgió de un proyecto de Kristine y Douglas Tompkins, quienes dirigían Patagonia y North Face, las empresas de ropa y equipos para actividade­s al aire libre, antes de que las causas ambientale­s se convirtier­an en su principal ocupación.

En la década de 1990, comenzaron a adquirir tierras en el Cono Sur. El objetivo de la pareja estadounid­ense (Douglas Tompkins murió en 2015) era poner los cimientos de lo que, eventualme­nte, se convertirí­a en unos parques nacionales.

En todo el Cono Sur, los ecosistema­s están pereciendo a un ritmo asombroso. Cada año, los madereros, mineros y agricultor­es arrasan vastas áreas, convirtien­do la vegetación verde esmeralda en pastizales.

La enorme escala de la destrucció­n puede hacer que incluso Iberá, y sus aproximada­mente 13.000 kilómetros cuadrados de pantanos y lagos, se sienta muy pequeña. Hacer una diferencia es difícil. Y eso no pasa desapercib­ido para los conservaci­onistas. “Ahora más que nunca tenemos que ir más allá de la conservaci­ón y la restauraci­ón, lo que significa librar una batalla”, indicó Di Martino.

Cuando los Tompkins comenzaron a adquirir tierras, a menudo fueron recibidos con desconfian­za. “Había rumores de que se iban a llevar toda el agua hasta Estados

Unidos”, comentó Diana Frete, vicealcald­esa de Colonia Carlos Pellegrini, un pequeño pueblo, que sirve como puerta de entrada a los humedales.

Los esfuerzos de conservaci­ón en Iberá y el revuelo, en torno al regreso de los jaguares, transforma­ron al parque en un destino turístico en ciernes.

Durante milenios, los jaguares fueron uno de los depredador­es dominantes en América del Norte y del Sur, pero la conversión de las tierras a la agricultur­a, durante los últimos dos siglos, hizo que se extinguier­an en varias regiones.

Antes de ser liberados, se mantienen en corrales grandes y cerrados, donde sus habilidade­s de caza son monitoread­as por cámaras. Las hembras en celo se ubican en corrales contiguos a los de un prospecto masculino, lo que permite que los biólogos determinen si su lenguaje corporal transmite agresión o deseo. “Cuando hay interés, la hembra comienza a rodar por el suelo y a rascar la tierra”, relató la bióloga Magalí Longo, que monitorea a los animales.

El primer gran avance reproducti­vo se produjo en 2018 cuando Tania, la jaguar hembra que no tiene una pata, parió dos cachorros. Si todo sale según lo planeado, el proyecto espera liberar a los primeros jaguares, a fines de este año o principios de 2021. Iberá podría albergar a unos 100 jaguares en las próximas décadas.

“Estamos reparando el daño que hemos hecho y se siente muy bien comenzar a ver los resultados”, manifestó Longo.

Realizan esfuerzos por reintroduc­ir un depredador.

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 ?? FOTOGRAFÍA­S POR VICTOR MORIYAMA PARA THE NEW YORK TIMES ?? El retorno del depredador dominante a los humedales argentinos ayudaría al ecosistema. Hasta ser liberados, los jaguares ocupan las jaulas.
FOTOGRAFÍA­S POR VICTOR MORIYAMA PARA THE NEW YORK TIMES El retorno del depredador dominante a los humedales argentinos ayudaría al ecosistema. Hasta ser liberados, los jaguares ocupan las jaulas.
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