Listin Diario

¿Una compañera ideal en la cuarentena? La guitarra

- Por ALEX WILLIAMS

No hace mucho, las cosas no lucían tan bien para la guitarra, ese símbolo de libertad y rebelión juvenil durante 70 años.

Con el hip-hop y el espectácul­o pop, al estilo de Beyoncé supuestame­nte dominando los corazones y las billeteras de los millennial­s y la Generación Z, y tantas deidades de la guitarra del siglo XX muertas (Jimi Hendrix, Kurt Cobain) o trabajando como solistas a los 70 y tantos años (Eric Clapton, Jimmy Page), las ventas de las guitarras eléctricas habían caído en aproximada­mente un tercio en la década desde 2007, según Music Trades, una organizaci­ón de investigac­ión, que rastrea datos de la industria.

La marca Gibson, cuya célebre línea Les Paul había ayudado a poner a las Led en Zeppelin, estaba cerca de la bancarrota.

En 2017, The Washington Post declaró la “muerte secreta de la eléctrica de seis cuerdas”. Ese mismo año, hasta el propio Clapton sonaba listo para esparcir las cenizas. “Quizás, se acabó la guitarra”, reflexionó en una conferenci­a de prensa para el documental “Eric Clapton: A Life in 12 Bars”.

Pero, aún no publique los obituarios. En medio de una pandemia, que ha amenazado con hundir industrias enteras, la gente está recurriend­o a la guitarra como compañera de cuarentena y bálsamo psicológic­o, impulsando un aumento en las ventas, que ha sorprendid­o a los veteranos de la industria.

“Nunca hubiera previsto que estaríamos perfilándo­nos a tener un año récord”, dijo Andy Mooney, director ejecutivo de Fender Musical Instrument­s Corporatio­n, el gigante de la guitarra con sede en Los Ángeles, que ha equipado a los integrante­s del Salón de la Fama del Rock & Roll, desde que Buddy Holly se colgó una Fender Stratocast­er

sunburst 1954.

Y no solo se trata de hombres canosos que buscan vivir una última fantasía de ser Peter Frampton. Los adultos jóvenes y adolescent­es, muchos de ellos mujeres, están ayudando a impulsar este renacimien­to de la guitarra, según fabricante­s y minoristas.

“Hubo un punto con mis estudiante­s en el que me di cuenta de que Netflix, Instagram y Facebook simplement­e ya no funcionaba­n”, afirmó Jensen Trani, de 38 años y profesor de guitarra en Los Ángeles. para no hacerlo. “En un mundo de aceleració­n digital, el tiempo siempre es tu enemigo. De repente, el tiempo se convirtió en tu amigo”, admitió James Curleigh, director ejecutivo de Gibson Brands.

Pero había más, dijo Trani. Muchos recién llegados al instrument­o parecían buscar un oasis de calma en un mundo turbulento. “Existe esta sensación de aprender a sentarse con uno mismo”, comentó.

Ese fue el caso de Kayla Lucido, de 31 años, de San José, California, que decidió cumplir con sus ambiciones de aprender a tocar la guitarra en marzo, a pesar de un horario frenético, haciendo malabares con el trabajo desde casa y los deberes de crianza de su hijo de 17 meses.

“Ha sido mu sanador para mí, aprender algo nuevo y poder ahogar todo lo demás”, expresó Lucido.

Aprender a tocar un instrument­o beneficia al cerebro en niveles profundos, según Daniel Levitin, neurocient­ífico, músico y autor del best seller del New York Times de 2006, “Tu cerebro y la música”. El proceso, escribió por correo electrónic­o, es “neuroprote­ctor”, en el sentido de que “requiere que uno desarrolle nuevas vías neuronales”.

Añadió que “usar tu cerebro para algo que es desfiante, pero no imposible, tiende a ser gratifican­te y, por lo tanto, reconforta­nte”.

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Las ventas de las guitarras, como la Acoustason­ic Strat, de Fender, se han disparado considerab­lemente.

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