Bonos soberanos y reforma fiscal
La muy exitosa colocación de US$ 3,800 millones en bonos soberanos era una condición necesaria para que el gran déficit fiscal y de la cuenta corriente de la balanza de pagos no produjeran un desbordamiento de las expectativas de devaluación e inflación.
Pero también debe ser el inicio del proceso de convertir el 2021 en el ano de la transición hacia una gran Reforma que aumente la eficiencia del gasto de todo el Sector Publico, y que reduzca el riesgo y recupere el espacio fiscal. Gran parte del éxito de dicha colocación se explica por la reaparición del apetito por deuda de mercados emergentes, resultado a su vez de la caída de los rendimientos provocada por la flexibilización monetaria de las grandes economías. Sin esa situación, los bonos a 6 y 12 años no se hubiese colocado dentro de sus respectivas curvas de rendimiento, ni muchos menos se hubiese obtenido el sorprendente resultado de colocar un bono a 40 años casi al mismo rendimiento que uno de 28 años.
Una tendencia dominante en la macroeconomía mundial del Covid 19 es la determinación del cambio en el espacio fiscal. El FMI acaba de concluir que un tercio de las economías emergentes tiene un espacio fiscal limitado o nulo para contrarrestar una crisis. La medida del espacio fiscal es la combinación de la relación deuda/ PIB y el margen del rendimiento de la deuda. Si se toma en cuenta que la deuda consolidada del Sector Público no Financiero aumentaría en un mínimo de 12 puntos del PIB, y que el margen de la deuda global dominicana (medida a través del índice EMBI) es 52 puntos básicos mayor al monto de la situación pre pandémica, entonces hay que concluir que la economía dominicana no dispone del mas mínimo espacio fiscal.
Si se acepta que la combinación presión tributaria y los intereses de la deuda pública como porcentaje de los ingresos tributarios sería un indicador de insolvencia fiscal complementario del anterior, entonces hay que concluir no solamente que el presupuesto del próximo tendría enormes restricciones adicionales a todos los anteriors, sino que también durante el mismo se debe formular ya probar la gran Reforma que entraría en ejecución en el 2022, independientemente delos posibles escenarios de recuperación de la economía mundial y local.
Diseñar y lograr la aprobación de una Reforma que aumente la eficiencia de todo el sector público, reduzca el riesgo y recupere el espacio fiscal, que incluya la capitalización del Banco Central,
y una mayor eficiencia de la gestión de la deuda pública interna (a través de un intercambio de deuda entre el BC y el MH, con una sola estrategia de colocación segmentada a corto y largo plazo) será una tarea extremadamente difícil y complicada. Formular una hoja de ruta y un mapa conceptual de su contenido es una tarea que debe iniciarse de inmediato, para luego pasar a una estimación de sus impactos en los ingresos, los gastos, y en la trayectoria de la deuda publica consolida (incluyendo la aplicación de los ingresos provenientes de la venta de parte de los activos financieros públicos a su reducción), culminando con la consolidación de un Presupuesto Plurianual en un Plan Plurianual del Sector Publico totalmente alineado a los Objetivos del Desarrollo Sostenible.