Colombia se deja sentir en el béisbol de Grandes Ligas
La República Dominicana ha tenido una favorable influencia en el progreso que acusa la nación sudamericana como exportadora de jugadores para el béisbol organizado.
Cuando Luis Castro abrió las puertas de los latinos, en 1902, se erigía un “mentiroso” protagonista en el mejor béisbol del planeta, hecho que iniciaba un ostracismo intermitente de la pionera Colombia, pero con una intervención extranjera que por igual sería el motor para encumbrar definitiva y categóricamente a aquella nación en el deporte de Abner Doubleday.
Con la llegada de Orlando Ramírez, en 1974, volvió un cafetalero a pisar las Grandes Ligas, pero sobrevino otra gran sequía colombiana, antes que arribara en 1983 Joaquín Gutiérrez.
En los 90´s, irrumpieron con mayor impacto Edgar Rentería (1996) y Orlando Cabrera (1997).
Fichajes
Entre la última década de siglo pasado y primera del 2000, las firmas anuales de prospectos cafetaleros apenas se contaban con los dedos de una mano.
No obstante, llegó un osado hombre cuya pasión había sido el fútbol, en el cual no pudo conseguir lo que sí le dio el béisbol: desarrollar a talentosos adolescentes.
Hugo Catrain y el experimentado Enrique Soto, junto a otros forjadores, rompieron la barrera que implica la siempre celosa guerrilla, iniciando una tarea poco más que atrevida en zonas donde a nadie se le ocurría penetrar, so pena de morir en el acto. El grupo dominicano negoció (pago de peaje) con la insurgencia colombiana para explotar unas minas que sólo a quienes parecían tener ojos de águila les podían resultar tan promisorias.
Así inició la gran zafra que hoy parece incluso amenazar la producción del contiguo Venezuela y a mucho más largo plazo la hegemonía que tiene República Dominicana, como el rey mundial fuera de Estados Unidos.
“Cuando nosotros incursionamos en la formación de prospectos, en Colombia no firmaban más que un puñado de jugadores”, apuntala el presidente del club Delfines del Este, de la Liga Dominicana de Fútbol –LDF-, quien ostenta la patenta sobre unos cuantos que han debutado en el béisbol mayor, o irrumpieron las puertas con fortaleza a los que venían detrás.
Y los bonos también ya imponen su sello, una señal de que la nación sudamericana produce frutos de alto precio: al menos cuatro prospectos han estampado por siete cifras, siendo la de 1.1 millones a Branlyn Jaraba
el más alto para una firma en territorio colombiano. Los demás paisanos millonarios han sido Óscar Mercado, con $1.500.000; Jorge Alfaro (1.3 MM) y Harold Ramírez, quien pactó por 1.050.000.
Explosión de talento… y lo que aguarda
¡Y vaya que Catrain tiene peso en sus palabras! Este año, Colombia había colocado en nóminas de los equipos grandes a 16 hombres en el “Opening Day”, convirtiéndose súbitamente en la quinta potencia extranjera exportadora a las Grandes Ligas, detrás de República Dominicana, Venezuela, Cuba y Puerto Rico.
Quedaron atrás los tiempos en que países como México y Canadá superaban a la cuna del Nobel Gabriel García Márquez, la cadenciosa