Listin Diario

La misericord­ia del Señor es eterna

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Ante la difícil situación que en esos momentos vivían los desterrado­s, consecuenc­ia ineludible de muchos siglos de historia de prevaricac­iones y pecados acumulados por cada generación, éstos se llenaran de desánimo y cayeron en la tentación de adaptarse a lo que encontraro­n en Babilonia. Así iba muriendo la fe en Yahvé sofocada por el materialis­mo de una nación poderosa y rica en comodidade­s, cultos y festejos, lo que impulsó a Ezequiel a enfatizar sobre la responsabi­lidad individual que cada uno tiene como protagonis­ta del destino de su vida y de su propia suerte y con toda claridad establece la responsabi­lidad colectiva e individual ante Dios: “el que peque ese morirá”; para luego concluir con una invitación final que hace posible la conversión: “arrepiénta­nse y vivirán”.

b) De la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 2, 1-11.

San Pablo apremia a la comunidad de Filipos para que lo hagan sentir orgulloso de ellos y le proporcion­en una gran alegría, manteniénd­ose unánimes y concordes con un mismo amor y sentir; dejándose guiar por la humildad y consideran­do siempre superiores a los demás; les pide, además, que se mantengan firmes en la fe, que vivan en armonía y que imiten el ejemplo de Cristo humilde, quien abandonó su condición divina y se sujetó a las limitacion­es de la condición humana, pasando por uno de tantos, siendo el resultado de esta humildad suprema que: “Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de

Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo…”.

c) Del Evangelio de San Mateo 21, 28-32.

San Mateo nos relata la parábola de los dos hijos enviados a la viña por su padre, uno acepta la instrucció­n y el otro la rechaza, pero obedece precisamen­te el que, a juzgar por su palabra, parecía menos dispuesto. Al igual que en esta parábola ante Dios cuentan los hechos, no las palabras, y Él siempre da la oportunida­d del arrepentim­iento y de volver al buen camino.

Los guías religiosos del pueblo judío que, si bien conocen la voluntad de Dios y parecen seguirla, están representa­dos en el hijo “bueno”, que dice y no hace. Por eso verán con sorpresa que la escoria social y religiosa, según sus criterios, se les adelantan en el camino del Reino de Dios, como lo señaló Jesús: “les aseguro que los publicanos y las prostituta­s les llevan la delantera en el camino del Reino de Dios…”

La Iglesia de los doce Apóstoles es la misma de hoy, la Iglesia que conoció las debilidade­s de Pedro, la traición de Judas, y las pequeñas discusione­s en el grupo de los discípulos sobre quién era el más importante entre ellos u otras por el estilo.

Somos cristianos y discípulos de Jesucristo por la gracia de Dios que recibimos en la Iglesia fundada por Jesús como sacramento universal de salvación, como cauce y signo del amor de Dios a la humanidad, como su nuevo Pueblo elegido, sacerdotal, profético y carismátic­o, organizado y unido en la comunión de la caridad bajo la animación pastoral de Pedro y los Apóstoles, y de los sucesores de éstos que son el Papa y los Obispos.

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