Europa aprende a vivir con el virus
PARÍS — En los primeros días de la pandemia, el presidente Emmanuel Macron de Francia exhortó a los ciudadanos a librar una “guerra” contra el coronavirus. Hoy, su mensaje es “aprender a vivir con el virus”.
Buena parte de Europa ha optado por la coexistencia, mientras los contagios siguen en aumento, el verano se convierte en un otoño lleno de riesgos y acecha la posibilidad de una segunda ola.
Tras haber abandonado las esperanzas de erradicar el virus o de desarrollar una vacuna en pocas semanas, los europeos en su mayoría han regresado al trabajo y a la escuela, llevando una vida lo más normal posible, en medio de una pandemia duradera, que para mediados de septiembre ya se habría cobrado la vida de más de 215.000 personas en Europa.
Este enfoque contrasta con el de Estados Unidos, donde las restricciones para protegerse contra el virus han generado divisiones políticas y donde muchas regiones han seguido adelante con la reapertura, sin contar con protocolos básicos implementados. El resultado ha sido casi tantas muertes como en Europa, aunque entre una población mucho más reducida.
Los europeos están poniendo en práctica las lecciones de la fase inicial de la pandemia: la necesidad de llevar tapabocas y practicar el distanciamiento social; la importancia de las pruebas y el rastreo de contactos; y las ventajas de reaccionar de manera ágil y local. Todas esas medidas, con ajustes según sea necesario, tienen como objetivo evitar los confinamientos nacionales, que paralizaron al continente