El calentamiento global está creando un ‘nuevo Ártico’
Los efectos del calentamiento global en el Ártico son tan graves que la región está cambiando a un clima diferente, uno que se caracteriza por menos hielo y nieve, con más lluvia y mar abierto, según dijeron dos científicas este mes.
Explicaron que el hielo marino en el Ártico ha disminuido tanto que, incluso en un año de extremas temperaturas gélidas no se produciría tanto hielo, como era típico hace décadas. Otras dos características del clima de la región, las temperaturas estacionales del aire y el número de días con lluvia en lugar de nieve, están cambiando de la misma manera, según las científicas.
El Ártico es una de las zonas del mundo que más están siendo afectadas por el cambio climático, con aumentos drásticos en las temperaturas, el derretimiento del permafrost y otros efectos además de la reducción del hielo marino. El estudio, realizado por Laura Landrum y Marika M. Holland, del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica en Boulder, Colorado, es un intento por poner en contexto lo que ocurre en esa región.
“Todo el mundo sabe que el Ártico está cambiando”, afirmó Landrum, climatóloga y autora principal del estudio, publicado en la revista Nature Climate Change. “Quisimos cuantificar si estamos en presencia de un clima nuevo”. En otras palabras, preguntó, “¿ha cambiado tanto el Ártico, y con tanta rapidez, que es imposible predecir el nuevo clima basándonos en el pasado reciente?”.
Con base a datos obtenidos de la observación de la región y modelos computarizados, las investigadoras descubrieron que el hielo marino ya tiene un nuevo clima: la extensión del hielo en años recientes es mucho menor al esperado, incluso en el peor año de mediados del siglo XX.
El hielo en el océano Ártico se ha reducido un 12 por ciento cada década, desde que la observación satelital comenzó a finales de los años 70, y los 13 años con más bajo nivel de hielo oceánico han ocurrido desde 2007. Se espera que este año impondrá una marca mínima récord o casi récord en la extensión de hielo.
Las simulaciones de temperaturas del aire del otoño y el invierno, así como de días de lluvia y de nieve mostraron que la transición a un nuevo clima está ocurriendo de manera más pausada y se espera que el cambio ya esté completo para mediados de este siglo.
En general, “estamos llegando a un punto en el que no sabremos qué esperar”, indicó Landrum.
El nuevo estudio se basa en trabajos previos, que analizaban menos elementos climáticos, explicó Jennifer Kay, climatóloga de la Universidad de Colorado que no participó en la investigación. “Es positivo que todas esas variables se discutan”, comentó Kay.
Pero los científicos han sabido con mucha anticipación que la región atravesaba por cambios decisivos. “Lo llamamos ‘el nuevo Ártico’, porque ya no es el mismo”.
Las comunidades del Ártico ya están sufriendo por los cambios, afirmó Landrum. La erosión de las costas han hecho que algunas aldeas nativas en Alaska consideren reubicarse. Otros cambios afectan el suministro de alimentos. Por ejemplo, tormentas más cálidas, que generan lluvia en terrenos nevados pueden causar la inanición de animales que son fundamentales para los grupos indígenas de la zona. “Para ellos, el cambio climático del Ártico no representa el futuro”, indicó Landrum. “Es el ahora”.
Landrum afirma que los modelos climáticos utilizados en el estudio simularon un mundo futuro, donde las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento del planeta, permanecían altas. Eso permite cierto margen de optimismo, añadió.
“Aún tenemos la oportunidad de cambiar qué tan rápido evoluciona el Ártico, si modificamos nuestras emisiones”, explicó la científica.
Otro estudio publicado este mes sugiere que dos glaciares antárticos, que durante mucho tiempo han preocupado a los científicos por el potencial que tienen de contribuir al aumento del nivel del mar, pueden estar en peores condiciones de lo que se había previsto.
Los glaciares Thwaites y Pine Island son ríos de hielo, que se mueven lentamente, desde la capa de hielo de la Antártida Occidental, en la parte interna del continente al océano, donde se derriten y provocan un aumento en el nivel del mar. En décadas recientes, el movimiento de los dos glaciares se ha acelerado, lo que ha producido más pérdida de hielo. Pero incluso con la aceleración, el deshielo de esta parte de la capa podría tardar siglos.
“No podemos rendirnos simplemente”, expresó Landrum. “Si trabajamos arduamente y hacemos algunos cambios, hay una posibilidad de generar efectos drásticos”.