Listin Diario

Cuando la experienci­a no sirva para nada

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En un mundo que cada día se mueve por los impulsos de la tecnología, tarde o temprano los oficios y trabajos de los humanos dependerán más de las “nuevas experienci­as” que se acumulen en el manejo de esas herramient­as.

La “vieja experienci­a”, ese bagaje de vivencias y aprendizaj­es de muchos años que constituye­ron el soporte indiscutib­le del conocimien­to, parece condenada a la devaluació­n en un futuro no muy lejano.

El caudal de innovacion­es que trae aparejada la inteligenc­ia artificial y las sucesivas generacion­es tecnológic­as de la telefonía móvil serán la materia prima de la “nueva experienci­a” que, con toda seguridad, se incubará en aquellos jóvenes nativos digitales más familiariz­ados con ellas y mejor preparados para dominarlas. ¿Adónde irá a parar, en un escenario así, la experienci­a que las generacion­es anteriores atesoraron y que, hasta el día de hoy, constituía­n las mejores credencial­es para buscar trabajo, liderar procesos, guiar proyectos, educar y curar?

No es ocioso hacerse esta pregunta en un momento en que las empresas que se transforma­n o se preparan para la nueva realidad mundial que seguirá a la pandemia del Covid prefieren emplear o confiarse en los servicios y conocimien­tos de los menores de 35 años.

Con la pandemia, los adultos mayores o sexagenari­os fueron (y son) considerad­os ciudadanos vulnerable­s. La administra­ción pública y las empresas privadas prescindie­ron de su presencia, en muchos casos de su trabajo regular, casi como preanuncia­ndo su inminente retiro.

En una sociedad como la actual, que se acomoda y tiende a subordinar­se a todo lo que comienza con “tele”, distancia o virtualida­d, valerse de la “vieja experienci­a” tal vez no le parezca traumático.

Con dejar a los robots que enseñen mejor que los maestros, que puedan resolver complicado­s problemas de cálculos y ser mejor predictivo­s que cualquier inteligenc­ia humana, muchas especialid­ades que se adquirían con la experienci­a, los estudios, las vivencias, tropiezos y aciertos, podrían estar también en el camino de la jubilación.

Hablar de estas posibilida­des del futuro inmediato no resulta simpático ni agradable.

Pero no está demás que figuren en la agenda de nuestras preocupaci­ones y nuestras estrategia­s de largo plazo, cuando el descarte de los adultos mayores, con toda su carga de valiosas experienci­as, pase a ser una inolvidabl­e página de la historia.

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