Listin Diario

¿Qué hacer en medio de la pandemia?

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La inesperada llegada de la pandemia abrió una caja de pandora sobre el planeta tierra, tal como dice la mitología griega: ZEUS enojado con PROMETEO porque le dio a los seres humanos el secreto del fuego, envió a Pandora con su tinaja para que vaciara sobre la humanidad todos los males, enfermedad­es, vicios, locura, crimen, violencia y tristeza. El mandato era vaciar todo el contenido menos la esperanza que debería llevar a todas partes.

¿Qué hacer?

Recordemos que en la misma caja que contenia todos los males esta la esperanza al igual que en los cuentos infantiles clásicos de Perrault como “La Bella Durmiente” y “Blanca Nieves” que después de la desgracia queda una clausula de AMOR para superar la TRAGEDIA. En “Hansel y Gretel” de los hermanos Grimm la salida es enfrentar el mal con determinac­ion. E igualmente en “Caperucita Roja” la solidarida­d salva a los desprotegi­dos. En estas historias el Amor, la Solidarida­d y la Decisión son la salida, y la solución está en las mismas personas.

La pandemia trae enfermedad­es, muertes, derrumbe de la economía, violencia, abuso de alcohol y drogas, ansiedad, depresión y estrés en todas sus formas. La psiquiatri­a explica que el cerebro esta diseñado para reaccionar frente al peligro, activando la amígdala cerebral, que junto al hipotálamo y el neo-cortex ponen en alarma todos los sístemas de emergencia y del estrés y si se produce un secuestro amigdalar la capacidad de pensar de forma racional se bloquera y si la amenaza permanece se produce un aumento del cortisol que, en exceso, puede alterar numerosos genes que, a su vez afectaran al sistema inmunológi­co y la neuroplast­icidad o la capacidad del cerebro para adaptarse a nuevas experienci­as.

Por otra parte cuando el organismo se estresa reacciona movilizand­o las células que producen una inflamació­n. El estrés puede producir problemas cardiacos, digestivos, trastornos neuropsiqu­iatricos, , ansiedad, depresión y trastornos como el síndrome de Takotsubo o del “Corazón Roto”. La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que después de los daños a la salud física por el virus, vendrían los daños a la salud mental. La psicología dice que la esperanza se expresa en metas y sueños que se ponen en marcha cuando tienen un valor para el individuo, y existe la posibilida­d y las vías para lograrlas si la persona ha construido un YO que la hace sentirse capaz de alcanzarla­s por sí misma, y que además, puede contar con ayuda necesaria de un “nosotros” solidario y empático.

Cómo y cuando se construye la identidad de un yo esperanzad­o? Cuando el individuo tiene una historia que en su infancia y adolescenc­ia, le permitio construir un “YO” porque se sentía amado, valorado y capaz de confiar en si mismo y en su entorno. Ese “Yo” dice puedo hacerlo; en vez de un “Yo desesperan­zado” que dice: “No puedo”, “Nadie me ayudara”..

Kant dice

creamos y queremos. Obsesionar­se no es esperanza es apego.

La esperanza tiene un impacto en la salud física, en el afecto positivo, mayor satisfacci­ón y mayor percepción de bienestar. Influye en la valoración y afrontamie­nto de los obstáculos y los estresores. Las personas con alta esperanza con proclives a formar conexiones sanas con otras personas, disfrutan interactua­r con otros y perciben mayor apoyo social.

No se puede hablar de esperanza sin mencionar a Viktor Frankl psiquiatra, quien sobrevivió al holocausto en varios campos de concentrac­ión Nazis, incluidos Auschwitz y Dachau,el que escribió “El hombre en busca del sentido” y dice: “A pesar de las condicione­s del estrés máximo, las personas libres toman la decisión de hacerse responsabl­es de ellos mismos y deciden encontrar sus recursos o buscar la ayuda para enfrentar tal situacion y aprender de ella para convertirl­a en propósito o misión ayudando a otros en la misma situación lo que le dará sentido a su vida y propósito a su dolor y sufrimient­o.

Después de ver el abordaje de la psiquiatrí­a y de la psicología sobre la esperanza, autores como Kant y Frankl nos ponen en la antesala de lo Espíritual. No olvidemos que la biblia menciona la palabra esperanza 114 veces y que los temas principale­s en el Antiguo Testamento son la esperanza de llegar a la tierra prometida y la venida del Mesias y en el Nuevo Testamento la Resurrecci­ón y la vida eterna.

En esta dimensión espiritual, Jung y Frankl al igual que filósofos, poetas y grandes líderes de la historia nos dicen que: la salud mental, emocional y espiritual junto a una pieza llamada “Propósito de vida son necesarias para poder sostener una vida con esperanza y que cuando todo se encuentra en equilibro con el propósito, podemos encontrar el sentido de la vida al servir de la manera que podamos.

La negativa del presidente Donald Trump a cooperar ha forzado al mandatario electo Joe Biden a buscar rodeos inusuales para prepararse para enfrentar la crecientes amenazas a la salud pública y la seguridad nacional que heredará en apenas nueve semanas. Biden, tuvo el martes una reunión con una serie de expertos de inteligenc­ia, defensa y diplomacia.

La famosa frase “¿quién soy yo para juzgar?” que pronunció el papa Francisco en el 2013 tal vez explique un poco su actitud inicial hacia las denuncias de abusos sexuales del cardenal estadounid­ense Theodore McCarrick. Francisco pronunció esa frase el 29 de julio del 2013, cuatro meses después de ser nombrado pontífice, cuando se le preguntó acerca de un cura gay que mantenía relaciones sexuales y que acababa de ser promovido.

La policía dispersó violentame­nte ayer miércoles una manifestac­ión opositora en reclamo de la salida del poder del presidente de Haití Jovenel Moise. Agentes de la Policía Nacional de Haití (PNH) dispararon desde el interior de un automóvil que viajaba a gran velocidad contra manifestan­tes que avanzaban pacíficame­nte por una calle del centro de Puerto Príncipe.

Nueva York anunció ayer miércoles que volverá a cerrar las escuelas públicas para contener una segunda oleada del coronaviru­s, mientras en Europa la tasa de mortalidad aumenta y se registraro­n protestas violentas contra las restriccio­nes.

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