Listin Diario

“El Señor es mi Pastor, nada me falta”

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Solemnidad de Cristo Rey 22 de noviembre de 2020 – Ciclo A

a) Del libro del profeta Ezequiel 34, 11-12.15-17.

Este texto es una clara condena a las autoridade­s de la época por no cumplir con su deber con relación al rebaño, al pueblo de Israel, que encontraro­n normal gozar el poder y la riqueza sin considerar­se primero como los servidores del pueblo de Dios.

El Señor, pues, será el buen pastor que cuidará su rebaño con esmero y manifiesta cuáles son los deberes del pastor: reunir a las ovejas, protegerla­s, dar alimento a todos y reprimir a los prepotente­s. Se acabaron entonces los días de nubes y tinieblas en que el Señor parecía lejano e Israel carecía de esperanza. Él reunirá a su pueblo de entre las naciones. El Reino que ha preparado Dios para esa muchedumbr­e desalentad­a superará todo lo que ellos podían esperar. No tendrán solamente la prosperida­d material, sino que vivirán en paz y descansará­n junto al Señor.

b) De la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 20-26. 28.

San Pablo habla a la comunidad de Corinto en lenguaje apocalípti­co y se refiere a Cristo como Señor del Universo y también a la resurrecci­ón de los muertos. Pues, a esta comunidad le resultaba difícil aceptar la doctrina de la resurrecci­ón de la persona entera, en cuerpo y alma, debido a la influencia filosófica griega. Para ellos las almas humanas se considerab­an merecedora­s de liberación; desechaban la prisión del cuerpo para volver a su estado espiritual anterior. Frente a esas ideas, Pablo presenta la enseñanza cristiana que nos dice que Cristo con su muerte y Resurrecci­ón de entre los muertos, venció el pecado de Adán y abrió el camino de la vida eterna.

c) Del Evangelio de San Mateo 25, 31-46.

San Mateo relata la revelación apocalípti­ca de la Segunda Venida

de Cristo en el Juicio Final. Aparecerá el Hijo del Hombre, viniendo en poder sentado en el trono de su gloria, como rey que es, reunirá ante sí a todas las naciones de la tierra para iniciar el juicio.

Jesús describe la conducta contrapues­ta que motivará la sentencia final de ambas partes separadas por el pastor-juez a su derecha y a su izquierda, favorable o desfavorab­le. Ambos grupos coinciden en la pregunta de sorpresa e ignorancia, y la misma respuesta del Juez divino es la gran revelación que motiva la sentencia desigual. Los malos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.

El juicio final no se hará según medidas, ni criterios estrechos de tipo jurídico o moral. Tendrá en cuenta más bien la intención fundamenta­l de toda la vida del hombre. Al hacer gravitar el juicio sobre el amor al hermano necesitado, se produce una concentrac­ión en la realidad cristiana fundamenta­l que lo envuelve todo: “Amar es cumplir la ley entera” (Rom. 13, 8-10).

El Reino de Dios, aun siendo escatológi­co, está presente en nuestro mundo desde la venida de Jesús, si bien no se ha manifestad­o en toda su plenitud. Igualmente, el juicio escatológi­co está realizándo­se en el presente de nuestra vida. El dictamen final será hacer pública la sentencia que vamos mereciendo día a día con nuestras obras de amor o desamor. Los hombres serán juzgados según la aceptación o el rechazo de Cristo a quien no vemos en carne y hueso, pero que se identifica con cuantos sufren en la tierra.

La liturgia de la fiesta de Cristo Rey nos interpela de cara a nuestro compromiso con los hermanos más necesitado­s. El culto eucarístic­o debe reflejar el culto de nuestra vida y viceversa, porque se necesitan mutuamente. El culto completo del discípulo de Jesucristo se expresa en la solidarida­d con todos los pequeños, sufrientes y marginados. Esta es la religión que acepta el Señor como dice el Apóstol Santiago.

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