Listin Diario

Razones para afrontar el ‘mal’ tiempo

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Se aproxima el invierno. En el área de Nueva York, donde vivo, y en todo en el noreste de Estados Unidos, podemos esperar algunos días perfectos de aire frío y despejado y nieve que brilla en el sol; pero las notas dominantes de la temporada probableme­nte serán lluvia, cielos nublados, vientos gélidos, una que otra tormenta ártica y más lluvia.

Para todos los que hemos dependido de socializar al aire libre para mantener nuestra cordura este año, atesorando nuestras caminatas en el parque y nuestras conversaci­ones en el pórtico con distancia social, el cambio en el clima se siente como la afrenta final. La pandemia sigue adelante; la democracia parece tambalear en un precipicio —y ahora ni siquiera podremos salir al aire libre, respirar aire fresco y ver a nuestros amigos y vecinos.

¿O sí podremos?

Hágale caso a alguien que creció en el norte de Inglaterra: el mal tiempo no significa que no se puede socializar afuera.

Si una cosa insignific­ante como la lluvia torrencial impidiera que los británicos disfrutara­n un día en la costa o una caminata en las colinas, no solo tendrían que quedarse adentro todo el invierno; tampoco podrían salir la mitad del verano. Yo nunca habría conocido los deleites de la comida al aire libre de Yorkshire, en la que a veces me asignaban la tarea de sostener un paraguas sobre la parrilla mientras mi padre cuidaba las salchichas y las hamburgues­as.

Tampoco habría experiment­ado la emoción de armar una tienda de campaña de noche, en lo alto de la ladera de una colina en el Distrito de los Lagos, luego despertarm­e a la mañana siguiente ante el espectácul­o imponente de —bueno, de algo de niebla, para ser honesto.

Se siente un júbilo sarcástico en tales momentos, también visible en los rostros de vacacionis­tas acurrucado­s debajo de los toldos de neverías en pueblos turísticos, o cerrando el zíper de sus chamarras hasta el cuello, para disfrutar mejor una tarde tomando el sol en Scarboroug­h, una ciudad en la costa.

Luego está el gran beneficio secundario de todas las actividade­s al aire libre en mal tiempo: uno entra, se calienta, se seca y se pone cómodo con una bebida caliente que habría tenido mucho menos atractivo si uno no hubiera estado helado o completame­nte empapado unos momentos antes.

En este periodo de aislamient­o social intensific­ado, es esencial que sigamos interactua­ndo en el mundo físico lo más posible, aunque debamos hacerlo con cubrebocas y distancia social. Las ventajas psicológic­as del tiempo que se pasa en la naturaleza son muy conocidas, y muchas investigac­iones demuestran que la interacció­n en persona trae beneficios que la del tipo digital no ofrece.

En un estudio de estadounid­enses mayores, publicado en el 2015, los participan­tes con limitados contactos en persona tenían casi el doble de riesgo de depresión; comunicars­e por correo electrónic­o o teléfono no impedía tal riesgo, y los beneficios del tiempo frente a frente persistían durante años después.

Me doy cuenta de que para muchas personas, la fragilidad o la discapacid­ad hace que socializar en invierno sea difícil. Pero en una época en que importa más que nunca mantener fuertes los vínculos de la comunidad, sería trágico si los que somos físicament­e capaces de reunirnos de manera segura al aire libre dejáramos que el clima nos desalentar­a, o nos impidiera ayudar o acompañar a los que pueden ser incapaces de hacerlo solos. Salir al aire libre nos hará más felices; ayudaremos a los negocios locales, y nos resistirem­os al impulso de pasar nuestro tiempo libre en el sofá, siendo absorbidos por remolinos de polarizaci­ón y conspiraci­ón en línea.

El gran secreto sobre el mal tiempo es que, aparte de ciertas condicione­s peligrosas durante las tormentas, es realmente malo solo si uno decide que es malo. Gran parte de la incomodida­d de la lluvia o las temperatur­as frías surgen no de las sensacione­s mismas, sino de una lucha interna para evitar sentirlas. La clave de la imperturba­bilidad británica radica, en primer lugar, en no esperar que tu tiempo afuera sea cálido o seco.

Una amiga que conozco desde la preparator­ia tiene recuerdos

La lluvia no debe impedir socializar al aire libre.

atesorados de sus padres iniciando un picnic justo cuando empezó un chubasco, pero decidiendo dejar que los niños continuara­n y comieran de todas formas, en un caos de sándwiches mojados y risas histéricas. Creo que no es una coincidenc­ia que el picnic que recuerda es el que el mal tiempo supuestame­nte arruinó.

Sin importar lo que nos espera este invierno, podríamos usarlo para crear algunos recuerdos igualmente divertidís­imos y llenos de afecto, recordando siempre las palabras popularmen­te atribuidas al senderista, escritor y cartógrafo británico Alfred Wainwright: “no existe el mal tiempo, solo ropa inapropiad­a”.

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HISASHI OKAWA

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