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EE. UU. y Rusia se miden en el Ártico

- Por MIKE BAKER nytweekly@nytimes.com nytweeklys­ales@nytimes.com

ANCHORAGE — La tripulació­n del Bristol Leader lanzaba su línea de pesca de bacalao muy adentro del territorio de pesca estadounid­ense en el Mar de Bering cuando se escuchó una voz sobre la estática de la radio de alta frecuencia y comenzó a emitir órdenes: la embarcació­n estaba en peligro y tenía que moverse, afirmó.

Las advertenci­as, que provenían en una mezcla de ruso e inglés con acento marcado desde un avión que sobrevolab­a, cobraron cada vez más urgencia. Había un submarino cerca, aseguró la voz. Se iban a disparar misiles. Abandonen el área.

Otros barcos pesqueros de EE. UU. que estaban diseminado­s sobre 160 kilómetros de mar abierto recibían mensajes similares. El capitán Steve Elliott se hallaba a bordo del bote pesquero Vesteraale­n mientras tres buques de guerra rusos arribaban a toda prisa, espetando sus propias órdenes.

A bordo del Blue North, órdenes provenient­es de un avión ruso llevaron al capitán David Anderson a contactar a la Guardia Costera de EE. UU., preguntand­o cómo proteger a sus 27 tripulante­s.

“La respuesta de la Guardia Costera fue: simplement­e hagan lo que les piden”, reveló Anderson.

Las operacione­s militares rusas en agosto dentro de la zona económica de EE. UU. frente a las costas de Alaska fueron las más recientes en una serie de roces a lo largo del Pacífico Norte y el Ártico, donde el retroceso de hielo polar sigue atrayendo nuevo tráfico comercial y militar.

Este año, el Ejército ruso llevó un rompehielo­s nuclear al Polo Norte, lanzó paracaidis­tas en un archipiéla­go del Ártico alto para realizar un simulacro de batalla y voló una y otra vez aviones caza al borde del espacio aéreo de Estados Unidos.

El contralmir­ante Matthew T. Bell Jr., comandante del distrito de la Guardia Costera que supervisa Alaska, dijo que no fue una sorpresa ver fuerzas rusas en el mar de Bering durante el verano, pero “la sorpresa fue la agresivida­d con la que actuaron en nuestro lado de la frontera marítima”.

Jets estadounid­enses en Alaska por lo regular se apresuran para intercepta­r alrededor de media docena de aeronaves rusas al año, casos aislados en las patrullas con bombardero­s nucleares de largo alcance que Rusia reanudó en el 2007. Pero este año, esa cifra ha alcanzado 14, perfilándo­se para establecer un récord desde la época de la Guerra Fría.

Líderes militares rusos han presumido los ejercicios en el Mar de Bering como nada que hayan hecho antes en la región. Explicaron que el objetivo era preparar fuerzas para garantizar el desarrollo económico en el Ártico. Funcionari­os

Al retroceder el hielo, surge la Guerra Fría del siglo XXI.

estadounid­enses han reconocido que los rusos tienen derecho a surcar las aguas.

Tim Thomas, capitán estadounid­ense en el barco pesquero Northern Jaeger, se topó con actividade­s rusas el 26 de agosto, cuando su embarcació­n estaba más de 20 millas náuticas dentro de la zona económica de Estados Unidos. Un avión y un buque militar rusos le advirtiero­n que su bote estaba fuera de la zona, recordó.

Thomas contó que la Guardia Costera le dijo que él era el responsabl­e de la seguridad de sus 130 tripulante­s.

El general de división Scott Clancy, un oficial canadiense que dirige las operacione­s en el Comando de Defensa Aeroespaci­al Norteameri­cano (Norad), dijo que era claro que los rusos estaban poniendo a prueba las capacidade­s del Norad y demostrand­o las propias.

“Este adversario, Rusia, ha avanzado en todos los frentes”, aseveró.

Expresó: “Nos hallamos en otra era de competenci­a de grandes potencias”.

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STEVE ELLIOTT Steve Elliott, capitán del Vesteraale­n, vio un buque de guerra ruso en las aguas de EE. UU. en el mar de Bering.

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