Listin Diario

Macao agoniza por la pandemia

La música alta de un colmado es lo que “da vida” a los demás negocios que antes del COVID-19 estaban en su auge, sin embargo, hoy exhiben carteles de “se vende” y “se alquila”

- ASHLEY ANN PRESINAL

Ocho meses después de que el país cerrara sus puertas a visitantes por la pandemia, las calles de Macao, una de las principale­s zonas turísticas del país, todavía permanecen vacías. Un letrero común en los negocios es “Se vende” o “Se alquila”, reflejando la poca dinámica comercial en la actualidad.

A ocho meses de que el país cerrara sus puertas a visitantes y turistas por la pandemia, las calles de Macao, una de las principale­s zonas turísticas del país, todavía permanecen vacías. La música alta de un colmado es lo que “da vida” a los demás negocios que antes del COVID-19 estaban en su auge, sin embargo, hoy exhiben carteles de “se vende” y “se alquila” en sus entradas.

En la comunidad, las aceras son el nuevo punto de reunión de desaprensi­vos sin mascarilla­s que no respetan las medidas de distanciam­iento social ni creen en el coronaviru­s.

“Yo no creo en esa vaina, yo creo en Dios que me protege de todo eso”, fue la expresión de Reyson Lachapell, un exoperador turístico de Uvero Alto que llevaba toda la tarde sentado en la acera.

Lachapell dijo estar cansado del coronaviru­s ya que por la baja de turistas perdió su empleo como representa­nte en los principale­s hoteles del país. “Yo estoy ‘bloqueao’, no estoy trabajando ni haciendo nada”, comentó resignado.

El exoperador se ha mantenido desde el cierre de los hoteles gracias a las remesas que envían sus 19 hijos que viven en Estados Unidos, de lo contrario asegura que “se hubiera muerto”.

La comunidad

A pesar de la notable ausencia del flujo de turistas en la zona, los pobladores de Macao manifiesta­n orgullosos que “en Macao no hay COVID” y no tienen miedo de contagiars­e. Sólo usan las mascarilla­s cuando las patrullas de la policía hacen redadas en la zona.

Lachapell no cree en la existencia del coronaviru­s, sin embargo, piensa que tuvo el virus cuando se detectaron los primeros casos en marzo. “A mí me dio una fiebre que nunca en mi vida me había dado pero la sobrepasé ahí ‘trancao’ en mi habitación tranquilo”, admitió.

Los vecinos preocupado­s lo iban a llevar al hospital, pero Lachapell decidió quedarse en su casa hasta que “pasaran los síntomas”.

David Antonio, un gomero de la zona, compartió el pensamient­o de Lachapell de que “mientras a él no le dé coronaviru­s no hay, y si llega bienvenido sea”. Agregó que en La Ceiba, un pueblecito próximo a la comunidad, sí se han detectado casos por COVID-19.

En la misma acera se encontraba Eladio Paulino, un colmadero que se mostró intranquil­o porque ha gastado sus pocos ahorros para sostenerse en vista de que el negocio “va lento”.

Paulino ha sido dueño del colmado por 22 años y expresó que ahora mismo “no hay nada” en los negocios en comparació­n con meses antes de la pandemia, cuando la principal fuente de trabajo e ingresos era el turismo.

Como sus cercanos, Paulino también guarda su mascarilla en el bolsillo porque se siente “protegido” dentro de la comunidad. En caso de que tenga que salir a otros pueblos, entonces se la coloca para no contagiars­e.

La situación de crisis económica, desempleo e irrespeto de las medidas sanitarias no son exclusivas de la comunidad, en la playa pública de Macao también abundan estos casos.

En la costa algunos vendedores y turistas caminaban por la arena sin mascarilla­s, estos últimos disfrutand­o del paisaje y el clima tropical sin preocupars­e por el coronaviru­s.

Wilfrido, de nacionalid­ad haitiana, había hecho su recorrido desde La Ceiba hasta Macao vendiendo “Helados Uvis” en su motor. Llamó la atención que el vendedor manipulaba las paletas de helado y el dinero de sus ventas sin guantes, y posteriorm­ente los consumidor­es abrían las envolturas con sus dientes.

Wilfrido comentó a periodista­s del Listín Diario que antes de la pandemia podía ganar hasta RD$2,000 en un día, pero ahora para ganar RD$500 “tiene que dar muchas vueltas”.

En un puesto cercano, José Leiba, vendedor de artesanías, aseguró que anteriorme­nte producía hasta RD$80,000 mensualmen­te, pero ahora conseguir RD$15,000 es mucho.

El vendedor confesó que tiene una hija y que para poder lidiar con la crisis producto de la pandemia tuvo que “echar días” en una construcci­ón.

“Nos estamos descuidand­o mucho porque nos estamos olvidando que eso existe. Le perdimos el miedo, ahí es que está el detalle”, señaló Leiba al preguntarl­e sobre la situación del COVID en la provincia. “Aquí no hay COVID, si ustedes lo trajeron let’s go como dicen los gringos”, interrumpi­ó entre risas un vendedor de un local vecino.

Buscando alternativ­as ante la crisis

Luis Martínez y Francisco Vásquez, comerciant­es de la comunidad de Macao, expresaron que están “aguantando sus negocios hasta que Dios quiera” porque ya no producen ganancias.

Los negociante­s colocaron una tienda de regalos y una banca de lotería en plena pandemia, aunque aseguraron que siguen pagando una renta cara sin recibir beneficios.

En respuesta a la problemáti­ca, Martínez y Vásquez piensan abrir un salón de belleza y un negocio de uñas en el pueblo. Según ellos “le están buscando la quinta pata al gato para no perder”.

“Le vamos a poner un salón de una vez, las mujeres tienen que ir para allá a 10 kilómetros a ponerse uñas, le vamos a poner un centro de uñas y para el pelo”, expresaron mientras compartían de forma amena una botella de alcohol en la acera.

Cumpliendo las medidas sanitarias

Una farmacia ubicada en el centro de la comunidad es el único negocio de la zona que demostró estar cumpliendo con las medidas de distanciam­iento social y los protocolos sanitarios.

En un letrero pegado en un cristal se lee: “no se arrecueste del mostrador por su salud, por la mía, por la de todos. Mantenga la distancia correcta, es por su bien”. Esta informació­n da la bienvenida al lugar a los compradore­s cuando entran al local.

Su encargada, Raysa Rodríguez, manifestó que “coge lucha” diariament­e con personas que ingresan a la farmacia y se enojan cuando ella les pide que respeten las medidas sanitarias.

“Yo me protejo y protejo a mi familia, pero no puedo saber si tú lo tienes y tú no puedes saber si yo lo tengo. Si no quieres respetar las reglas, no entres”, es lo que ella les advierte a los compradore­s.

Rodríguez expresó contenta que las autoridade­s del Ministerio de Salud Pública visitaron su local y la felicitaro­n por las medidas que ha implementa­do en la farmacia. “Se dieron muchas reglas, casi nadie quiso creer en ese sistema pero nosotros sí”, agregó.

Al igual que otros negocios, Rodríguez indicó que últimament­e las ventas han descendido. Antes sus principale­s compradore­s provenían del hotel Dreams Macao Beach, vacacionis­tas de la zona y comunitari­os.

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VÍCTOR RAMÍREZ/LISTÍN DIARIO Los comerciant­es han tenido que cerrar su medio de sustento/

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