La trágica muerte del Presidente Ramón Cáceres
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Iuis Felipe Mejía autor del importantísimo libro “De Lilis a Trujillo”, joven, estudiante de derecho en ese momento y ya en su condición de abogado, fue diputado en el periodo de Horacio Vásquez, describe la trágica muerte de Ramón Cáceres de la siguiente manera, cito: “Acostumbraba Cáceres pasear en su victoria los domingos en la tarde por la Avenida Independencia, acompañándole regularmente un solo edecán. En la tarde del domingo 19 de noviembre de 1911 fue hasta San Gerónimo con el Coronel Ramón Pérez (Chipi), Jefe del Cuarto Militar y visito a Don Juan de la Cruz Alfonseca, allí domiciliado, a quien le unía una vieja amistad de familia. En conocimiento de ese paseo habitual, Luis Tejera habíase situado frente a Guibia en la estancia de Pedro Marín, donde acudieron: Luis Felipe Vidal, Augusto Chottin, Jaime Mota (hijo), José Pérez, Julio Pichardo, Pedro Andújar, Wenceslao Guerrero, Esteban Nivar, Raúl Francheschini, Porfirio García Lluberes, José García, Pedro Ma. Mejía (hijo), Juan Herrera Alfonseca y algunos peones de Tejera y de Chottin. Cuando Cáceres regresaba de San Gerónimo, Jaimito Mota, participante, atravesó su carro en la avenida y salieron todos revólveres en manos deteniendo la victoria e intimidándole la rendición. Chipi Pérez salió del carruaje por el lado opuesto al grupo e hizo un disparo corriendo después precipitadamente y abandonando a su suerte al presidente contra lo que le ordenaba su honor y su deber. Había tres guardias en la entrada Guibia y uno de ellos, de apellido Luna disparo sobre el grupo e hirió a Luis Tejera. Según parece, Cáceres ante lo inútil de la resistencia, por el número de asaltantes, se había rendido pero al sonar los tiros arranco la yegua del carruaje, espantada o fustigada por el auriga Cachero (Luis Mengual). Luis Tejera ordeno a sus compañeros no dejarle ir. Entonces varios de ellos dispararon sobre el presidente, hiriéndolo primero en la mano derecha, lo cual le impidió usar su revólver. Cayo después al suelo al volcarse el coche pero pudo incorporarse con la ayuda de Cachero quien se mostró sereno y fiel en aquel supremo transe. El auriga entro, como pudo, al moribundo ósea a Cáceres en la estancia de Peinado, bajo los tiros, pues algunos como Julio Pichardo le siguieron hasta cerca de la casa. Expiro mientras lo conducían a la Legación Americana en brazos de la señorita Estela Vásquez, que había acudido solicita a asistirle”. El punto exacto hoy día donde se produjo esta trágica muerte es en la avenida Independencia casi esquina Socorro Sánchez y donde está ubicado el negocio de vehículos Auto Asesores y lugar donde se fijara una tarja conmemorativa a aquel vil asesinato que tantas graves consecuencias trajo al país y que más adelante señalare brevemente. La casa de la referida visita de Juan de la Cruz Alfonseca fue donde vivió y murió asesinado también su padre Manuel Altagracia Cáceres Fernández (Meme) el 17 de Septiembre de 1878 por el hecho de que era un seguro ganador de las elecciones a la candidatura presidencial en esa ocasión y su hijo Ramón Cáceres residió transitoriamente con esa familia durante su periodo estudiantil en el colegio San Luis Gonzaga, mientras fue Vicepresidente junto a Morales Languasco y los primeros días y meses ya como Presidente a partir del 12 de Enero de 1906.
Sus restos fueron sepultados en la Catedral Primada de América en Santo Domingo, acto encabezado por el arzobispo de la época Monseñor Adolfo Nouel y el panegírico fue leído por Federico Velásquez, Ministro de Hacienda y gran intelectual de la época y más tarde fueron trasladados a la Iglesia Nuestra Señora del Rosario en nuestra ciudad de Moca, autorizado por el arzobispo Monseñor Nouel, el día 26 de Mayo del 1924, donde se encuentra junto a su padre Manuel Altagracia Cáceres. La autorización de su traslado se encuentra en el Museo Presidente Ramón Cáceres, en Estancia Nueva, gracias al gran amigo historiador Adriano Miguel Tejada que la conservaba y la dono al Museo. El presidente Balaguer dispuso mediante decreto 118-89 el traslado de sus restos al Panteón Nacional junto a otras figuras nacionales pero al respecto la familia Cáceres le solicito, a través del suscrito, que permanecieran en su actual lugar, lo que fue gentil y debidamente aceptado y autorizado por este.