El temor a perder moldeó la presidencia
amañador de Trump.
Cohen, que en el 2018 fue encontrado culpable de evasión de impuestos y violaciones de financiamiento de campaña y que desde entonces se ha convertido en un crítico vehemente del presidente, proporcionó ejemplos en su reciente libro, Relató cómo, en el 2014, el canal de televisión preparaba una encuesta de las 25 personas más influyentes del mundo. Trump, quien inicialmente ocupaba el lugar 187, ordenó a Cohen que mejorara su posición en la lista. “Solo asegúrate de que figure entre los 10 primeros”, dijo Trump, según relata Cohen.
El abogado contrató a alguien para evaluar las opciones. Después de que esa persona determinó que la encuesta podía ser manipulada, se gastaron 15 mil dólares para comprar direcciones discretas de protocolo de internet a través de las cuales se podían emitir votos para Trump, quien ascendió al noveno lugar.
“Al poco tiempo, Trump creía realmente que estaba clasificado entre los 10 primeros y que era considerado una figura sumamente importante de los negocios”, escribió Cohen.
Pero eliminó a Trump de la lista sin explicación alguna. El enfurecido futuro presidente de Estados Unidos aún logró sacarle provecho a la clasificación falsa antes de ser eliminado de la lista.
“Mandó a hacer cientos de copias y agregó la encuesta a la pila de recortes de periódicos y perfiles de él mismo en revistas que daba a visitantes”, escribió Cohen.
Este miedo a ser visto como algo menos que lo mejor es un tema recurrente en los escritos sobre Trump.
Un momento trascendental en su carrera llegó con la apertura de su casino Taj Mahal en Atlantic City en 1990. De acuerdo con O’Donnell, Trump presionó para que el casino abriera antes de tiempo porque temía a la vergüenza que ocasionaría un retraso después de prometerle al mundo una inauguración llena de celebridades.
El casino no estaba listo; solo una cuarta parte de las máquinas tragamonedas estaban abiertas, lo que dejaba en silencio al cavernoso espacio. En privado, Trump estaba furioso y culpó a su hermano menor, Robert. En público, sin embargo, Trump se jactó de lo maravilloso que era el Taj Mahal. Apareciendo en el programa
de en abril de 1990, Trump dijo que el único problema con el día de la inauguración del Taj Mahal fue el demasiado éxito. Los apostadores estaban jugando en las tragamonedas con tal ferocidad que las máquinas casi estallaron en llamas.
“Tuvimos máquinas que —prácticamente se incendiaron”, dijo Trump. “Nadie jamás ha visto algo como esto”.
El Taj Mahal se declaró en quiebra al año siguiente.
Trump expuso su visión del mundo en una entrevista del 2014 con el autor Michael D’Antonio.
“Ganar es muy importante”, dijo. “El aspecto más importante del liderazgo es ganar. Si tienes un historial de victorias, la gente te seguirá”.
A menudo, Trump ha utilizado los tribunales para tratar de aplastar a cualquiera que pudiera poner en duda su posición. Presentó una demanda de cinco mil millones de dólares contra el periodista Timothy L. O’Brien, cuyo libro del 2005,
argumentó que el patrimonio neto de Trump no era más de 250 millones de dólares —que no era, en otras palabras, un multimillonario. La demanda fue desestimada.
La necesidad de Trump de ser visto como un ganador ha dado forma a su presidencia. A fines del 2018, utilizó un inminente cierre del Gobierno para exigir fondos para una de sus obsesiones centrales: un muro a lo largo de la frontera con México. Después de que Trump exhortó a sus compañeros republicanos en el Congreso a llegar a un acuerdo, el senador Mitch McConnell,
el líder de la mayoría, llegó a un trato para evitar un cierre y dejó de lado temporalmente las negociaciones sobre medidas de seguridad, incluido un muro.
Parecía que Trump firmaría el acuerdo, hasta que los críticos conservadores lo acusaron de ceder a los demócratas, de ser efectivamente un perdedor. Dio marcha atrás, y así comenzó el cierre más largo del Gobierno federal en la historia del país, con un costo estimado para la economía de 11 mil millones de dólares.
Después de que Trump prestó juramento como el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos en enero de 2017, su Administración afirmó que el público el día de la toma de posesión fue el más grande de la historia, pese a toda la evidencia de lo contrario. Pero cualquier sugerencia de inasistencia habría convertido a Trump en un perdedor en alguna contienda imaginaria sobre el tamaño de multitudes en tomas de posesión presidenciales.
Ahora, casi cuatro años después, los ciudadanos han emitido sus votos, las demandas infundadas que alegan fraude electoral han sido desestimadas y los Estados han certificado la votación. Aún así, el perdedor de las elecciones presidenciales del 2020 sigue viendo multitudes que el resto de Estados Unidos no ve.
Esto termina como empezó.