Josh O’Connor encarna a un príncipe agobiado
Se ha hablado mucho de las proporciones “reales” de las orejas de Josh O’Connor: sobresalen, al igual que las del príncipe Carlos, a quien interpreta en
Sin embargo, las orejas no convierten a alguien en un rey en espera. Más bien, concluyó el actor, es la postura. Por lo general erguido cuando debutó en la tercera temporada, interpretando a Carlos cuando era estudiante en Cambridge, O’Connor ha trazado desde entonces el estado emocional del príncipe mediante un encorvamiento progresivamente pronunciado, a medida que las expectativas de la Casa de Windsor carcomían su felicidad. Cuando la Reina Isabel II, interpretada por Olivia Colman, coloca la pequeña corona sobre su cabeza en su investidura como príncipe de Gales, uno se pregunta si él tiene la fuerza para sostenerla.
“Tiene que ver con el mayor peso sobre sus hombros”, dijo O’Connor. “Al final, es patético, algo así como un hombre desmoronado”.
Se pone aún peor en la cuarta temporada de ahora en Netflix, que presenta a un Carlos menos comprensivo, arisco al tiempo que se desespera por su matrimonio con una princesa Diana (Emma Corrin) ladrona de reflectores, mientras anhela a Camilla
Parker Bowles (Emerald Fennell), el amor del que nunca se escapó del todo.
Para O’Connor, de 30 años, esta temporada marca su final en un papel que realmente nunca buscó. El actor se negó a leer para el papel de Carlos cuando se le pidió en un principio. “Pensé, no puedo agregar nada a esto”, dijo. “Soy republicano, no me interesa la familia real”.
Sin embargo, a la larga accedió, y Peter Morgan, el creador y escritor del programa, le presentó una escena. En ella, Carlos se compara a sí mismo con un personaje de
de Saul Bellow, esperando ser reclutado porque ir a la guerra le dará sentido a su vida.
“Y entonces dice: ‘en pocas palabras, estoy esperando a que mi madre muera para que mi vida cobre sentido’”, dijo. “Leí ese parlamento y pensé, ‘bueno, de ahí me puedo agarrar’”.
La temporada actual encuentra al príncipe cada vez más exasperado con estas circunstancias, tanto en términos del matrimonio infeliz que se le impuso como de su continua insignificancia en el reino.
“Estábamos hablando de una especie de Carlos sin voz ni voto”, comentó O’Connor. “Pero ésa es la belleza de esto, ahí es donde él lucha: no se siente escuchado”.
Carlos no se imagina cosas. Nadie quiere escuchar su voz, como le informa su madre con frialdad en un encuentro. O’Connor y Colman bromeaban diciendo que todas sus escenas juntas eran variaciones sobre el mismo tema.
“Carlos entra y dice: ‘Mami, necesito hablar contigo’, y ella dice, ‘No’, y entonces él se va”, explicó el actor.
O’Connor tuvo una crianza feliz como el segundo de tres hermanos en Cheltenham, una ciudad de balnearios en el borde de los montes Cotswolds. Se formó en la Bristol Old Vic Theatre School, cuyos exalumnos incluyen a dos de sus ídolos, Pete Postlethwaite y Daniel Day-Lewis.
Poco después de graduarse, empezaron a llegarle pequeños papeles en TV, en y
Con el tiempo, consiguió un papel principal como el hijo mayor en un drama de época de ITV y la compañía productora Masterpiece, sobre el cambio de residencia de una familia británica a la isla griega de Corfu en los años 30.
Sin embargo, su verdadero papel revelación se produjo en el debut cinematográfico de Francis Lee en 2017, (Tierra de Dios). O’Connor es apenas reconocible en el papel de Johnny Saxby, un bebedor, gay y melancólico que trabaja duro en la granja de su familia en Yorkshire, cuyo corazón calcificado es abierto por un trabajador migrante rumano.
“Él es uno de esos actores camaleónicos poco comunes”, afirmó Lee.
le valió a O’Connor un premio al Mejor Actor de los British Independent Film Awards en el 2017. Dos años después, ganó otro por que trata sobre una pareja que lucha contra la infertilidad. Debutó en
a finales del 2019. Morgan no puede recordar haber considerado a alguien más para esta versión de Carlos, ni haber notado las orejas de O’Connor, aunque imagina que debe haberlo hecho.
“Me atrajo su sensibilidad y el hecho de que era complejo, pero agradable, y me sentí intrigado de inmediato”, expresó. “Y en el momento en que comenzó a leer los parlamentos para nosotros, no hubo vuelta de hoja”.
Si bien O’Connor tiene dificultades para alinear su creencia en una sociedad sin clases con la familia real, no cree que los hace ver glamurosos, con todo y su pompa.
“Lo que hace Peter es eliminar todo eso”, explicó. “Se trata de humanos que batallan y tienen relaciones muy extrañas con sus padres y el poder y la política. Ésa es la esencia”.
El retrato de un príncipe, complejo y desmoronado.