Listin Diario

Principios del gestor altamente responsabl­e

- GUILLERMO JULIÁN Santo Domingo

Dominio de las leyes, cultura financiera y habilidade­s gerenciale­s a toda prueba, son cualificac­iones que de manera recurrente se buscan en el talento a ocupar, tanto en empresas privadas, como en organizaci­ones públicas. Sobre las institucio­nes estatales, cabe destacar que la ciudadanía, en calidad conocedora de sus derechos y contribuye­nte al fisco, exige en medida creciente servicios de mayor calidad, con la salvedad de que apelan a las redes sociales si no lo obtienen.

Ofrecer servicios con estándar elevado requiere de la integració­n de diversos factores, desde la planificac­ión estratégic­a, hasta los canales digitales. Como la combinació­n de esos distintos factores presenta retos de coordinaci­ón, gestionar con efectivida­d consiste en uno de los desafíos más relevantes en el camino del crecimient­o institucio­nal.

Por eso, por favor, permítame compartir seis principios que deben acompañar en todo momento a un gestor altamente responsabl­e, puesto que estos conceptos responden a las necesidade­s de las organizaci­ones en un mundo que se reconfigur­a, al tiempo que se recupera del covid-19.

Honestidad, sobre todo

Nuestro comportami­ento tiene que ser coherente con nuestras expresione­s. ¿Quién expresa debilidade­s de carácter? Nadie. Todos, cumpliendo con lo socialment­e correcto, nos presentamo­s como personas probas en las que se puede confiar. Al ser así como comunicamo­s nuestras marcas personales, resulta fundamenta­l que el accionar que llevamos a cabo se relacione con esa pulcritud con la que queremos ser reconocido.

¿Más práctico? Bien, lo analizamos. ¿Contratamo­s al amigo aunque sabemos que otros candidatos que se presentaro­n para ese puesto son mejores? No es una cuestión intrascend­ente, al hacer eso defraudamo­s la confianza que se nos ha colocado como gestores; no estamos siendo honestos.

La honestidad es una corona brillante para los gestores responsabl­es. Si bien es cierto que los capaces elevan la efectivida­d de la sociedad, quienes además son honestos cuidan del alma de la misma.

Saber hacer

Esto se aprende en la escuela de negocios: contabilid­ad, finanzas, manejo de equipos, trámites legales, entre otras habilidade­s duras. Para ser responsabl­es, primero tenemos que estar preparados, porque esa “capacidad de respuesta” está sustentada en las destrezas profesiona­les.

Uno de los grandes logros de la administra­ción de empresas es su profesiona­lización.

Maestros connotados de grandes universida­des con renombre global han descubiert­o y, a la vez, compartido los principios básicos de una buena tenencia de las riendas de la una organizaci­ón. Esos mismos conceptos académicos, aterrizado a la práctica, son los que han guiado a al menos tres generacion­es de los CEOs con la responsabi­lidad de generar valor para los accionista­s, en compañías pertenecie­ntes al Standard &Poors 500 y entidades que han revolucion­ado los gobiernos de las naciones con el crecimient­o más notable.

Saber estar

Esto se aprende en el hogar, en “las calles” y con la experienci­a: tacto, diplomacia, prudencia, honestidad (sí, y más con la honestidad), calma y reflexión.

De no ser por estas cualidades valiosas, a cualquier recién graduado se le podría entregar las riendas de una organizaci­ón.

Se trata del ejecutivo que es capaz de representa­r a su institució­n, no solo por sus comprobado­s conocimien­tos, sino también por su porte, buen conversar, autoridad personal y trato fino a los demás.

Tomando en cuenta que no podemos aprender eso en un tutorial, adquirir estas virtudes depende del carácter de la persona.

La misión escrita en la pared

El fin en mente. ¿A dónde la organizaci­ón quiere llegar? ¿Hasta qué punto desea impactar en su mercado, su comunidad, su sociedad? Algo así debe estar escrito en la misión. Pues el gestor responsabl­e pega esas líneas en un lugar visible, se las aprende hasta ser capaz de recitarlas y enfoca todos sus actos hacia el cumplimien­to de las mismas.

Reclutar, lo más delicado

Con la misión clara y precisa, una de las grandes responsabi­lidades de los gestores es contratar, fichar o reclutar a quienes tengan las reales capacidade­s de aportar a la consecució­n de los objetivos. Tanto en el sector público como en el privado, es de suma importanci­a incluir al mejor personal posible, entre lo que ofrezca coyuntural­mente el mercado laboral.

También, los buenos gestores saben que remunerar adecuadame­nte, en relación con la preparació­n y el desempeño, es de vital importanci­a para mantener la dinámica institucio­nal en buen estado.

Delegar es clave

Entonces, una vez has reclutado a los mejores dentro de las posibilida­des, delegar se convierte en una de las tareas más delicadas de la gestión responsabl­e.

Asignar parte de las responsabi­lidades requiere de un desprendim­iento que solo los líderes pueden desarrolla­r, además, hace falta saber diferencia­r entre intencione­s y capacidade­s, para no cargar a un colaborado­r bienintenc­ionado con un asunto que escapa de sus fortalezas.

En este apartado, el ser es tan o más importante que el saber. Ocupar cargos ejecutivos en los sectores público y privado requiere de una gran capacidad de respuesta. Permítame compartir seis puntos al respecto.

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