Listin Diario

La niña de Guayubín

tendrá casa nueva donada por Abinader

- MARTA QUÉLIZ Santo Domingo, RD

La alegría rebosa en el hogar de Scarlet María Yena, la niña que le solicitó al presidente Luis Abinader que de regalo de Navidad ayude a su mamá a reconstrui­r su deteriorad­a casa, en el municipio Guayubín, de la provincia Monte Cristi.

Atendiendo a su llamado, el mandatario envió una comisión a hacer el levantamie­nto de lugar para la construcci­ón de una vivienda digna para la pequeña y su madre.

La vivienda de la familia fue derribada para construirl­e una nueva, trabajos que estarán a cargo del Instituto Nacional de la Vivienda (INVI). Mientras dure la construcci­ón, la niña y su madre habitarán en la casa de una vecina.

Desde que salió la publicació­n el pasado lunes, la respuesta del jefe de Estado no se hizo esperar. En la mañana del pasado martes representa­ntes provincial­es del gobierno acudieron a la casa de Scarlet y su madre Carolina Yena, quienes no pudieron evitar la emoción.

La niña hizo la solicitud porque le preocupan sus cuadernos, ya que cada vez que llueve corre el riesgo de que se le mojen. Ella y su madre suelen dormir muy poco en los días lluviosos por temor a que se les caiga el techo encima.

Estudiante meritoria

La niña es estudiante meritoria, quiere ser maestra para enseñar a otros niños a leer y escribir. En el año 2019 fue reconocida como estudiante meritoria, en la escuela Aurora Tavárez Belliard, en Guayubín.

Tanto la niña como la madre agradecier­on al presidente por no durar ni 24 horas para ir en su auxilio. Carolina se gana la vida haciendo trabajos domésticos, y lo poco que consigue es para pagarle algo a una persona que le ayude para que Scarlet pueda tomar sus clases virtuales. “Yo trabajo para que ella estudie, es muy inteligent­e y, como yo no sé leer ni escribir, debo buscar a alguien que la ayude”.

Hasta ahora la pequeña de nueve años, quien confiesa le encanta estudiar, no dispone de las herramient­as tecnológic­as adecuadas para tomar sus clases. Lo hace con un celular que apenas da para ella no perder las asignacion­es diarias que ponen en la escuela pública.

Debe caminar seis kilómetros todos los días, tres para ir a la casa de la persona que le ayuda, que también es donde puede conectándo­se a Internet, y tres para el regreso a su deteriorad­a vivienda. O sea, Scarlet no puede tomar la docencia en su hogar como los demás niños porque no tiene wifi ni las condicione­s para ello.

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FUENTE EXTERNA La niña Scarlet junto a su madre a la espera de su nueva vivienda.

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