Fragua interior
La política no es ingrata, pero si interesada, y se ocupa de que no la dejen fuera de reparto. No es tanto como lo mío alante, pero si lo mío siempre.
No es cobro, pero si retribución.
Las bases del PRM – sin duda – quieren reparto y retribución, porque hicieron el trabajo y justo que la política sirva su mesa.
El punto no es de discutirse, pero si un aspecto que no puede dejarse de lado, pues vendría a ser la parte odiosa de la política.
El oportunismo en su peor expresión.
Los dirigentes sin causas ni cargos en el gobierno que se aprovechan de la situación de disgusto de las bases para ganar liderazgo o acerca de mala manera su sardina al fuego.
Oposición como oposición no existe de modo corporativo, pero si se apuesta en la acera de enfrente a que el PRM no se aguantará las ganas y hará lo que aprendió a hacer en el PRD.
Llevar la contraria a su gobierno, desviar la atención de sus obligaciones, debilitar sus cimientos y crear condiciones para que se caigan las expectativas.
La oposición no tiene que hacer nada, sino como en el impúdico merengue: “saca la mano y ahí está ”. Y lo interesante es que hay gente en eso desde el primer día, o desde que empezaron a publicarse los tuit-decretos.
El alza en los precios de los productos de la canasta afecta la gobernabilidad, pero nunca para -- en tan poco tiempo -- provocar un estallido social.
La “poblada” de 1984 podría estar en la siquis del perredeísta de entonces que ahora es perremeísta, pero la situación no es tan grave ni la indignación tan desbordada.
Entonces se produce un asalto depresivo, y se voltean sobre la mesa cartas propias de tahúres: si el gobierno no satisface las bases, que no cuente con ellas cuando las trompetas resuenen e intenten echar a tierra las murallas de Jericó.
Una exageración, sin duda, pero también poner a la oposición en lo que no está ni tiene medios para estar. El PRM tiene el enemigo dentro.