Myanmar vuelve a caer en manos de los militares
BANGKOK — Cuando una aplastante victoria en las elecciones llevó por primera vez a la Liga Nacional para la Democracia a una posición de poder en Myanmar, el partido ganó un mandato para quitarle al Ejército el control del país luego de décadas de despiadado gobierno militar.
El desafío era encontrar una manera de emprender su agenda sin provocar represalias de los militares. De acuerdo con la Constitución del país redactada por los militares, el partido tenía que compartir el poder con el Ejército.
El partido impulsó con fuerza su objetivo principal: reforzar el poder de su singular líder, Daw Aung San Suu Kyi. En otros sentidos, estaba en sintonía con el Ejército, conocido como Tatmadaw. Pero también vivía con miedo.
Para la Liga Nacional para la Democracia, o LND, no había escapatoria de una verdad fundamental: los generales siempre tenían la sartén por el mango. El 1 de febrero quedó demostrado cuando retomaron todo el poder en un golpe de Estado.
“Siempre estuvo supeditado a la buena voluntad de una sola persona, el comandante en jefe, el no usar la fuerza para lograr su objetivo”, dijo Richard Horsey, analista político en Rangún, la ciudad más grande de Myanmar. “La Liga Nacional para la Democracia siempre creyó que un golpe estaba a la vuelta de la esquina, incluso cuando no lo estaba. Esta vez sí lo estuvo”.
Al afirmar que las elecciones de noviembre ganadas por la LND se vieron manchadas por el fraude, el comandante en jefe, el general Min Aung Hlaing, declaró un estado de emergencia el 1 de febrero, se afirmó a sí mismo como líder de la Nación y detuvo a Aung San Suu Kyi y a otros líderes civiles. Aung San Suu Kyi ahora enfrenta una posible pena en prisión.
El LND fue cofundado por Aung San Suu Kyi durante una ola de protestas pro democracia en 1988. Con ella a la cabeza, el partido se unió a una amplia coalición, desde izquierdistas hasta exoficiales militares, que se oponía al dominio del Ejército. Pero con el tiempo, el partido se convirtió en un vehículo para las ambiciones de Aung San Suu Kyi.
En las elecciones de noviembre, la comisión electoral designada por el partido excluyó de las urnas a millones de personas de diversos orígenes étnicos, incluyendo a los perseguidos musulmanes rohingya.
Los detractores comenzaron a decir que el partido era un culto a la personalidad. A menudo criticada por su terquedad y estilo imperioso, Aung San Suu Kyi ha mantenido al partido firmemente bajo su mando.
En los primeros días después de la victoria electoral inicial del partido en el 2015, sus líderes se mostraron cautelosos de desafiar al Ejército. Otros dicen que podrían haber hecho más, como revocar leyes represivas y proteger los derechos de activistas y grupos étnicos.
Pero a los líderes del partido les preocupaba que cualquier acción para socavar la autoridad del Tatmadaw podría desencadenar un golpe.
“El pensamiento era que si lo haces demasiado rápido, los militares tienen un pretexto para entrar”, dijo David Scott Mathieson, analista de mucho tiempo de Myanmar.
Cuando el partido formó su primer Gobierno en el 2016, uno de sus retos iniciales fue cómo eludir una cláusula redactada en la Constitución que prohibía a Aung San Suu Kyi fungir como presidenta.
Siguiendo el consejo de un abogado de derechos humanos, U Ko Ni, el partido creó el puesto de Consejero de Estado, que es similar al de jefe de estado. Asumiendo el título, Aung San Suu Kyi se declaró por encima del presidente.
“Ella compartía muchos instintos políticos con los militares”, dijo Horsey, el analista en Rangún.
Ko Ni también ideó un plan para reemplazar la Constitución redactada por los militares con una nueva versión que despojaría al Tatmadaw de sus poderes extraordinarios. Pero Ko Ni fue asesinado a principios del 2017 en el aeropuerto de Yangon y el plan fue abandonado.
“Esta bala no fue solo para Ko Ni”, dijo en ese entonces el abogado de derechos humanos U Thein Than Oo. “Fue para la LND”.
El asesinato —y la amenaza de más represalias violentas— pendieron sobre las relaciones entre el partido y el Ejército, aunque nunca se demostró que el Tatmadaw hubiera ordenado el asesinato.
“El resultado fue que la LND se volvió mucho más cautelosa, y se convencieron aún más de que estaban en una batalla existencial”, indicó Horsey.
El general Min Aung Hlaing ha prometido celebrar nuevas elecciones dentro de un año. Muchos dudan de que cumpla su promesa. Es poco probable que unas elecciones libres en las que participen todos los partidos le den el resultado que desea.