Biden enfrenta nueva crisis en la frontera sur
sustentos y hogares en Guatemala y Honduras; la devastación de economías latinoamericanas a causa de la pandemia, y el continuo control de pandillas en muchas comunidades.
Antes de que el expresidente Donald J. Trump asumiera el cargo, las personas que enfrentaban persecución en sus países de origen podían ingresar a EE. UU. y solicitar asilo. Pero en 2019, Trump impuso el requisito de que los solicitantes esperaran en México hasta que se resolvieran sus solicitudes de asilo. En marzo, su Administración invocó una ley de emergencia sanitaria para sellar la frontera durante la pandemia. Los que intentaban cruzar eran regresados a México.
Pero México ha comenzado a aplicar una ley aprobada en noviembre que prohíbe mantener a niños menores de 12 años bajo custodia del Gobierno.
Como resultado, dejó de aceptar el regreso a México de familias centroamericanas con niños pequeños. Para evitar retener multitudes en albergues o centros de detención durante una crisis de salud, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. ha liberado a algunas personas.
La noticia de la ley mexicana ha sembrado confusión, y muchos migrantes creen erróneamente que la ley, junto con el cambio de Administración, significa que Estados Unidos ahora permitirá que cualquier persona cruce.
Biden firmó una orden ejecutiva para la revisión del proceso de asilo, pero los funcionarios dicen que los cambios tardarán en materializarse. Mientras tanto, la desesperación aumenta entre los solicitantes de asilo, y la desinformación se propaga a través de las redes sociales y las redes de traficantes que intentan sacar provecho de la confusión.
En Tijuana, abogados reportan que más familias eligen cruzar la frontera ilegalmente, esperando evadir la detección, en vez de esperar claridad en cuanto al proceso de asilo.
“Los migrantes empiezan a no confiar en los defensores porque les dijimos que la Administración Biden comenzaría a procesarlos poco después de la toma de posesión, porque ésa era la impresión que nos daba el equipo de transición”, señaló Erika Pinheiro, abogada con el grupo Al Otro Lado. “Después de que salieron las órdenes ejecutivas sin información sustancial, muchos de los migrantes se enojaron con nosotros y han empezado a poner atención a traficantes y a rumores descabellados”.
Una familia a la que se permitió entrar fue a José Giusto Duarte, de 51 años, y su esposa Iliana, de 45. Habían huido de Honduras 18 meses antes debido a la violencia, dijo Duarte, pero solo ahora se les permitió ingresar a EE. UU. en libertad condicional humanitaria debido al delicado estado de salud de su esposa.
“Estoy tan aliviado y feliz en este momento, después de tanta espera”, expresó Duarte.
Desinformación y confusión impulsan a recién llegados.