Más que un bosque… La sociedad sabe poco sobre el manglar y las leyes que lo protegen
Capella: “Los servicios ecosistémicos que proveen los manglares y sus aportes indirectos a la economía local son desconocidos o poco conocidos por comunitarios, empresas y autoridades”.
No se sabe a ciencia cierta si República Dominicana cuenta realmente con los 294 kilómetros cuadrados de manglares que, según las autoridades ambientales, se distribuyen en 55 zonas en todo el territorio nacional.
Y no se sabe porque en los últimos años las alertas solo hacen referencia al deterioro progresivo de este ecosistema, bosques anfibios que representan un hábitat y refugio para especies amenazadas, una barrera contra desastres y una de las fuentes más importantes de captura de dióxido de carbono.
Y esto ocurre a pesar de la protección legal con que cuentan los manglares del país, explica Aleyda Capella, coordinadora de la campaña educativa ManglarES, iniciada el año pasado por el Grupo Jaragua y la organización ambientalista Seacology.
Desde la campaña han identificado muchas de las causas que están provocando este deterioro, entre ellas la deforestación o tala de manglar para usos agropecuarios, su secado y relleno con agregados para la construcción de infraestructuras, la contaminación del agua y la sobreexplotación de especies asociadas a estos espacios.
Retos que asumir
Es necesario, sugiere la campaña, fortalecer la implementación de los instrumentos legales para la conservación y valoración de este ecosistema y con esto, sostiene Capella, no se refiere a una ley específica sobre manglares, si no a que el cumplimiento de las reglas existentes sea más estricto.
Señala que hace falta que los manglares estén en el foco del interés de la sociedad civil, pues son percibidos como un tipo de ecosistema con poco valor por comunitarios y personas del sector de turismo.
“Existen actitudes negativas sobre los manglares; son considerados ‘feos’, ‘con mal olor’ y ‘llenos de mosquitos’”, comenta.
Al participar en el Encuentro Verde de LISTÍN DIARIO, Capella alertó sobre los bajos niveles de conocimiento de la sociedad civil no solo sobre los manglares en sí, si no de las leyes que los protegen y de las consecuencias que deben afrontar si los dañan.
“Los servicios ecosistémicos que proveen los manglares y sus aportes indirectos a la economía local son desconocidos o poco conocidos por comunitarios, empresas y autoridades”.
Formada en Ingeniería
Agronómica, Capella afirma que los comunitarios desconocen el estado de protección de los manglares litorales y las especies de mangle, los límites de las áreas protegidas y la legislación costero-marina con respecto a los manglares y especies asociadas.
“Las comunidades costeras tienen pocas oportunidades de empleo formal y limitaciones de oportunidades para obtener recursos económicos (ingresos). Existen pocas oportunidades para la diversificación de ingresos y pocas fuentes de ingresos alternativos sostenibles”, expresa.