Terroristas controlan a vecinos en Venezuela
GUARERO, Venezuela — Llevan agua potable a los residentes del campo árido, imparten talleres de agricultura y ofrecen chequeos médicos. Median en las disputas por la tierra, multan a los ladrones de ganado, resuelven divorcios, investigan delitos y castigan a los ladrones.
No son policías, ni funcionarios, ni miembros del Gobierno de Venezuela, que prácticamente ha desaparecido de esta zona empobrecida del país.
Pertenecen a uno de los grupos rebeldes más tristemente célebres de la vecina Colombia, considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea por llevar a cabo atentados y secuestros durante décadas de violencia.
El colapso económico de Venezuela ha destruido tanto al país que los insurgentes se han instalado en grandes extensiones de su territorio, aprovechando la ruina de la nación para establecer sus propios miniestados.
Muchos residentes aquí en las zonas fronterizas de Venezuela — hambrientos, perseguidos por las bandas locales de narcotraficantes y con quejas desde hace tiempo del abandono de su Gobierno— han dado la bienvenida al grupo terrorista para el tipo de protección y servicios básicos que el Estado no les brinda.
Los insurgentes “son los que aquí trajeron la estabilidad”, dijo Ober Hernández, un líder indígena de la península de La Guajira junto a Colombia. “Trajeron paz”.
Guerrillas marxistas del Ejército de Liberación Nacional, conocido como el ELN, el grupo rebelde más