Ni se enteran
Lo sucedido en Madrid en las últimas elecciones, fue interesante.
No solo recolocó partidos en el escenario, sino que sacó de juego a dirigentes acreditados.
La derrota marcó el paso, y el paso decide un panorama que posiciona de cara a una consulta de mayor alcance, en que se disputará el poder, el control del gobierno.
El humor de la gente, del electorado, es cambiante, pero si las urnas tienen la última palabra, su fallo es inapelable. Modifica los factores, y en ocasiones, el producto.
Los dominicanos no somos suizos, pero tampoco españoles. Aquí ocurren las mismas cosas que allá, pero nunca las consecuencias.
Los comicios del 2020 fueron vientos fuertes, huracanados, pero no tumbaron cocos.
La Junta Central Electoral (JCE), como autoridad, hizo el acotejo, y solo dos partidos consiguieron el apreciado 5 por ciento que disfruta el 80 % del financiamiento público.
El hecho debió repercutir en el interior de los partidos que perdieron principalía y que ahora son del montón.
Una recomposición política histórica y que devuelve al país a un bipartidismo que se pensaba superado.
Sin embargo, las fichas de adentro siguen sobre el tablero, y no hay gambito que valga, pues en los partidos los plazos nunca se cumplen.
Si se averigua bien, las cúpulas tienen todos los años por delante, y ya no se pueden dar golpes de mano, como cuando no existía ley.
Cualquier insubordinación, para que llene su cometido, tiene que someterse al rigor de los órganos establecidos: JCE, el Tribunal Superior Electoral (TSE), el Tribunal Superior Administrativo (TSA), y como si no fueran suficientes, Tribunal Constitucional (TC).
El fenómeno es interesante, y habría que buscar razón. Todavía dura la resaca del 2020, y difícilmente en farmacia se encuentre medicamento adecuado para esa cruda.
Tampoco se cree en las propiedades de remedios caseros.
Incluso, podría ser obra del cansancio, de tantas veces intentar lo mismo, o de haber obtenido poder por otra vía.
Véanse los cargos en el gobierno y se conocerá el efecto del reparto.
El Partido Revolucionario Moderno (PRM) o el gobierno o el presidente, con su generosidad, restituyeron la espoleta a granadas que debieron estallar ahora.
El enlace fue oportuno.