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“Gran Bretaña Global” encuentra un lugar

- Por MARK LANDLER nytweekly@nytimes.com nytweeklys­ales@nytimes.com

LONDRES — Mientras que las relaciones entre Francia y Estados Unidos caen a su punto más bajo en décadas, Gran Bretaña ha emergido como el improbable ganador de una alianza de seguridad marítima que ha sembrado ira y recriminac­iones en tres continente­s.

El Gobierno británico jugó un papel temprano sirviendo como intermedia­rio de la alianza tripartita con EE. UU. y Australia para desplegar submarinos de propulsión nuclear en el Pacífico, de acuerdo con funcionari­os en Londres y Washington. El histórico acuerdo fue anunciado horas después de que Australia canceló un acuerdo de 66 mil millones de dólares por submarinos diésel-eléctricos con Francia, lo que provocó furia en París y una discreta satisfacci­ón en Londres.

Para el primer ministro Boris Johnson, es su primera victoria tangible en una campaña para convertir a la Gran Bretaña posbréxit en un actor en el escenario mundial.

Desde que abandonaro­n la Unión Europea hace 18 meses, los partidario­s del bréxit se han aferrado a la frase “Gran Bretaña Global”, que ha parecido más un eslogan de mercadotec­nia que una política exterior coherente.

Sin embargo, el acuerdo sellado el 15 de septiembre, en el que EE. UU. y Gran Bretaña suministra­rían los submarinos a Australia, confirmó el estatus de Gran Bretaña como potencia militar con expertise nuclear, así como un aliado confiable de EE. UU. También dio credibilid­ad al esfuerzo de Johnson de crear una presencia británica en Asia.

Gran Bretaña ha negociado acuerdos comerciale­s con Australia, Japón y Corea del Sur, y ha desplegado un portaavion­es para ayudar a EE. UU. a vigilar a China en el Mar de China Meridional, donde Beijing construye una cadena de instalacio­nes militares.

“Por primera vez sí empieza a dar forma a la Gran Bretaña Global”, dijo Kim Darroch, exembajado­r británico en Washington. “Estamos empezando a construir una verdadera presencia en las esferas económica y de defensa”.

Australia le propuso a Gran Bretaña que británicos y estadounid­enses le ayudaran a desplegar submarinos de propulsión nuclear, señalan funcionari­os británicos. Los australian­os concluyero­n que los modelos proporcion­ados por los franceses no iban a ser adecuados para un futuro en el que China representa­ba una amenaza cada vez mayor.

Para Johnson, que ha hecho de la “relación especial” con EE. UU. la piedra angular de su política exterior, el acuerdo de los submarinos fue una compensaci­ón por el hecho de que el presidente Joseph

R. Biden Jr. ignorara sus opiniones sobre Afganistán. Varios funcionari­os dijeron que Johnson quería que la retirada estuviera supeditada a las condicione­s en el terreno. El primer ministro ha dejado en claro que Gran Bretaña respaldará a Biden en su prioridad número uno: la competenci­a con China.

En el 2016, Johnson argumentó que abandonar la Unión Europea permitiría a Gran Bretaña involucrar­se de manera más independie­nte con China. Eso fue antes de que Beijing tomara medidas enérgicas contra Hong Kong, una antigua colonia británica.

Con todo y la satisfacci­ón en Londres, Gran Bretaña aún enfrenta realidades geopolític­as desalentad­oras. Es probable que el acuerdo de los submarinos empeore su ya tensa relación con Francia.

Aun así, Johnson tampoco debería confiar en que todo fluirá tranquilam­ente con Washington. Gran Bretaña puede encontrars­e en oposición en materia de Irlanda del Norte, donde busca hacer cambios en los acuerdos comerciale­s posbréxit.

Los analistas dijeron que el trato dado por Biden a Gran Bretaña en cuanto a Afganistán, junto con la notificaci­ón de última hora que la Casa Blanca dio a Francia antes de anunciar la alianza, mostraba que EE. UU. iría tras sus intereses sin miramiento­s a las sensibilid­ades de las relaciones transatlán­ticas.

“Lo más notable es lo poco que hablan los estadounid­enses de esto y lo mucho que lo hacen los británicos”, dijo Leslie Vinjamuri, directora del programa de EE. UU. y las Américas en Chatham House, una institució­n de investigac­ión británica. “Ese hecho básico dice mucho de la relación especial. Especial no significa igual”.

Influencia post-Bréxit en una triple alianza submarina.

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DOUG MILLS/THE NEW YORK TIMES

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