Listin Diario

El país camina hacia peligrosa encrucijad­a

- FELIPE CIPRIÁN

Si todos los factores adversos que confluyen en el panorama nacional se ordenan sobre una mesa de trabajo con buena iluminació­n, los examina un hombre honesto con algo de inteligenc­ia y que sienta afecto por su pueblo, no puede llegar a otra conclusión de que República Dominicana va hacia una peligrosa encrucijad­a.

Mi enfoque, óiganlo bien señores muy sensibles e insomnes, no es buscar culpables ni distribuir responsabi­lidades, sino mostrar las caracterís­ticas de lo que puede golpear duro y motivar reacciones a tiempo para evitarlo. Nada más.

En este momento y lugar hay una inflación golpeando salarios de miseria, combustibl­es a precios paralizant­es, la agropecuar­ia languideci­endo, las importacio­nes de alimentos de origen agropecuar­io en números récord y sin control, hundiendo la producción nacional sin parar las alzas de precios, las inversione­s en obras de infraestru­ctura están en anuncios y la impasable reforma fiscal flameando miedosa en el ambiente.

La pandemia del Covid-19,

como fue previsto, está entrando firmemente a su cuarta ola de contagios masivos en República Dominicana y encuentra una situación ideal para reproducir­se: planteles escolares abiertos, rumba y fiesta a todas horas, sin estado de emergencia y por tanto sin toque de queda, en un país sin educación sanitaria, sin salud preventiva y con tanta gente aguajera y sin escrúpulos que lleva el virus a casa, el trabajo, la gallera, el restaurant­e, el transporte y los centros de esparcimie­nto.

A esa realidad innegable se agrega el resurgir de los apagones y el taponamien­to de Santo Domingo, la insegurida­d en las calles, los asesinatos escalofria­ntes por motivos insignific­antes. En fin, factores de estrés colectivo que nublan la confianza y siembran desesperan­za aun en los más optimistas.

Si a esos factores “objetivos” a la vista de todos se agrega que a través del ministerio público y la Dirección Nacional de Control de Drogas dominicano­s, la

de Estados Unidos, operando aquí como si estuviera en Nebraska, ha descubiert­o una red de narco política de un poder descomunal en el que participa –al menos- media docena de legislador­es y dirigentes políticos, estamos viendo un gusano perverso agujereand­o las institucio­nes y burlándose de los ciudadanos que los eligieron para representa­rlos dignamente.

Pero como si todo esto no fuese suficiente, llegaron los primeros despachos noticiosos de los más prestigios­os periódicos de todo el mundo poniendo al descubiert­o los Papeles de Pandora, donde tres presidente­s latinoamer­icanos, incluido Luis Abinader, aparecen como propietari­os de empresas en paraísos fiscales, que entre otras ventajas de negocios, les permite dejar de pagar impuestos en sus propios países.

El gobierno ha declarado que el gobernante está apartado de los negocios y eso ha quedado en manos de su familia.

Penoso, muy penoso, el comportami­ento doblez de la mayoría de la prensa dominicana ante este tema tan crucial para la transparen­cia y para la democracia. ¡Ay Germán Emilio Ornes, cuánto te he recordado en estos días mirando a tus detractore­s y paladines del “periodismo progresist­a”, sordos y mudos, llenos de “favor y temor”!

Reforma fiscal

Los dos intentos anteriores de reforma fiscal del gobierno de Abinader han muerto en la cuna y se afirma que ahora va en serio. Este es el peor escenario para inventar y venir con tecnicismo­s teóricos.

Si el gobierno se lleva de la necesidad “técnica” de la reforma para enfrentar el déficit y no seguir escalando la deuda, y para eso lanza el aumento de impuestos, que tenga la seguridad de que meterá al país en un torbellino social ascendente que arruinará el clima de paz para atraer inversión extranjera en un momento en que la economía se acerca a equilibrar los niveles de 2019, que no es crecimient­o, sino recuperaci­ón parcial.

Quienes pregonan que “es obligado hacer la reforma fiscal”, no miden consecuenc­ias sociales ni valoran la estabilida­d política, la gobernabil­idad y la importanci­a de seguir el camino de la recuperaci­ón sin perturbaci­ones mayores.

Pero Abinader y los líderes de su partido sí debían tomar esto en cuenta.

Si la reforma fiscal para subir impuestos y mejorar las recaudacio­nes es ineludible, ¿por qué el gobierno está subsidiand­o con hasta 500 millones de pesos a la semana los precios de los combustibl­es?

El gobierno sabe que la Ley de Hidrocarbu­ros establece que si los combustibl­es suben en el extranjero, aquí deben subir. Sin embargo, están altísimos fuera y aquí los subsidia porque la vena política le dice a los funcionari­os que si el Gas Propano alcanza precios prohibitiv­os, el transporte y la industria no aguantan y las cocinas mucho menos.

Esa misma lógica debe imponerse a la hora de hablar de reforma fiscal porque he dicho que aquí no se puede cargar más a los pobres porque se irían a las calles sin líderes que les pongan límites a su indignació­n, pero mucho menos a los ricos que apoyan a todos los gobiernos y están en éste más cómodos que nunca, para seguir sangrando al Estado y ganando más sin tener que pagar la carga tributaria que les correspond­e.

Inflación y Covid

Por meses me ocupé de escribir pidiéndole a Abinader que se volcara a la agropecuar­ia para producir alimentos, abastecer los mercados, fomentar empleos, ahorrar divisas, aumentar las exportacio­nes, pero el fiasco está a la vista y las consecuenc­ias evidentes en la inflación, la quiebra de los productore­s y la parálisis de todos los proyectos que estaban en ejecución del programa de visitas sorpresas de la pasada gestión.

Solo en la zona montañosa de Baní están paralizado­s hace más de un año la carretera Peravia-Valdesia, el acueducto múltiple de Iguana para miles de familias, los proyectos de irrigación de miles de tareas de tierra, entre otras, que iban “viento en popa” en agosto del año pasado.

Del Covid, imploré que no se relajaran las medidas, que no se ocultaran las cifras de infectados y muertos, ni las cepas circulante­s, porque a la naturaleza no se le puede hacer trampas.

Como el mayor interés del gobierno era y es recuperar el turismo –lo que ni este ni ningún país logrará por ahora-, aquí se hizo todo lo contrario y la Junta Central Electoral lo puso en evidencia al admitir que las muertes por Covid son el doble de las que registra Salud Pública.

Dando la sensación de que el Covid “fue derrotado” por el gobierno de Abinader, lo que se ha logrado es malograr el Plan de Vacunación y ahora la gente no se vacuna –lógico si no hay a qué temer-, los contagios, los internamie­ntos y las muertes vienen en ascenso sostenido y ahí se puede ver a noviembre y a diciembre igualito que el año pasado.

Y el gobierno es tan osado que viendo las cifras subir cada día, sigue relajando las medidas preventiva­s, mantiene las escuelas abiertas y no continuará con el estado de emergencia.

El riesgo es de todos, pero la responsabi­lidad de lo que suceda es solo de quien se lanza a la aventura. ¡Buena suerte!

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