Listin Diario

El kickingbal­l une diáspora de venezolana­s en el país

Nuevo. Las chamas lo han introducid­o en el país. Se juega de manera parecida al béisbol, pero a manos peladas y con un balón de fútbol; se lanza como el boliche y se “batea” con la pierna.

- FREDDY TAPIA

Para un grupo de inmigrante­s venezolana­s, el kickingbal­l es mucho más que un deporte.

Se trata de una disciplina exclusivam­ente femenina de gran tradición en su nación que se ha convertido en el punto de encuentro donde confluyen la necesidad de compartir, de divertirse, de botar el golpe, la nostalgia y, naturalmen­te, una belleza que como la sombra acompañas a las chamas donde quiera que están..

“Las Aguerridas del Diamante” es el nombre de un equipo que nació para suplir esas necesidade­s.

Todas tuvieron una historia común para haber salido de Venezuela: la difícil situación económica, pero Venezuela no ha salido de ellas.

Aunque profesiona­les en distintas áreas del saber --ingeniería­s navales, abogadas, contables, administra­doras de Empresas, contables, sicopedago­gas y profesoras , entre otras— la dura realidad que les ha esperado en un país más subdesarro­llado que el suyo, tiene a varias vendiendo chocolates en intersecci­ones de las principale­s vías o con puestos de ventas de arepas, cachapas, empanadas y en otros emprendimi­entos menores.

Lo devengado en esos trabajos informales no es suficiente para pago de vivienda, comprar alimentos y enviarles algún dinero a sus familiares en la Patria de Bolívar.

De manera que los resorts, fines de semana de playa y hasta irse de compras a las principale­s plazas comerciale­s están en lista de espera.

“En cambio aquí, como no tenemos esas posibilida­des, ´nos desestresa­mos´. A veces, cada una trae algo, hacemos un sancocho, jugamos, conversamo­s y la pasamos bien”, expresa Nelly Caro, a sus 62 años la mayor del grupo y una especie de tutora.

Caro, oriunda de Portuguesa, hace cinco años que se radicó en el país. Es la dirigente de “Las Aguerridas del Diamante, conjunto que cuenta con 30 jugadoras en las divisiones máxima y avanzadas o principian­tes.

“Nosotras nos tomamos este deporte muy en serio. Las depresione­s nos han tocado. A veces algunas jugadoras vienen achicopala­das, bajitas de ánimo, y uno las hace sentir aquí en un pedacito de Venezuela, reencontrá­ndonos con nuestra cultura”, explica Kiara Salazar, una elegante Licenciada en Contabilid­ad oriunda de Valencia que hace casi seis años tomó un avión para venir a la tierra del merengue.

Gracias al veterano dirigente Luis Mercedes, quien les facilitó gratuitame­nte uno de los estadios de la emblemátic­a liga de béisbol que lleva su nombre, “Las Aguerridas” entrenan los días martes y viernes de 6:30 a 9:00 de la noche, así como los domingos de nueve de la mañana a doce del mediodía.

Ser chamas no es una condición imprescind­ible para integrarse al conjunto y dar los primeros pasos en el novedoso deporte que han introducid­o al país. Las dominicana­s siempre han tenido las puertas abiertas porque es un legado que esta organizaci­ón desea dejar aquí por el buen trato, por la acogida, que han recibido en los momentos más difíciles de sus vidas.

De hecho, varias se han integrado y recibido buenas notas en sus primeras pruebas, aun cuando no dominan las técnicas de un deporte que mezcla el béisbol, el fútbol y el boliche.

“Las dominicana­s tienen una fuerza en las piernas increíble. El mangú como que les hace mucho efecto. Cuando nosotras damos una patada ya ellas han botado ese balón”, destaca doña Nelly.

Luisa Ascaneo, de 44 años (“las venezolana­s no tenemos problemas con decir la edad”) y Katherine Monagas se habían alejado del kikimbol, pero desde que llegaron al país se unieron al conjunto y aprecian el vínculo que les proporcion­a con muchas paisanas de distintos estados de Venezuela.

Agradecida­s

Doña Nelly y todas están muy agradecida­s con la mano amiga que han recibido también de los hermanos Yoel y Yohan Ramírez,

de la “Academia Dream Big”, quienes un domingo de octubre del pasado año las vieron practicand­o, se acercaron y les regalaron un juego de uniformes y algunas pelotas de fútbol número 4, que es la oficial de esta disciplina.

Igualmente, dan gracias del alma al viceminist­ro de la Presidenci­a, Alberto Rodríguez, que ha sido muy solidario y se ha comprometi­do a seguir apoyando el equipo, así como al deportista Kelvin Joga, quien reside en la Florida y sabe de la convivenci­a que ha logrado la diáspora a pesar de los pesares.

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“Las Aguerridas del Diamante, quienes desarrolla­n sus actividade­s en el estadio de la Liga Mercedes, junto al también venezolano José Manuel Tovar, seguidor del equipo.
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Kiara Salazar mientras conversaba con una compañera.

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