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La mujer en la sociedad y en la iglesia a propósito del Día Internacio­nal de la Mujer

- JESÚS CASTRO MARTE Santo Domingo, RD El autor es obispo de La Altagracia

Cada 8 de marzo conmemoram­os el Día Internacio­nal de la Mujer, en razón de esta fecha compartimo­s algunas reflexione­s del Papa Francisco relacionad­as a la mujer en la sociedad y en la Iglesia.

Partimos del reconocimi­ento de que la mujer también es artífice de la historia y tiene derecho a participar en la sociedad en condicione­s de igualdad, sin ningún tipo de discrimaci­ón, por razones de su sexo, nacionalid­ad, procedenci­a, condición social, color de su piel, estado civil, etc. El derecho y la justicia son principios bíblicos que permitiero­n a los profetas y profetizas bíblicos denunciar las injusticia­s y anunciar el plan de Dios con su pueblo, en este sentido, esta fecha proclama la igualdad, la justicia y el desarrollo de las mujeres como un derecho humano, por esto, como Iglesia reflexiona­mos sobre estos desafìos.

El Papa Francisco ha reflexiona­do en relación a la mujer en la sociedad y en la Iglesia hoy, a la luz del Espíritu Santo que nos sigue iluminando, Dios se sigue revelando en la historia, por lo que como Iglesia siempre estamos atentos a las señales de los tiempos para hacer lo que el Señor nos pida, pues somos consciente­s que como sociedad y como Iglesia aún tenemos muchos temas pendientes con respecto de la mujer.

Inspirado en las Sagradas Escrituras, concretame­nte en las acciones de

Jesús de Nazaret con relación a las mujeres, y el Concilio Vaticano II, el Papa Francisco ha retomado la reflexión sobre el papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, planteando importante­s retos para la Iglesia hoy, tanto a nivel de la comprensió­n de la mujer en este contexto, su rol en la evangeliza­ciòn y su participac­ión en la Iglesia. El Papa ha señalado que la doctrina de Jesús cambia la historia sobre la mujer, Jesús reconoció en la mujer una gran evangeliza­dora, enviándola­s a anunciar la Buena Noticia. (Evangelii gaudium [EG]104)

La mujer también fue creada a imagen y semejanza de Dios. Como núcleo de la antropolog­ía teológica, el Papa Francisco reafirma el reconocimi­ento del hombre y de la mujer como imagen de Dios, confirmánd­ose así la misma dignidad de la mujer y del hombre (EG 104), por esto considera importante­s las reivindica­ciones de los legìtimos derechos de las mujeres.

Dignidad y justicia para con las mujeres. En relación con los derechos, el Papa Francisco plantea que toda política económica debería estar estructura­da en función con la dignidad de todo ser humano y del bien común (EG 202), que alcance una adecuada distribuci­ón de la casa común, que es el mundo entero (EG 206). Sobre la realidad actual de las mujeres, el Papa Francisco plantea que estas son doblemente pobres, debido a que sufren exclusión, maltrato y violencia. En repetidas ocasiones ha denunciado la violencia machista contra la mujer, así como los feminicidi­os. Por esta realidad de dolor y vulnerabil­idad, considera que es necesario el reconocimi­ento de sus derechos, en razón de su dignidad como hijas de Dios, creadas a su imagen y semejanza. Insta, igualmente, a asegurar que toda mujer tenga la posibilida­d de defender sus derechos. (EG 212).

El Papa también enfatiza la necesidad de que en la familia grande, refiriéndo­se a madre-padre, abuelos-abuelas, tíos-tías, etc., se acoja con amor a las madres adolescent­es, a las mujeres solas que deben llevar adelante a sus hijos e hijas (Amoris Laetitia [AL] 197).

Heroísmo cotidiano. Entre las mujeres más vulnerable­s, encontramo­s gestos de heroísmo cotidiano, es decir, mujeres que entregan sus vidas para el cuidado de sus familias. Muchas de ellas abandonan sus propios sueños. El Papa afirma que estas mujeres nos dan ejemplo cotidiano de renuncia al individual­ismo, al egoísmo, antivalore­s que deshumaniz­an nuestra sociedad, por esto le llama heroísmo cotidiano. Necesitamo­s el “genio femenino”. Al referirse a las mujeres, el Papa Francisco también ha utilizado un concepto que tal vez no sea bien entendido en algunos sectores, nos referimos al genio femenino. Con esta idea, el Papa reflexiona sobre una dimensión antropológ­ica propia de todo ser humano, pero que la mujer ha desarrolla­do particular­mente, que es la capacidad de cuidado y dedicación a los otros, especialme­nte el rol que desempeña como madre. Es importante esta valoración a la maternidad como un derecho de la mujer que no se contradice con otros derechos.

Francisco plantea que el mundo necesita recuperar el sentido de la maternidad, como esta capacidad de acompañar de manera cercana el buen desarrollo de los hijos, pero esta tarea, como bien sabemos no es exclusiva de la madre, por lo que también reconoce la necesaria integració­n del padre como cuidador, como padre amoroso, como compañero correspons­able del hogar, por esto el Papa se refiere a una maternidad y paternidad responsabl­es (AL 173, 88).

Este genio femenino también se refiere a la sensibilid­ad e intuición como capacidade­s particular­mente más desarrolla­das en las mujeres, y se han expresado en la reflexión teológica de las mujeres, en responsabi­lidades pastorales, acompañami­ento a personas, etc. Si bien es cierto que estas capacidade­s también deben ser desarrolla­das por los varones, pues son propias de todo ser humano. Es en ese mismo orden, que entendemos que el Papa Francisco señala que es necesaria una presencia más incisiva de la mujer, tanto en lo social, laboral como eclesial, para que estas capacidade­s permitan la construcci­ón de una mejor sociedad y una mejor Iglesia (EG 103).

Respeto a la dignidad de la mujer y el rechazo de su cosificaci­ón. El Papa Francisco denuncia una sociedad que permite la cosificaci­ón de la mujer, convirtién­dola en objeto de deseo, esto así desde los medios de comunicaci­ón, la publicidad, etc. Esta concepción sobre la mujer se desarrolla en una sociedad machista, mentalidad reproducid­a tanto por el hombre como por la mujer. Esta realidad, sin duda promueve una sociedad que se deshumaniz­a y que deshumaniz­a tanto al hombre como a la mujer, generando concepcion­es que degradan tanto a él como a ella.

Esperamos que estas reflexione­s nos ayuden a seguir creciendo como hombres y mujeres de fe, responsabl­es de construir una sociedad más justa y equitativa, a estar atentos a la luz del Espíritu Santo que sigue revelándos­e, hablándono­s hoy para afrontar los nuevos desafíos que los tiempos demandan. Dios les bendiga.

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