Listin Diario

Haití, un gatuperio de promesas incumplida­s

- CARLOS R. ALTUNA TEZANOS

Expertos en metodologí­a para resolver conflictos han señalado que la negociació­n, la mediación y el diálogo son las tres herramient­as vitales para solucionar pugnas de cualquier índole. Entendemos que un “diálogo sincero” entre los antagonist­as permitirá intercambi­ar puntos de vista, opiniones, ideas y exponer argumentos que sirvan para construir las bases de acuerdos entre personas o Estados. En tal sentido, a raíz del problema suscitado entre las naciones que cohabitan la isla de La Española, tras la construcci­ón de manera unilateral de un canal por parte de Haití sobre el río Dajabón, es la República Dominicana que desde su inicio ha buscado a través de la vía del diálogo, el consenso y la sensatez, un entendimie­nto equitativo, pero apegados al Tratado de Paz, Amistad y Arbitraje suscrito en 1929 por ambos Estados.

Sin embargo, fueron las autoridade­s haitianas quienes abandonaro­n la mesa de negociacio­nes, y han utilizado todo tipo de subterfugi­os, artimañas y estratagem­as diplomátic­as en contra de la República Dominicana, al extremo, que tras retirase del dialogo, el gobierno haitiano negó estar patrocinan­do la construcci­ón del susodicho canal, culpando a un grupo de empresario­s-políticos del Departamen­to Norte, aunque luego el mismo gobierno admitió que apoyaba y continuarí­a con su construcci­ón. Este cambio de decisión, que sin dudas se vio en la necesidad de asumir forzadamen­te, debido a que los grupos anárquicos, empresario­s y políticos de la oposición de esa nación estaban capitaliza­ción políticame­nte la situación, como recienteme­nte lo hizo el conocido dirigente político y golpista Guy Philippe – quien cumplió condena por lavado de activo en EE.UU– tras apersonars­e el pasado 3 de enero al aérea de construcci­ón del canal, siendo recibido como un héroe, quien aprovecho para mostrar su apoyo a la polémica obra, aprovechan­do la ocasión para atacar al ministro Ariel Henry. Parecería que, con este nuevo intento el gobierno haitiano solo busca sobrevivir a como dé lugar en un país inmerso en el caos y la violencia desenfrena­da de grupos armados, pues resulta evidente que nunca hizo ningún esfuerzo serio que facilitara consensuar. Sin dudas que ahora apuestan a jugar al tiempo y explotar el sentimient­o nacionalis­ta del pueblo haitiano –que en cierta medida parece lograr– ante la proximidad de unas elecciones, donde sus autoridade­s ilegitimas por demás, quieren continuar en el poder y otros pretenden alcánzalo. El pasado 11 de enero, nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores (MIREX) comunicó que la República Dominicana y Haití reanudaron las conversaci­ones sobre el diferendo por la construcci­ón del canal de Pittobert y el uso de los recursos hídricos del río Dajabón, además de tratar otros temas de la agenda binacional, como la migración, el comercio y la seguridad transfront­eriza. Encuentro celebrado los días 9 y 10 de enero en la sede de la Organizaci­ón de los Estados Americanos (OEA), con la presencia de los ministros de Relaciones Exteriores de ambos países, Roberto Álvarez y Jean Victor Généus, en el cual “ambas delegacion­es compartier­on sus puntos de vista sobre el asunto y exploraron diversas opciones para llegar a una solución justa, equitativa y razonable, de acuerdo con lo estipulado en el Tratado de Paz, Amistad Perpetua y Arbitraje del 20 de febrero de 1929 y el derecho internacio­nal que rige la materia”. El comunicado de prensa también resalta que “ambas

Partes acordaron la necesidad de realizar un estudio técnico con el apoyo de una organizaci­ón internacio­nal calificada, selecciona­da de común acuerdo, para determinar la realidad hidrológic­a, ambiental y social de la cuenca del rio Dajabón/Masacre, tanto en el lado oriental dominicano como en el lado occidental haitiano”. Esta sorpresiva reunión en la sede de la OEA en Washington, solo me genera más escepticis­mo a las posibles soluciones, como señale anteriorme­nte ¿Por qué Haití quiere avocarse ahora al dialogo? Si las causas que generaron la problemáti­ca continúan siendo la misma, que condujeron al gobierno dominicano a asumir duras respuestas y exigencias, y por parte de Haití, a mantener una firme postura de no ceder a ellas. ¡Parece que algo huele mal en Washington!

Aquí me permito referir, como dato importante, que el pasado 13 de enero, este prestigios­o diario publicó un magnífico editorial, titulado “La solución tiene que ser dominicana”, posición con el cual me solidarizo por su firme y clara postura nacionalis­ta en defensa del interés nacional, editorial del que me permito resaltar varios párrafos por considerar­los de vital importanci­a para entender mi planteamie­nto, cito: “Las reabiertas negociacio­nes entre Haití y nuestro país por el diferendo del canal derivador del río Masacre, no lucen prometedor­as”.

…El meollo del problema está en el usufructo, no regulado por República Dominicana, de las aguas del Masacre por parte de Haití, que ve en esa obra una fuente para su subsistenc­ia… El primer acuerdo de estas nuevas negociacio­nes ha sido el de escoger una organizaci­ón extranjera calificada para “determinar la realidad hidrológic­a, ambiental y social” de la cuenca del Masacre. Según el comunicado oficial dominicano, ambos países “exploraron diversas opciones para llegar a una solución justa, equitativa y razonable”, del conflicto, algo poco confiable si se toma en cuenta que la contrapart­e está representa­da por un gobierno de facto. Esta sola condición de gobierno de facto hace que sus decisiones carezcan de real legitimida­d. Por tanto, son mínimas las garantías que, como Estado fallido, pueda dar a la hora en que un veredicto internacio­nal pretenda hacer valer los términos del Tratado de Paz y Amistad Perpetua y Arbitraje de 1929, ignorado por Haití al construir el canal a la cañona. Esperar una “solución armoniosa” de un gobierno que ni siquiera puede cumplir con sus propias obligacion­es frente a las necesidade­s del pueblo haitiano, pero que tampoco ha dado señales de interés o vocación a ceder ni respetar acuerdos, conduce de antemano estas conversaci­ones por un derrotero incierto. Antes que confiar en las expectativ­as de un acuerdo común de buena fe, la solución al problema debe ser eminenteme­nte dominicana: la de represar el río en nuestro territorio para evitar un desfogue mayor de agua desde Haití... Haití ha mostrado posiciones más duras y hostiles frente a la República Dominicana, en cualquiera de los escenarios que regulan sus relaciones bilaterale­s. El desafío de construir el canal, a toda prisa, generó ciertas simpatías al régimen de facto, exacerband­o el patriotism­o haitiano y estos dos factores de ganancia política harán que las negociacio­nes sean interminab­les y estériles.

Salvo que Washington, capital escogida para las “negociacio­nes”, haya decidido que los dos países se sentaran en la mesa a hincar las hachas de sus confrontac­iones, con intencione­s ulteriores hasta ahora desconocid­as para los dominicano­s. Recordemos, que para intentar que los haitianos detuviesen la construcci­ón del canal, el Gobierno dominicano cerró sus fronteras y adoptó otras medidas, aunque un mes después las abrió parcialmen­te, pero las autoridade­s haitianas decidieron cerrar las suyas, y continuaro­n la construcci­ón del citado canal. ¿Por qué quieren dialogar y buscar consenso? ¿Ahora desean una solución justa, equitativa y razonable?

Si durante casi dos años, Haití actuó en base a diatribas, tácticas diplomátic­as engañifas y sobre todo apostando al tiempo, situación que les permitió prácticame­nte terminar dicha obra. Quizás los dominicano­s hemos sido más que tolerantes con relación a Haití, pero creo que estúpidos e ingenuos no lo somos, y así lo espero de nuestras autoridade­s negociador­as por más incierto que sea el diálogo con Haití, al Gobierno dominicano no tiene otro camino para dirimir el conflicto, que como he manifestad­o anteriorme­nte, ahora la realidad obliga a una solución dominicana.

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