Debates: Si no cuesta la ausencia, no tiene sentido el riesgo de la presencia
Los debates electorales permiten conocer a los candidatos bajo presión, defendiendo sus programas de gobierno y a sí mismos. Lamentablemente, para lograr que estos se celebren es requisito previo la consolidación de una cultura política que le dé sustento y razón, y premie el argumento sobre el pretexto, la credibilidad sobre el ingenio de los asesores.
Mientras los debates no sean una exigencia ¡masiva! de un electorado que retribuya a quienes participen y condenen a quienes se ausenten, todo dependerá de alguna casualidad, de un empate técnico, una especial coyuntura.
Si no existe una presión ciudadana capaz de lograr que el candidato que rechace debatir pierda cuatro o cinco puntos de intención de voto, ningún equipo de asesores permitirá que su candidato participe en un debate en donde no es ampliamente favorito. Sencillo: Si no cuesta la ausencia, no tiene sentido el riesgo de la presencia.
Cercana la hora cero de las urnas, habrá que ver si el candidato puntero para las presidenciales, el actual mandatario, Abinader, mantiene su disposición de debatir con su adversario, Leonel Fernández quien, en desventaja considerable y en la oposición, ahora sí estará dispuesto a debatir como lo estaba en 1996, cuando fuera del poder era “un peso welter” con 13% de intención de voto frente al liderazgo del Dr. Peña Gómez. Vuelto a la presidencia en 2004, Fernández cambió su posición, al punto de que en 2008 utilizó la débil excusa de que en el país no se conceptualiza. Era lógico, sin presión ciudadana, con amplia ventaja y siendo Presidente, no tenía sentido asumir el riesgo.
Si por falta de presión ciudadana, negarse a debatir no tiene ningún costo en la intención de voto de los electores, y hacerlo conlleva el riesgo de lo imprevisible porque no se tiene nada bajo control, sin más guion que la duración de los turnos o el orden de los temas, es muy difícil que un candidato acceda a debatir.
Es urgente promover entre la ciudadanía las bondades de los debates. La siguiente, es una perogrullada que nunca sobra repetir: La calidad de nuestra democracia, de nuestro periodismo, nuestros políticos y nuestros partidos, es la expresión de lo que somos como ciudadanos. Por eso es tan fundamental que cada quien se esfuerce por convertirse en el ciudadano que le exige ser a los demás.